Netflix se caracteriza por su apetito voraz, llevando un ritmo de lanzamientos tan elevados que a menudo parece que importe más la cantidad que la calidad de aquello que llega a su catálogo. Por ello, resulta sorprendente que la plataforma haya tenido la suficiente paciencia para permitir que entre el estreno de ‘La maldición de Hill House’ y el de ‘La maldición de Bly Manor’, segunda entrega de esta terrorífica antología creada por Mike Flanagan, hayan pasado dos años.
Seguro que en la plataforma hubiesen deseado acortar plazos, pero Flanagan tenía un compromiso previo con ‘Doctor Sueño’ y para cuando las cámaras se pusieron a rodar ‘La maldición de Bly Manor’ ya había pasado prácticamente un año desde la llegada de su predecesora. Finalmente es este viernes 9 de octubre cuando este trágico relato de ultratumba llega a Netflix, el cual va construyendo todo con un ritmo pausado para acabar dando lo mejor de sí en sus tres últimos episodios.
Creciendo poco a poco
Al hablaros de los cinco primeros episodios de ‘La maldición de Bly Manor’ ya os comenté que uno de los detalles que llamaban más la atención de la serie es esa atmósfera que llevaba a pensar en que existía una realidad aparte en la mansión en la que transcurrían la mayor parte de los hechos. Primero con un componente quizá no mágico pero sí con un brillo especial que lo acercaba a un paraíso idílico, pero ya desde el primer episodio queda claro que algo raro sucede y eso va yendo paulatinamente a más hasta que todo estalla.
Para ello, Flanagan, que repite al frente del control creativo pero en lo referente a la puesta en escena comparte en esta ocasión funciones con otros realizadores, confía sobremanera en sus personajes y el uso del tiempo. Todo el relato principal está presentado a modo de flashback, algo que inicialmente da pie a que la voz narradora pueda llegar a dar la sensación de ser redundante en su función de dotar a la serie de cierta naturaleza de cuento de hadas perverso, pero llega un punto en el que ese recurso se convierte en imprescindible, siendo además uno de los baluartes del octavo episodio, una de las mejores piezas de televisión que he visto en lo que llevamos de 2020.
Sin embargo, me estoy adelantando demasiado, ya que antes de que todo haga click, la serie tiene una limitación clara que le impide seducir por completo al espectador durante sus primeros episodios. Ese problema deriva casi con total certeza del hecho de contar con varios directores, ya que una vez sentadas las líneas maestras, parece como si ‘La maldición de Bly Manor’ optase por mantener el estilo en lugar de potenciarlo, alargándose así quizás un poco más de la cuenta.
Su impecable factura técnica y el gran trabajo de su reparto ayuda a que eso no llegue a resultar molesto, pero su naturaleza de tragedia romántica con tintes de terror gótico parece por momentos querer deleitarse más en esta relectura de los relatos de fantasmas de Henry James que en avanzar con paso firme en lo que realmente nos quiere contar. No puedo decir que ‘La maldición de Bly Manor’ esté encantada de conocerse a sí misma, pero sí que su discurrir narrativo es algo moroso en su tramo central, dando pinceladas de lo que podría pero no se decide por completo a ser hasta algunos episodios más adelante.
Todo acaba encajando
Eso sí, de ese déficit surge uno de sus principales rasgos distintivos, ya que esa importancia del uso del tiempo que mencionaba antes no se refiere únicamente al uso más o menos solvente de los tradicionales flashbacks, porque eso es algo que se extiende a la faceta sobrenatural de la serie. De esta forma, hay momentos en los que los personajes parecen suspendidos en el espacio y el tiempo, como si la historia no avanzase sin que ellos lleguen a ser conscientes de que algo así está sucediendo.
De esa forma, el misterio que propone ‘La maldición de Bly Manor’ siempre resulta lo suficientemente intrigante como para tener la seguridad de que va a llegar a alguna parte, y ahí la serie va creciendo poco a poco. Las pinceladas puntuales van ganando peso y la conexión entre pasado y presente va estrechándose cada vez más hasta que todo se precipita, pero incluso entonces la serie opta por un enfoque pausado, pero mucho más inspirado que lo visto con anterioridad.
Más allá de la obra de James, resulta comprensible que ‘La maldición de Bly Manor’ tome algunas ideas de ‘¡Suspense!’, la adaptación cinematográfica más inspirada de la novela ‘Otra vuelta de tuerca’, y si queréis una cinta moderna con la que guarda ciertos puntos en común siempre habría que mencionar antes ‘La cumbre escarlata’ que cualquier otra, pero lo realmente importante es que Flanagan sabe muy bien de dónde bebe, pero también cómo construir una historia con voz propia en lugar de una mera derivación.
Quizá por ello recupere tantos actores de ‘La maldición de Hill House’ al saber muy bien qué puede conseguir de ellos y también qué van a dar al resto de directores en los que delega la responsabilidad. De hecho, he comentado que en su tramo central da la sensación de no terminar de atreverse a potenciar nada de lo planteado previamente, pero justo es destacar también que el mejor episodio de toda la temporada no está dirigido por Flanagan.
En resumidas cuentas
Es cierto que hay tramos de ‘La maldición de Bly Manor’ que pueden dar la sensación de estar dando vueltas sobre las mismas ideas con la “excusa” del desarrollo de personajes, pero cualquier pega que pudiera tener se la perdono, porque incluso entonces prima más lo positivo que lo negativo y luego llega un punto en el que la serie pone todas las cartas encimas de la mesa y alcanza un nivel dramático que roza el sobresaliente, dejando al espectador con muy buen sabor de boca.
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