Seguramente, todos estaréis ya al tanto de que ‘Lone Star’, en Fox, ha sido la primera cancelación de la temporada en Estados Unidos. ‘Lie to me’ ocupará su horario a partir de la semana que viene, reeditando su emparejamiento con ‘House’ del año pasado. Sólo dos episodios han podido verse de esta serie, cuyo piloto había sido considerado, casi unánimemente, el mejor entre las nuevas series de las networks, y que nos mostraba el proyecto de algo interesante y poco visto en la televisión actual en abierto.
Las razones de este batacazo en audiencia no son fáciles de encontrar. Tal vez estar centrada en un timador casado con dos mujeres espantara a la audiencia, quizás ‘The event’ era una competencia demasiado dura, a lo mejor la táctica que han seguido este año las cadenas de estrenarlo todo de golpe en la misma semana no ha sido la más acertada para según qué títulos… Lo único cierto es que, por lo poco que hemos visto de ‘Lone Star’, apuntaba a convertirse en algo interesante si le hubieran dado tiempo, apoyada principalmente en un actor protagonista, James Wolk, que parecía más que capaz de llevar el peso de la serie y que conseguía hacer humano a Bob y que hasta llegáramos a simpatizar con él y a querer que se saliera con la suya en la disputa con su padre.
Aunque unir las palabras petróleo, familia y Texas en la misma frase lleva a recordar inevitablemente a ‘Dallas’, parece que ‘Lone Star’ iba a diferenciarse por su modo de contar la historia, por la elección de un tono más realista, quizás más de cine independiente, y que es cierto que recordaba a veces a ‘Friday Night Lights’.Y eso que se apuntaban unos tejemanejes en la familia Thatcher por el control de la empresa que no habrían desmerecido en absoluto en cualquiera de aquellos culebrones de prime time de los 80, con los hijos del magnate conspirando para arrebatarle a Bob su puesto en la empresa, mientras éste se olvida de que está ahí para estafarle todo el dinero que pueda y empieza a trabajar en serio.
De todos modos, que esté cancelada no debería ser un obstáculo para que, al menos le echéis un vistazo al piloto. Éste es como una pequeña película de 45 minutos en la que el guión de Kyle Killen y la dirección de Marc Webb nos presentan sin esfuerzo aparente las líneas que se habrían manejado más adelante, desde el matrimonio de Bob con la hija del magnate petrolero a su noviazgo con una chica que conoce realizando otra estafa paralela en el corazón de Texas, a sus intentos por salir de la sombra de su padre, que lleva siendo un estafador toda su vida, y que le impide llevar su propia vida. Tenía un reparto que funcionaba bien, apuntaba a una historia poco previsible y, aunque al final hubiera derivado en un culebrón convencional, merecía al menos tener la oportunidad de que viéramos más capítulos y nos asegurarámos si la trama del piloto iba a dar para más. Pero el castillo de naipes ha acabado derrumbándose.
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