La segunda temporada de 'Masters of Sex' aterrizaba en Showtime con muchas expectativas que cumplir. Para muchos críticos, había sido uno de los mejores estrenos de 2013 y, aunque no ha logrado sacudirse de encvima las comparaciones con 'Mad Men', sí ha calado lo suficiente entre ellos para que hubiera ciertas quejas cuando los Emmy no nominaron a la serie a mejor drama (aunque sí son candidatos Lizzy Caplan y Beau Bridges y Allison Janney entre los invitados). La relación entre Bill Masters y Virginia Johnson entraba, además, en una nueva etapa y, por ahora, estamos viendo una serie segura de sí misma y muy interesante.
Además, la segunda temporada arranca exactamente en el punto en el que se quedó la primera, con Bill yendo a casa de Virginia, bajo la lluvia, a decirle que es la única persona sin la que no puede seguir adelante. Ese tipo de reconocimiento lleva al doctor Masters al principio de una nueva fase de su vida, una fase en la que ahora trabaja en otro hospital, en la que tiene un bebé en casa y en la que parece haber conseguido con Ginie lo que buscaba desde que la vio por primera vez. ¿O no es así?
Una serie de medias verdades
La relación entre Masters y Johnson es el centro alrededor del que gira toda la serie, y en estos tres nuevos capítulos que hemos visto hasta ahora queda claro que es una relación que va más allá de lo profesional, pero que ellos no quieren reconocerlo. El episodio del domingo, 'Fight', no sólo entrará probablemente en todas las listas de lo mejor del año cuando llegue diciembre, sino que nos revelaba finalmente mucho de ambos personajes. Los dos asumen ese juego de falsas identidades durante su noche en el hotel, y en medio de las mentiras se cuelan algunas verdades de su pasado, de heridas que les hacen ser como son.
Lizzy Caplan y Michael Sheen están estupendos en el capítulo, dejándonos intuir en qué momento están dejando de hablar de los ficticios señor y señora Holden y están hablando de sí mismos, de su pasado y hasta de sus sentimientos actuales. Es un episodio que sigue pelando capas en el retrato de Bill Masters, un retrato que no termina de convencer a todos los espectadores, que lo ven demasiado cerrado y distante y que se preguntan qué ha podido ver Virginia en él. La excusa que da ella de que eso no es una aventura, sino que es trabajo, bien puede ser una pista; Bill la toma en serio.
Asistir a lo que es claramente un affair y a un proceso quizás de enamoramiento entre Masters y Johnson, pero que se empeñan en negar, ha sido lo más destacado del arranque de la segunda temporada, pero 'Masters of Sex' tiene más cosas aparte de sus protagonistas, y de ese estupendo y muy teatral 'Fight', porque es una serie que es experta en presentar secundarios totalmente formados en una sola escena.
La nueva situación
Bill consigue otro trabajo gracias al "rey de los pretzels", el marido de Betty, la prostituta que le ayudó con su estudio al principio. Betty es una secundaria que no sólo aporta cierto toque cómico, como el doctor Langham o como hacía Jane, sino que tiene también suficiente entidad emocional como para que sea un personaje que merezca sus propias subtramas. Lo mismo ocurre con la doctora DePaul, que parece que va a heredar la tarea de rompernos el corazón poco a poco que Margaret Scully tuvo en la primera temporada.
'Masters of Sex' ha perdido a algunos de sus actores, que están en otros proyectos, como Allison Janney, Beau Bridges y Rose McIver repartidos en 'Mom', 'The Millers' y la próxima 'iZombie', pero a cambio le está dando más cancha, como decimos, a DePaul (una muy controlada y sensacional Julianne Nicholson) y ha presentado a nuevos personajes, desde el gerente del nuevo hospital para el que trabaja Bill (Danny Huston) y su nueva secretaria (Betsy Brandt), que de momento sólo ha tenido una toma de contacto con el doctor Masters.
El estudio empieza a atraer atención por las razones equivocadas, como quien dice, y la relación entre Bill y Virginia se ha complicado mucho porque, aunque pretendan que no es así, los sentimientos están inmiscuyéndose en el "trabajo", así que la segunda temporada de 'Masters of Sex' está posicionándose para estar entre lo mejor del verano, al menos. No es una serie sutil con las metáforas, pero sí consigue introducir unos toques de humor de manera muy natural, y cuida bastante a sus secundarios. Que Masters y Johnson estén complicándose la vida va a ser interesante de ver.
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