Todos conocemos su sonido. Durante años ha sido el fiel acompañante de muchas series (y también programas). Esas risas que completaban escenas (graciosas por sí mismas o pretendidamente graciosas sin más) no eran de verdad, y lo sabíamos. Se trataba únicamente de un efecto de sonido pregrabado que en la postproducción se añadía para dar más énfasis a la acción. Bueno, y quien dice risas dice aplausos o murmullos de admiración. Todo falso.
Aunque su origen no lo es tanto. Al parecer, todo comienza en los Estados Unidos allá en los años 30 cuando en el programa radiofónico de Eddie Cantor, que se grababa en el más absoluto de los silencios, un número del cómico provocó risas entre los asistentes y los productores comprobaron como esas risas resultaban contagiosas y mejoraban las audiencias.
A partir de ahí, se generalizó el uso del recurso de la risa ambiental para los programas cómicos. Pero claro, hecha la ley hecha la trampa, y no fueron pocos los que pasaron de usar risas reales a usar grabaciones de las risas que podían introducir a su propia voluntad. Se tardó una época en volver a las grabaciones de comedias sin risas (ni en directo ni enlatadas), y posteriormente hemos visto un renacimiento de las comedias grabadas con público, que incorporan de nuevo las risas en directo.
En España se da el caso curioso de que, debido a que risas y diálogos se suelen suministrar en la misma pista de audio, en el proceso de doblaje resulta obligado sustituir las risas "en directo" de la versión original por risas enlatadas.
El guionista hastiado, que es la fuente de este breve repaso (y un más que interesante blog), hace referencia a algunas situaciones vividas con las risas enlatadas en comedias españolas recientes como 7 vidas, Aída, Con dos tacones o Casi Perfectos. Y no puedo por menos que secundar su comentario: "a ver cuándo se enteran de que si una cosa no tiene gracia, no la tiene, y no te empeñes, macho, que lo que tienes que hacer es trabajar muy duro para lograr “ser divertido”, y no solo "parecerlo"."