'La cúpula' regresa a los orígenes con sus mediocres personajes y las amenazas de la semana

No es lo mismo que ‘La cúpula’ tenga una temporada a que vaya a durar unos cuantos años. El verano pasado el canal CBS mintió un poquito al respecto, llamándolo ‘serie-evento’ tanto como fue posible para luego descubrir que tenía el mismo recorrido que cualquier serie veraniega, que si funciona recibe el encargo para otra temporada. ¡Y vamos si funcionó!

‘Under the dome’ fue un fenómeno en Estados Unidos, donde los éxitos se suelen reservar para el cable en verano, y también lo fue en la península ibérica. La razón era comprensible. Los high-concepts no siempre funcionan pero la aparición de una cúpula encima del pueblo Chester’s Mill, aislándolo del exterior, llamó la atención y picó la curiosidad de aquellos que disfrutan con los misterios con tintes de ciencia ficción.

Brian K. Vaughan, el responsable de adaptar el texto de Stephen King, optó por aplicar un estilo que aprendió escribiendo en ‘Perdidos’, abriendo interrogantes y más interrogantes pero aportando pocas respuestas. Y esta es la triste realidad y la mayor condena de ‘La cúpula’: no puede permitirse el lujo de resolver la mayoría de dudas porque, si lo hacen, la campana electromagnética se deshinchará como si se tratase de un globo.

¿Cuáles son los alicientes?

Si algo enseñó ‘Perdidos’ es que lo mejor es tomarse las dudas con pinzas o por lo menos entenderlas como un elemento más y no la única finalidad para ver una serie. Al ver los dos primeros episodios de ‘Under the dome’, sin embargo, es imposible formular otras preguntas como espectador: ¿hasta qué punto vale la pena seguir con el relato? Si no podemos esperar respuestas inmediatas, ¿cuál es nuestro aliciente episodio a episodio?

La ficción no lo pone fácil. Nuestros alicientes deberían ser los personajes y sus complicadas historias de supervivencia dentro de ese micro-universo a la fuerza, pero ninguno va a ninguna parte. Da igual si se trata de un héroe llamado Barbie, una chica lista como Julia o un psicópata como Junior: ningún personaje es especialmente interesante, ni tan siquiera quince episodios después. La esperanza, por lo tanto, es inútil.

‘La cúpula’ resultó estimulante justamente cuando se puso las pilas en el tramo final de la primera temporada. Los personajes eran circunstanciales pero pusieron la directa en el aspecto mitológico, se salieron un poquito del molde de “amenaza de la semana” y, de tanto acelerar, hasta pudimos olvidarnos de sus defectos y limitaciones. Pero el arranque del segundo año demuestra que seguirá el mismo camino que al principio, que esto podría ir para largo y que no hay ninguna intención de abandonar el rígido esquema.

En el primer episodio, los habitantes caen desmayados como moscas. En el segundo, descubren una plaga que amenaza los alimentos. Y, entre amenaza y amenaza, hasta algún personaje cae más allá de la inconsciencia. ¿Pero qué más da si en primer lugar no era interesante y no genera ningún impacto dramático? Cuando llegue diciembre y toque recordar muertes inútiles, probablemente podríamos colocar este personaje en algún puesto bastante alto de la lista.

Probablemente la mayor suerte de ‘Under the dome’ sería su fracaso, que la CBS considere que no cumple unos mínimos y que avisen al equipo creativo que tienen unos cuantos episodios para finiquitar todas las tramas. Entonces quizá se atreverían a ahondar en la mitología, ya que los personajes no funcionan, y podríamos entretenernos como en los mejores momentos.

Pero también hay que andarse con cuidado, que la CBS también podría decidir que no les sale a cuenta la serie y cancelarla sin un final cerrado. Entonces ‘La cúpula’ sí que habría sido una pérdida de tiempo de forma oficial e irrefutable.

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