Hace ya varios días que Netflix lanzó la segunda temporada de 'Lupin', una de sus series de más éxito de los últimos tiempos. Yo ya os comenté que había disfrutado con esta nueva tanda de cinco episodios, pero eso no quita para que haya cosas que funcionaran bien y otras no tanto. A continuación voy a repasar esas virtudes y defectos de la nueva entrega de las aventuras de Assane Diop.
Todo lo que funciona
A partir de aquí quizá encontréis algún spoiler de la temporada 2
'Lupin' es por encima de todo una oda al escapismo y su objetivo principal es que el espectador se lo pase bien con las diferentes aventuras que vive su protagonista. Eso llevó a que en la primera tanda de episodios existiese algo más de desconexión en los capítulos respecto a la historia principal para centrarse más en que los espectadores cogieran cariño al personaje interpretado por Omar Sy.
Cierto es que el nivel de puesta en escena no ha vuelto a llegar nunca al del primer episodio, pero la serie ha mantenido una acertada solvencia en ese apartado, optando incluso por, salvando las enormes distancias, coquetear con el estilo de Alfred Hitchcock en el capítulo que ha dado cierre a la Parte 2.
Antes de eso, esta segunda tanda de episodios dio en la diana al dar algo más de espacio al resto de personaje que acompañan a Assane Diop, tanto aliados como enemigos. De esta forma, la serie no solamente consigue algo más de entidad, sino que gana riqueza en lo narrativo. Y es que los "one man show" tienen un recorrido más limitado, incluso aunque cuentes a alguien con el talento de Sy pasándoselo en grande por las calles de París. La serie sería muchísimo peor sin él.
Arsène Lupin, caballero ladrón
Además, todo está más orientado a la venganza contra Pellegrini, ya que el final de la Parte 2 tiene mucho más de definitivo que el anterior. Eso ayuda a elevar más el listón para que el suspense tenga una mayor presencia y uno realmente sienta más el peligro al que se enfrenta el protagonista de forma constante.
Todo lo que no funciona
'Lupin' es una serie que nunca ha ocultado en ningún momento lo tramposa que puede llegar a ser. Ahí depende mucho de lo receptivo que sea el espectador ante el hecho de resolver situaciones peligrosas basándose casi siempre en la inteligencia superior del protagonista respecto al resto de personajes.
Eso es algo que va acumulándose y que en esta Parte 2 no llegó a sacarme de la serie, pero entendería perfectamente a aquellos espectadores que simplemente desconecten por no poder creerse lo que están viendo. En mi caso, lo que más me molestó fue la resolución del secuestro de Raoul, ya que te dan el caramelo de que la serie va a dar un gran paso adelante en términos dramáticos con su muerte aparente para luego echarse rápidamente atrás. Eso desluce esa sensación de peligro que mencionaba antes porque refuerza la sensación de que siempre va a acabar saliéndole todo bien.
Eso necesidad de equilibrar cierta ingenuidad con el hecho de ser verosímil sigue siendo el principal punto flaco de la serie, ya que no duda en hacer todos los sacrificios necesarios en lo segundo y limita al máximo las concesiones en lo primero. Quizá ambientándola en otra época -a fin de cuentas, Lupin fue creado hace más de 100 años-, sería más fácil pasar eso por alto.
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