Tal y como se quedó la segunda temporada de 'Longmire', era raro que la serie no decidiera lanzarse a explorar más en profundidad esas dos líneas argumentales que se quedaron sin cerrar el año pasado; el asesinato de la mujer de Walt y el ataque a Branch por parte de un guerrero cheyenne que, en teoría, está muerto. No nos olvidamos de Vic y ese acoso por parte de su ex compañero, y ex amante, de Filadelfia, pero ese tema se queda un poco más aparcado en los cinco primeros capítulos que hemos visto de la tercera entrega.
Éstos arrancan sin perder ni un minuto, desde el mismo punto en el que se despidió la segunda temporada, con Branch desangrándose en el desierto y Walt encontrándolo finalmente y llevándolo a una clínica de la reserva para que lo curen de urgencia. A partir de ahí, asistimos a la autodestrucción de Branch Connelly, cuyas ansias por saber la verdad detrás de la falsa muerte de David Ridges le llevan a no detenerse ante nada para conseguir respuestas. El "chico de oro" que iba a arrebatarle el puesto de sheriff a Walt en las elecciones está dejándose atrapar por el lado oscuro, y parece que va encaminado a terminar enfrentado no tanto con Longmire como con Vic, que ha atado cabos y duda sobre si actuar contra él o no.
Hacia el lado oscuro
Ese no reparar en costes, Branch lo ha visto en el propio Longmire, dispuesto a averiguar qué pasó con su mujer y, de paso, librar a su amigo Henry de la cárcel, pero la cosa no es tan sencilla. Han aparecido nuevos viejos enemigos de Walt que van a poner a prueba su amistad con Henry y, probablemente, hasta sus propios principios, como el antiguo jefe de policía de la reserva, que desde el primer momento telegrafía que va a ser malo malísimo. El sheriff también tiene su lado oscuro, el lado en el que no quiere que nadie le ayude con sus problemas, y lo vemos en marcha en todo lo concerniente a su mujer.
Mientras tanto, la relación que sigue consolidándose, incluso con esos momentos más cercanos que pueden llevar a malentendidos, como si dijéramos, es la de Walt y Vic. Ella puede ser realmente divertida, si no está agobiada por todo el asunto de Ed Gorski, y su pasado delatando a policías corruptos en Filadelfia puede ser interesante a la luz de lo que averigua sobre Branch. Al meterse más de lleno en el terreno serializado, 'Longmire' corre el riesgo de volverse demasiado seria y de perder parte del encanto que construyó al principio entre sus personajes, pero por ahora están manejándolo razonablemente bien.
Los toques de humor (que en los libros de Craig Johnson son bastante habituales) siguen estando ahí (el ex sheriff y tío de Branch, interpretado por Peter Weller, es todo un hallazgo), y la relación entre Vic y Walt continúa siendo muy entretenida de ver. Los indios están ganando algo más de peso, todavía, esta temporada con toda la historia de David Ridges, la profundización en el carácter de Walt y la larga sombra que la muerte de su mujer proyecta sobre él está resultando interesante. Apostar por explorar a fondo dos únicas historias no les está funcionando del todo mal.
En ¡Vaya Tele! | 'Longmire' cierra temporada poniendo a sus personajes contra las cuerdas
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