La temporada pasada fue la de los "dolores de crecimiento" de 'Masters of Sex'. Después de un estreno muy bien acogido por los críticos, el affair disfrazado de estudio para su libro de Bill y Virginia se quedó estancado, y los intentos de integrar en la trama la lucha por los derechos civiles no fueron demasiado exitosos. Valieron, al menos, para que Libby se llevara una alegría para el cuerpo, pero para poco más. Sin embargo, los últimos episodios de esa segunda temporada prometían cosas interesantes porque, por fin, Bill y Virginia estaban a punto de publicar su estudio en forma de libro.
'Respuesta sexual humana', el libro en concreto (editado en 1966), está considerado la Biblia de la revolución sexual de los 60. Fue un best-seller traducido a treinta idiomas que revolucionó la manera en la que se veía, y se trataba, el sexo, y la tercera temporada de 'Masters of sex' muestra justo el momento en el que el libro acaba de salir y empieza a tener éxito. De repente, Bill y Virginia son famosos, y esa circunstancia los afecta de formas diferentes.
El protagonismo de Virginia
Lo cierto es que, desde el principio de la serie, da la sensación de que ésta es más sobre Virginia Johnson que sobre William Masters. El año pasado, por ejemplo, su subtrama con la doctora DePaul fue de lo más destacado, y en estos nuevos capítulos, es su situación familiar la que se lleva más atención. En parte es porque su hija Tessa ya es una adolescente entrometida, respondona y que cree que lo sabe todo cuando, como le diría Ygritte, no sabe nada, y en ella se notan algunos de esos daños colaterales del éxito del libro. Es realmente divertido cómo le sale mal su maniobra para que la madre de Virginia le echara la bronca por su aventura con Bill.
Es interesante ver cómo el estilo de vida de Virginia puede menoscabar los logros del estudio porque no se ajusta a las convenciones sociales, un aspecto que se explora también con el regreso de Margaret y Barton Scully a la serie. Bill se esfuerza, con resultados cómicos, por ser más cercano con la gente, pero sigue sin entender lo que pasa en su casa, pero sí que vemos que ambos siguen adelante con su affair, ahora ya sin engañarse diciendo que es parte del estudio.
Esto nos lleva a Libby, que sabe lo que está pasando, y sólo le pide a Virginia que no rompa a su familia. Es una relación a tres velada, diferente de la que Margaret lleva con su nuevo novio (creyendo que es mejor que los secretos que le guardaba Barton), pero que también va encaminada a romperse por algún sitio (si sabéis algo de las vidas de Masters y Johnson, sabéis por dónde lo hizo). Y si Libby decide dejar a Bill, algo que parece que cruza su mente varias veces, no habrá nadie que se lo eche en cara.
'Masters of sex' es de los secundarios
Virginia Johnson puede ser, de facto, el centro de la serie, pero donde 'Masters of sex' lleva ofreciendo un gran nivel desde su primera temporada es en su retrato de sus secundarios. No sólo Barton y Margaret Scully, con esa dolorosa asunción de que no deben tener más secretos entre ellos, sino en Lester y, sobre todo Betty. Aún no hemos vuelto a ver nada más de su relación con Helen, pero Annaleigh Ashford mantiene su condición de arma secreta de la serie, y pone casi todos los toques de humor.
De hecho, esta tercera temporada de 'Masters of sex' tiene un tono un poco más ligero, incluso aunque el fantasma de la guerra de Vietnam aceche al fondo. No tiene pretensiones de trascendencia y, quizás, por eso está resultando un visionado bastante disfrutable. El añadido de Josh Charles y su seductor magnate de los perfumes (y cómo Virginia lo ve como un escape momentáneo a su relación con Bill) se mueve en la misma dirección, y lo interesante es ver cómo Masters y Johnson siguen queriendo ser tomados en serio aunque su libro, de golpe, se convierta en muy popular.
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