Tal y como terminó ‘La que se avecina’ la temporada pasada, la serie contaba con una buena oportunidad para dar un tono de frescura a sus tramas, algo que necesitaba para no convertirse en una ficción repetitiva. Pero hasta el momento, esa oportunidad ha sido desaprovechada. Todo ha vuelto a una extraña normalidad y ‘La que se avecina‘ ha tomado el camino menos esperado: seguir con la historia como si nada hubiera pasado.
La quinta temporada de ‘La que se avecina’ ha vuelto a Telecinco demostrando una vez más las locuras de las que son capaces sus personajes. Los nuevos capítulos de la serie continúan con su tónica general, aquella que observamos en las últimas temporadas y la que le hizo dar el paso definitivo para distanciarse de su antecesora, ‘Aquí no hay quien viva’. Pero, con el regreso de la serie esperábamos algo más. Los creadores de ‘La que se avecina’ tenían la ocasión de subir un peldaño con su quinta temporada, pero en lugar de eso han preferido estancarse, yendo a lo seguro y mostrándonos lo mismo que ya hicieran en otras ocasiones.
Si la cuarta temporada acabó con Max y Estela Reynolds convertidos en pareja, la serie ha vuelto sin ni siquiera nombrar a la vedette ni contar como resultó ese fugaz amor. O si Raquel y Nines terminaron ocupando el ático de Judith en el último capítulo, ahora cada mochuelo ha vuelto a su olivo sin que se explicara cómo se resolvió el tema. Al menos, han mostrado el resultado de la fuga en caravana de Antonio, Enrique y Coque, pero todo con demasiada rapidez, como si los guionistas desearan volver a la ambientación a la que están acostumbrados que se muevan sus personajes.
Oportunidad perdida la que encontramos en la vuelta de ‘La que se avecina’, algo que hace que la atención se siga centrando en los personajes que tienen fuerza para soportar el peso de cada capítulo (Antonio Recio, Enrique Pastor, Judith, los Cuquis…), pero que dejan a otros personajes desamparados, resultando en ocasiones molestos para el espectador. Un ejemplo claro de este desamparo es el que ofrece Izaskun, que deambula por el edificio después de que Mari Tere (Gemma Cuervo) también haya desaparecido sin que nosotros sepamos a dónde ha ido. Pero no se quedan atrás otros personajes como Nines, Leo o Parrales, convertidos en eternos secundarios.
Que nadie me entienda mal, ‘La que se avecina’ sigue provocando risas. Pero todo a costa de colocar a sus personajes en los extremos. Antonio Recio es más bruto, Judith es más pesimista, Amador está más desesperado… Hasta Araceli (Isabel Ordaz) ha vuelto más excéntrica de lo que resultaba incluso La Hierbas en ‘Aquí no hay quien viva’, por lo que podemos deducir que ese será el derrotero por el que se dirigirá la quinta temporada de la serie. El tono de frescura lo ha puesto Justi, la madre de Amador, con la que pasaremos buenos ratos en el futuro.
El humor absurdo al que nos tiene acostumbrado la serie sigue con ella. Me siguen sobrando los numerosos intentos para que una frase sea reconocida y se conviertan en emblemas de ‘La que se avecina’, ya que sólo muy pocas tienen gancho. Esto era algo que funcionaba mejor en ‘Aquí no hay quien viva’ y que creo que no deberían continuar forzando. Por lo demás, ‘La que se avecina’ sigue igual que en su cuarta temporada. Eso sí, ha preferido dar un paso atrás en vez de aprovechar el camino que parecía que se había abierto cuando nos dejó el año pasado.
En ¡Vaya tele! | ‘La que se avecina’, un final impropio