Renovar el elenco suele ser catastrófico para la mayoría de series, pero no para ‘Skins’. Sus renovaciones son tan radicales que prácticamente hablamos de tres series diferentes que sólo comparten el título y el estilo de contar las cosas. Cuando llegó la segunda generación, yo fui el primero en poner el grito en el cielo porque los nuevos no me gustaban, pero con el paso de los capítulos fueron ganándose un hueco, tan grande como el de Cassie, Tony y compañía. Y ahora que han llegado los “nuevos nuevos”, las sensaciones son incluso mejores porque, aunque todavía apenas les conocemos, ya enganchan mucho más de lo que lo hicieron sus predecesores hace un par de años.
La grandeza de ‘Skins‘ se ha basado siempre en su profundidad. Como oí por ahí alguna vez, es una serie de adolescentes para adultos, porque ninguno de sus protagonistas es tan superficial como otros productos destinados al fenómeno fan (que son muy divertidos y a mí me encantan, pero no son comparables). La tercera generación está demostrando desde el principio que Frankie no es “la rara”, Rich no es “el rockero” y Mini no es “la chica popular”. Debajo de esas caretas se esconden adolescentes con sus propios demonios interiores, y la serie no tarda en sacarlos a la superficie.
Quizá sea por la intensa campaña de promoción que el canal E4 ha estado haciendo durante los últimos meses, pero yo ya siento a los nuevos chicos como si hubieran estado conmigo toda la vida, y eso que este año están tardando mucho más en presentarnos a los protagonistas. El primer capítulo de cada temporada generalmente es multicéntrico, mostrándonos pequeñas pinceladas de cada uno, pero esta vez hemos empezado directamente con Frankie, que parecía que iba a ser la estrella absoluta de esta generación y, sin embargo, está siendo ensombrecida por el resto.
Los episodios, por tanto, están siendo algo más procedimentales que de costumbre, enseñándonos a cada personaje por separado y sin que tengan mucha relación entre ellos. Las otras generaciones han estado siempre juntos como pandilla, bien sea porque ya se conocían (la primera generación) o porque un evento los reunía a todos (el problema con el mafioso de la segunda generación), pero esta vez están tardando en confluir, e incluso me planteo si realmente llegarán a hacerlo alguna vez.
En los tres capítulos que hemos visto ya conocemos a Frankie, Rich y Mini. De la primera, sabemos que tiene dos padres homosexuales y que viene de tener un pasado algo difícil con sus antiguos compañeros de colegio; todas las dudas sobre identidad sexual recaían en ella antes de comenzar la serie, pero por el momento es un tema que se ha evitado. En el caso de Rich, ha sido genial ver la fusión entre el “metal” más duro y la danza suave de Gracie, con la que ya ha empezado una relación inevitable. Además, yo proclamo su pérdida momentánea de audición como el mejor momento de lo que llevamos de temporada.
Finalmente tenemos a Mini, que ha sido de las que más simpatías ha despertado por su carácter de zorra implacable. Y como siempre, vimos que debajo de la máscara se esconde una chica con muchos problemas que esconde poniendo buena cara. Su historia ha sido la más retorcida hasta ahora, moviéndose entre los celos enfermizos y una estricta dieta alimenticia que no le hace ningún bien. ¿Estaremos ante un mix entre Cassie y Michelle? Lo iremos viendo.
La quinta temporada de ‘Skins’ avanza despacio pero con muy buena letra. Todavía hay algunos personajes que apenas han abierto la boca, y probablemente estén destinados a ser secundarios, e incluso hay alguno que prácticamente no ha aparecido ante la cámara (ese chico misterioso que tiene fijación por Frankie). No obstante, estoy seguro de que los responsables de la serie sabrán establecer el equilibrio perfecto entre todos ellos, y les amaremos tanto o más como a los anteriores. ‘Skins’ siempre lo consigue.
En ¡Vaya Tele! | ‘Skins’, la quinta temporada calienta motores