El otro día comentaba lo difícil que les resulta a las series revelación cumplir las expectativas en sus segundas temporadas que, justa o injustamente, suelen decepcionar a muchos de sus seguidores. No parece que éste sea un problema que esté afectando a Dexter.
Dexter se está convirtiendo en la joya de la corona del cable americano. Su capítulo de la semana pasada fue el más visto de la cadena Showtime en toda su historia, con 1,23 millones de espectadores. Escribo esto antes de que finalice la actual temporada precisamente por ese capítulo, uno de los mejores que he visto últimamente y que ha hecho que, a estas alturas, esta nueva tanda de capítulos sea ya inolvidable.
Sin duda, la segunda temporada está siendo incluso mejor que la primera. Es mucho más compleja y se centra más en las relaciones afectivas de Dexter y sus dudas internas sobre sus actividades delictivas. El estrechamiento del circulo en torno al Carnicero de la Bahía y la angustia y tensión que provoca es una baza que los guionistas están sabiendo jugar perfectamente. Además, las dos nuevas incorporaciones de esta temporada, Keith Carradine y Jaime Murray, no han sido en absoluto gratuitas. Ambas han encajado en ese engranaje perfecto en el que cada personaje tiene un papel fundamental.
Sé que a muchos no les voy a descubrir Dexter a estas alturas, pero los que no la conozcan aún tienen una nueva oportunidad para engancharse a ella porque Cuatro parece que se dispone a estrenarla en breve. Se trata, sin ninguna duda, de una de las mejores series que hay actualmente.
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