Mi turno en esto de “Lo mejor de 2008”. Es curioso, pero creo que ninguno de mis compañeros ha mencionado el que para mí es uno de los mejores momentos televisivos del año: The Constant, el quinto episodio de la cuarta temporada de Lost. Puede que la temporada flojease como opináis muchos, pero creo que pocas veces Lost ha hilado tan fino y se ha encumbrado tanto como en esos 40 minutos maestros.
En el ámbito nacional, me apunto a la teoría de quien ha visto en Pekín Express uno de los grandes programas de la temporada. No sólo fue la sorpresa, sino también el ritmo con el que supo llevarse el programa y, sobre todo, el montaje, digno de mención. Creo que el último programa consiguió transmitir la angustia de los participantes por ganar de una manera excelente.
Personalmente, me quedó también con el regreso del gran Alan Ball. A priori, después de un piloto no excesivamente halagüeño, True Blood debería haber sido un fiasco, pero acabó por convertirse en una de las revelaciones. Aquí ocurre todo lo contrario que con Pekín Express: su peculiar concepción del ritmo ha echado a unos cuantos espectadores de la serie, pero es también uno de sus grandes puntos de interés.
En lo positivo pero amargo hay que resaltar el final de The Wire. Se nos fue una de las mejores series que ha dado la televisión en toda la década, comparable en muchos aspectos a Los Soprano, más allá de las diferencias argumentales. Desde luego, para alguien como yo, que durante mucho tiempo estuvo harto de los dramas policíacos, fue la mejor reconciliación posible.
Y otra que está a punto de terminar y que también ha dejado momentos enormes en su recta final es Battlestar Galactica. Supongo que todos los que somos seguidores sabemos que, a lo largo de estas cuatro temporadas, ha habido capítulos enormes junto a otros que aportaban poco. Sin embargo, la primera parte de la última temporada ha dejado bocas abiertas y almas en vilo. ¡Ay, ese Cylon escurridizo!
Otros que van a rachas son los responsables de Muchachada Nui, pero su humor tuvo este año uno de los mejores momentos en la magnífica sucesión de sketches que enlazaba a Manu Chao, Amparanoia y Robert Smith. Imprescindible.
Y, por último, un guilty pleasure: Adivina quién viene a cenar. Admito que como programa de cocina vale bien poco y que como entretenimiento es de lo más rutinario, pero siempre que puedo, lo veo. Agacho la cabeza por ello y admito collejas. Es lo que hay.
(Y ya que estamos en voz baja y en confesiones: veo Fringe gustoso y la he echado de menos durante el parón de Navidad. Vale, no es la mejor serie del mundo ni posiblemente se merezca mención entre lo mejor de 2008, pero me he enganchado).
En ¡Vaya Tele! | Lo mejor de 2008
Ver 9 comentarios