Kyle Killen lo ha vuelto a hacer. Bien podríamos caer en un juego de palabras con su apellido, ya que por mucho que lo intenta no acaba de dar con una serie que convenza al gran público. A ‘Lone Star’, su primer y prometedor drama que protagonizaba James Wolk (ahora divertidísimo en ‘The Crazy Ones’) y que apenas duró tres episodios en emisión, le siguió la fantástica ‘Awake’, una muy medida mezcla de procedimental policíaco y drama psicológico que nunca llegó a cuajar en datos. Primero FOX, luego NBC y ahora ha sido ABC la que ha estrenado su tercer título como creador en la parrilla de midseason.
'Mind Games' se revela enseguida como un nuevo intento de Killen de desarrollar historias que le apetece contar. Sus tres títulos hasta el momento tienen ciertos elementos en común que podrían hacernos pensar que ‘Awake’ es esa creación que nunca repetirá a no ser que cambie de tercio. ‘Lone Star’ giraba en torno a un joven cabalgando entre dos mundos y ‘Mind Games’ se adentra en los misterios de la mente y la influencia, los dos elementos que definen ‘Awake’.
Es notable cómo a pesar de mantener en esencia ese interés por los juegos de la mente el factor procedimental ha pesado mucho en el formato de ‘Mind Games’, que nos presenta a dos hermanos al cargo de una empresa dedicada a manipular psicológicamente a aquellos que los que depende la vida de sus clientes. Steve Zahn interpreta al genio y bipolar Clark que idea las tácticas de influencia mientras que el hermano capitalista (más figurativa que literalmente) es Christian Slater, un ex convicto que hará lo que sea para sacar la empresa adelante. Junto a ellos encontramos la exmujer del último, la novia del primero y algunos secundarios extra que sirven de apoyo en las misiones.
‘Mind Games’, inicialmente llamada ‘Influence’, se podría resumir como el hijo bastardo de ‘Origen’ de Christopher Nolan y ‘Los Simuladores’, la serie argentina que también tuvo una adaptación producida por Cuatro. Hablando sobre el proyecto, Killen comentaba cuánto le fascinan los estudios que había en torno a este tipo de manipulación y cómo su práctica convertía el trabajo de los protagonistas en algo moralmente cuestionable, un detalle que queda demasiado diluido en los problemas de formato de la serie.
Una fórmula que no involucra
Por un lado, y obviando lo irritante que resulta en el primer episodio, el personaje de Steve Zahn tiene cierto atractivo por cómo afecta a las dinámicas de todo los que le rodean, y los episodios saben jugar con este factor cómo influye en el devenir la misión en marcha. El problema es que la imprevisibilidad de su carácter sea tan previsible, ya que los casos no tienen especial interés y necesitaban además una inyección de conexión emocional con el espectador; por muy simple que fuese, era algo vital para que esa imprevisibilidad de Clark generase una tensión.
Tampoco ayuda que los mind games de los primeros episodios no sean especialmente complejos ni meticulosos; entiendo que es una cuestión de accesibilidad del espectador --no sólo por no perderle, sino por evitar el rechazo a un planteamiento que pone a sus protagonistas a controlar mentes--, pero si juntamos la falta de interés con la falta de tensión y la sencillez que subyace de las tareas, la accesibilidad es totalmente inefectiva. Este problema salta a la vista en cuanto descubrimos que es mucho más interesante y divertido escuchar a Clark explicar el plan y exponer los motivos científicos y psicológicos que ver su ejecución.
Algo mejor está llevada la parte de continuidad de la historia, de las relaciones entre los personajes y los misterios que esconden. Como decía, Clark es un personaje que funciona muy bien como epicentro del torbellino de relaciones y sentimientos, y es principalmente lo que acababa enganchándome (junto a sus parrafadas psicológicas) a seguir viendo más episodios. Sin embargo, Christian Slater ha dado un tono demasiado antipático y oscuro a un personaje que, pese a sus secretos e intereses, tenga ese punto cálido de amor a su hermano que pretenden reflejar con las secuencias fraternales estilo ABC. La serie se nota concebida alrededor de una química entre ambos que en la práctica no existe; todos los personajes tienen más química entre sí que ellos dos.
Es una lástima que con tanta oferta de ficción televisiva cada vez cueste más dar cuartelillo a las series y dejar tiempo para que crezcan y ajusten todos sus elementos, porque éste es uno de esos títulos con grandes probabilidades y elementos interesantes que con cierto recorrido podrían acabar encajando. La pena es que las audiencias de ‘Mind Games’ hayan constatado de nuevo que Killen no acaba de dar con esa serie que encandile al gran público y la decisión de la segunda oportunidade se vaya a tomar por nosotros.
En ¡Vaya Tele! | Estrenos de midseason 2014
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