Aunque ahora es reverenciada como una de las mejores comedias del siglo XXI (y de la historia), la versión estadounidense de 'The Office' no lo tuvo fácil para sobrevivir en la competitiva parrilla televisiva. De hecho, durante las dos primeras temporadas estuvieron a punto de ser devorados por el oso de la cancelación.
De hecho, ya la segunda temporada fue aprobada un poco sin mucho ánimo con un encargo de tan solo seis episodios... que, poco a poco y viendo cómo las audiencias iban remontando, se convirtió en una temporada completa de 22. Y uno de los episodios que cambió toda la situación de incertidumbre para la serie fue, precisamente, 'La fiesta de navidad', el episodio navideño de la temporada 2.
Así lo relatan Angela Kinsey (Angela) y Brian Baumgartner (Kevin), comentando cómo «casi fuimos cancelados dos, tres, cuatro, diez, doce veces al comienzo» y que el éxito de dicho episodio fue decisivo para mantenerse en antena:
«Habíamos decaído rápidamente y entonces volvimos y [ese episodio] realmente sirvió como un evento decisivo para nosotros. Y desde ahí realmente despegamos.»
El amigo invisible desastroso
Como recordaréis, 'La fiesta navideña' gira en torno a un "amigo invisible" en las oficinas de Dunder Mifflin Ya podéis imaginar que algo sale mal... y, como es habitual, por obra de Michael Scott (Steve Carell). Un episodio lleno de momentazos que obtuvo gran reconocimiento por parte de público, crítica y también premios.
Pero la audiencia en televisión (que fue propiciada en parte por el estreno de 'Virgen a los 40') no fue el único factor. Por aquel entonces, iTunes empezó a soportar vídeo y las cadenas de televisión empezaron a vender sus series a través de la herramienta de Apple justo en esa temporada. 'The Office' empezó a destacar:
«Después de emitir ese episodio, éramos la serie número uno en iTunes y de repente todos estábamos en plan "Espera, hemos encontrado nuestro público". A partir de entonces la cosa cambió y nos pusimos en marcha.»
Esto, además fascinó al elenco de la comedia, que empezó a sentirse más coral y les empezó a encantar hacer estos episodios festivos. En palabras de Kinsey:
«Se volvieron algo así como episodios de leyenda. Estábamos como "Oh Dios mío, ahí hay otro. Es la época de Navidad" Nos encantaba vestirnos. El plató siempre lucía genial. Sabíamos que habría algún drama ridículo. Todos amábamos estos episodios.»
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