'Les Revenants', ¿qué hacemos con la vida?

Aviso: Este artículo contiene spoilers de la segunda temporada de 'Les Revenants'. ¿Cómo si no íbamos a poder comentar una serie tan genial?

¿Hacía falta una segunda temporada de 'Les Revenants'? Cuando terminó su primera tanda de capítulos, había muchas preguntas sin resolver, muchos misterios abiertos, pero bien parecía que podíamos conformarnos con ese final en el que la horda reclamaba a los que eran como ellos y el desastre y la separación abrían un nuevo camino.

¿Hace falta una tercera temporada? Tres años después de los impactantes ocho primeros episodios, hemos podido ver cómo continuaban las extrañas y atormentadas vidas de unos personajes que nos han calado. Tres años es mucho tiempo para cualquier serie. Seguramente, el interés por entrelazar un guión que estuviera a la altura de lo que los espectadores esperaban ha sido uno de los causantes de toda esta demora.

Los vivos tienen miedo...

Pobres de los vivos. Pobres de nosotros mismos, que estamos permanentemente aterrados porque algo malo nos pueda suceder. En 'Les Revenants', el pulso de la vida normal no existe, pues todos saben qué sucedió hace seis meses y eso les empuja a sentir un terror infinito y absoluto por esos seres que estaban muertos pero ya no, que representan el sacrilegio del misterio más grande que tenemos: un día moriremos, y será para siempre. Esto ha sido así desde el inicio de los tiempos y no es algo que sólo nos pase a los vanidosos humanos, sino que cualquier criatura ha de pagar el peaje del fin de la existencia.

El miedo de los hombres tiene un claro exponente en esa casa de acogida, 'La mano tendida' que regenta Pierre, que cree tener todas las respuestas engañándose a sí mismo, para olvidar todo lo que hizo o lo que no fue capaz de hacer. En ese lugar se reúnen aquellos que tienen claro que los retornados son un peligro y buscan la muerte para todos. Como siempre que el odio y la ira ciegan los corazones, las consecuencias no pueden ser peores.

...y los muertos, más

Pobres de los muertos. Una de las cosas que más me gustan de esta serie es la naturalidad con la que intenta tratar sus profundísimos conflictos. ¿Qué pasaría si los muertos volvieran a la vida? La primera respuesta que a todos se nos viene a la cabeza es la que George A. Romero y todos sus discípulos han dictado a golpe de ficción: se convertirían en unas bestias sin alma que sólo querrían comer nuestros cerebros. Pero, en realidad, ¿no es más verosímil pensar que sucedería tal y como lo vemos en esta serie?

Si los vivos tienen miedo, los muertos están espantados. No quieren hacer daño a nadie y, realmente, no tendría ningún sentido que tuvieran esa vocación. No saben por qué han regresado, muchos no son capaces ni de recordar quiénes fueron, sólo saben una cosa, han de permanecer juntos, y alejados de los vivos porque éstos sí quieren lastimarles a ellos, quieren acabar con la terrible incógnita que representan.

Por eso se van a vivir a Villa-Revenant, que es uno de los lugares más desolados que se pueda imaginar. Está claro que, como seres corpóreos que son, necesitan estar en algún lugar. Si el pueblo, inundado, se divide en dos y una de las zonas queda aislada, quizá ellos puedan quedarse allí, y sentirse seguros. Y así, les vemos habitar esas casas y deambular sin orden ni concierto y compartir su desolación con los que son como ellos. Se abre una puerta y allí se agolpan cinco o seis, con sus miradas perdidas y su nada absoluta; y nos dan un poco de repelús, pobrecillos de ellos y de nosotros.

¿Qué significan algunas cosas?

Con toda y toda la melancolía que nos agolpa cuando vemos esta serie, no podemos dejar de sorprendernos por los finales felices que nos ha traído la segunda temporada. Para la familia Seguret, una vuelta a empezar fuera de ese pueblo. Por fin, la icónica curva en la carretera que marca la frontera entre los dos mundos, ha quedado abierta y han podido escapar, juntos, con esa Chloe que bien puede hacer las veces de la hija que han dejado marchar.

Porque... ¿qué ha pasado con Simon y Adele? 'Les Revenants' es profundamente simbólica y muchas de las cosas que se nos muestran tienen una difícil comprensión. Pero no, maldita sea, somos seres racionales y queremos entenderlo todo. Adele, que durante esta segunda temporada se nos ha aparecido como una Mia Farrow francesa pero igual de atormentada que ésta en 'La semilla del diablo', ha vivido un complicado periplo por ese perturbador bebé. Pero en el punto final, su trama se volvió irresitiblemente alegórica.

Simon y ella, eternos enamorados, caminan por el bosque en dirección a la cueva que marcará su final. Adele pierde de vista a Simon, aunque ¿quién esa criatura "zombificada" que le tiende con ternura su mano? Todo lo que la aceptación de ese gesto por parte de Adele puede significar nos llena la cabeza de teorías y más teorías. Ambos marchan hacia la oscuridad pero después, la vemos salir de nuevo a la luz, con un vestido blanco, ¿nupcial? con el que se reencuentra con Simon que, por otra parte, también viste su traje de novio, con el que murió. Simon se suicidó y Adele lo intentó. Ahora, parecen quedar juntos para siempre en ese lugar. ¿Está ella muerta también?

Incluso el niño más inquietante de todos los tiempos, Víctor, tiene su final feliz. ¿O no? Está en la playa, cumpliendo el deseo de vivir junto a Julie. Antes, hemos sabido que él es la causa de todo. Él quiso salvar la vida de su padre y conjuró la venida de todos los demás retornados. Durante los últimos capítulos, algunos personajes ya nos han avanzado el desenlace: él tiene las claves para que éstos puedan regresar al lugar donde la muerte les llamó un día. Él lo decide todo. Pero, ¿de dónde sale Víctor?

Pues bien, aquí podemos conjugar la teoría más rocambolesca que se nos pueda ocurrir. ¿Por qué la última imagen del niño enlaza con el llanto del bebé, de Nathan? Víctor no es un retornado más, tal vez ni siquiera es un retornado. Sus increíbles poderes mentales, la manera en que puede predecir el futuro le convierten en un ser excepcional. Como Nathan, el niño nacido de una madre viva y un padre muerto. Vale, ¿habría alguna posibilidad de que estos dos seres fueran la misma persona? ¿Sí, no, imposible, pero, qué me estás contando? Quizá nunca tendremos esa tercera temporada que nos pueda sacar de dudas.

En ¡Vaya Tele! | Qué delicia dejarse envolver por la misteriosa seda de 'Les Revenants'

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