Los mejores: Para mí, los finales de temporada más satisfactorios han sido los de dos series que no regresan hasta el año que viene, y que se han atrevido a dar un giro importante a la trama de cara a sus cuartas temporadas. El de Battlestar Galactica cerró una temporada que empezó con mucha fuerza pero que, en su parte central, sufrió algunos altibajos. Sin embargo, los tres últimos capítulos lo tuvieron todo, desde el comentario social y político al que la serie nos tiene acostumbrados a varios momentos muy emotivos, hasta un final que, otra vez, obliga a replantear toda la serie y ha vuelto a dividir radicalmente a los seguidores, y que es el que me ha dejado con la boca más abierta hasta que vi, claro, el de Perdidos. Aquí, la tercera temporada ha ido de menos a más, y se ha cerrado con un cliffhanger que nos va a dejar todo el verano pensando en la teoría de las cuatro dimensiones del espacio-tiempo. Y tarareando cierta canción de The Beach Boys.
La decepción: La mitad final de la segunda temporada de Prison Break me ha resultado mucho más decepcionante que el final de Héroes, que se quedó a la mitad de todo. Su último capítulo abusaba tanto de los giros de guión y los golpes de efecto, que el cliffhanger, totalmente de pega, no ha sido suficiente para que me intrigue ver la tercera, y última, temporada. Ésta es una historia que ya no da más de sí, así que, adiós, Michael.
Mención especial: Sin dudarlo, los dos últimos capítulos de Verónica Mars, que me reconciliaron con la serie, después de una floja tercera temporada, justo antes de su fin definitivo. Rob Thomas puso toda la carne en el asador y se las arregló para dejarnos con un final abierto, hecho así para que a The CW le costara más cancelar la serie. No le salió bien, pero Verónica Mars seguirá siendo más lista que yo y, en el fondo, un marshmallow.