A Netflix sólo le queda una serie de su acuerdo con Marvel por estrenar, 'Iron Fist', antes de que sus cuatro superhéroes se unan para proteger Nueva York en 'The Defenders', y con la experiencia que dan dos temporadas de 'Daredevil' y las inaugurales de 'Jessica Jones' y 'Luke Cage', se puede intentar buscar puntos de contacto, y de diferenciación, entre todas ellas.
Las tres ya vistas tienen cada una su propia personalidad y sus propias virtudes, pero todas parecen adolecer del mismo defecto: la trama no les llega para los 13 episodios que tiene cada temporada. O, mejor dicho, se acaba teniendo la sensación de que, en sus tramos intermedios, están "matando el tiempo", bajan el ritmo y estiran la historia para que el enfrentamiento con el villano llegue en el último capítulo. 'Luke Cage' es el último ejemplo de ello.
El modelo Netflix de una película de 13 horas
La estructura de estas series de Marvel está determinada por el modelo de "emisión" de Netflix. Esto no es 'Agents of SHIELD', que hace más de 20 episodios por temporada, que ABC programa semana a semana y con parones en ciertas épocas del año para que duren de septiembre a mayo. Netflix lanza la temporada completa de golpe en el día de su estreno, y sus usuarios pueden vérsela entera en un fin de semana si les apetece.
La compañía basa buena parte de su promoción en esa posibilidad del atracón de episodios (el famoso binge-watching), y sus producciones originales ya se hacen con la vista puesta en la manera en las que van a verlas sus seguidores. Las historias se serializan mucho y se permiten el lujo de tardar en arrancar, y dedicar los primeros capítulos a la presentación de personajes y de la situación en la que se encuentran, porque sus responsables saben que los usuarios van a verse todo ese tramo en un santiamén, y no les parecerá tan costoso como si lo vieran semanalmente.
Hay ejemplos muy extremos de esta tendencia, como 'Bloodline', de tratar la temporada como la unidad básica de la serie, en lugar del capítulo; de considerar que se está haciendo una película de 13 horas, en lugar de una serie contada en 13 partes de una hora, y hay quien lo consigue con más éxito que otros. En el caso de las series de Marvel, les cuesta un poco más. Siempre da la sensación de que un modelo mixto, con algunos capítulos autoconclusivos o contando un par de historias diferentes, les iría mejor.
El ejemplo de 'Luke Cage'
Los comentarios sobre este patrón en las series de superhéroes de Netflix, en concreto, se han hecho más frecuentes tras el estreno de 'Luke Cage'. La crítica más común que se ha hecho en Estados Unidos de ella está en la línea de una aparecida en HitFix: tiene buenos personajes y una estupenda ambientación en Harlem, pero su trama no está a la altura.
Y eso que Luke tiene más amenazas a las que enfrentarse de las que parece a simple vista, y Misty Knight se revela enseguida como un personaje que podría tener perfectamente su propia serie. Pero algunas de esas amenazas terminan siendo un poco repetitivas y, para cuando llega el gran enfrentamiento final, el espectador está un poco cansado. La historia se sostiene muchas veces sólo con la fuerza de esos personajes y el sabor local (y lo impregnada de la cultura negra que está la serie), pero habría funcionado mucho mejor con varios episodios menos.
La decisión de tener dos villanos diferentes (Cottonmouth en la primera mitad y Diamondback en la segunda, con Mariah Dillard como nexo de unión) tendría que haber ayudado a solventar un poco esos bajones de ritmo, pero curiosamente, no ha sido así. Cuando Cottonmouth pasa a mejor vida ya está bastante agotado, y el conflicto entre Diamondback y Luke no es tan grande como para poder aguantar seis episodios. Willis Stryker puede tener un par de grandes momentos, como su entrada en la reunión de los jefes mafiosos, pero las maniobras de todos ellos para no acabar con Luke Cage se sostienen a duras penas. Más cuando entran en escena las balas Judas.
Los vistazos al pasado de Luke (o deberíamos decir Carl Lucas) son interesantes, pero es difícil sacudirse la sensación de que la serie está dando un poco vueltas sobre sí misma para evitar la pelea final hasta el último capítulo.
La culpa es del maratón
Y esto ocurría también en la segunda temporada de 'Daredevil' y en 'Jessica Jones'. La primera no aprovechaba del todo a Elektra y se empeñaba en separar a su trío protagonista, mientras la segunda procrastinaba todo lo posible el momento en el que Jessica plantara cara finalmente a Kilgrave introduciendo, por ejemplo, al grupo de apoyo a sus víctimas. ¿Podría una temporada más corta o una menor serialización ser la solución?
Esa decisión de tener una única historia durante trece capítulos responde a la costumbre de los visionados en maratón de los suscriptores de Netflix, pero a veces parece olvidarse que, en parte, si nos enganchamos a una serie es porque sus episodios individuales nos enganchan. La compañía tiene estudios sobre los capítulos en los que los espectadores caen atrapados en las redes de determinadas series, pero esas cifras cuantitativas no especifican más que los seguidores de 'House of cards' necesitan cuatro episodios para darse el gran atracón, no qué es lo que tienen esos episodios para lograr el enganche.
Es verdad que, a veces, es una cuestión de percepción muy personal, pero con las series de superhéroes de Netflix siempre queda esa sensación de que no tienen suficiente trama para llenar trece episodios. Tal vez parte del éxito de 'Stranger things' este verano estuviera, precisamente, en que sólo eran ocho capítulos; no había tiempo para andarse demasiado por las ramas.
En ¡Vaya Tele! | ¿Tienen las series de superhéroes un problema con sus villanos?
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