¿A nadie más que a mí se la hecho muy corta la tercera temporada de ‘Justified‘? La acumulación de villanos y los planes de traición que todos tenían contra todos han hecho que, cuando hemos querido darnos cuenta, ya nos hemos despedido del condado de Harlan y sus “alegres” habitantes hasta el año que viene. Porque, curiosamente, a pesar de que deberían haber visto a Quarles como un enemigo común llegado del norte, cada uno ha ido haciendo la guerra por su cuenta, maniobrando en unas alianzas que parecían más de reality que de verdad, pues en cuanto obtenían lo que querían, apuñalaban a su aliado por la espalda. Y lo que todos querían era el trono, y los millones, que había dejado Mags Bennett.
La búsqueda del dinero de Mags (y su sorprendente, pero lógico, destino) ha sido el motor de parte de las tramas de la temporada, en especial por el empeño de Dickie en recuperarlo al salir de la cárcel. Todas las partes implicadas han querido utilizar a Dickie en su beneficio, y éste ha seguido dando muestras de su falta de visión (y de su estupidez, en realidad) al irse metiendo en todas las trampas que le iban poniendo, incluso la del guardia y el enfermero de la cárcel, un arco autoconclusivo de dos o tres episodios realmente memorable. Dickie también ha sido una de las fijaciones de Raylan Givens, una fijación que ha demostrado, mejor que otras cosas, cómo el marshall ha estado casi toda la temporada con la guardia baja y menos avezado que otras veces para darse cuenta de todo lo que estaba pasando.
Quarles, el gran villano
El malo de la temporada ha sido, claro, Robert Quarles, ese mafioso que llega de Detroit para controlar el submundo criminal de Harlan y que va viendo poco a poco como todo su plan, que creía perfecto y a prueba de fallos, se le escapa de las manos. Quarles se revela capítulo a capítulo como alguien inestable y más desesperado de lo que parecía, que quiere quitarse de encima por las bravas todos los obstáculos que haya en su camino, y que es bastante brutal. Entre la pistola oculta en la manga de su traje y su querencia por los chicos jóvenes, no es extraño que su jefe de Detroit lo desterrara y que luego intentara matarlo. Y todos los intentos de Quarles por congraciarse de nuevo con él no hacen más que cavar su propia tumba.
Si Neal McDonough ha sido un histrión perfecto como Quarles, Mykelti Williamson ha estado también muy bien como Ellstin Limehouse, el jefe de la comunidad negra de Noble’s Holler, que ha ido mostrándose como el sucesor más claro de Mags por su modo de cuidar de los suyos. Limehouse, además, es experto en tender puentes con supuestos enemigos para poder enterarse de todo lo que pasa, y luego romper esa alianza y acabar con su enemigo sin ensuciarse las manos, a través de terceros. No sería extraño que, teniendo en cuenta su plan para hundir a Boyd Crowder, Limehouse fuera, si no el gran villano, sí uno de los más cruciales para la cuarta temporada. Después de ver cómo manipula a todo el mundo en los dos últimos episodios, no podemos perderlo de vista tan fácilmente.
Raylan, ¿tocado?
Raylan ha sido también de los manipulados por Limehouse y, de hecho, se ha pasado buena parte de la temporada sin saber exactamente lo que estaba pasando. Tarda en conectar a Wynn Duffy (otro gran secundario) con Quarles, luego tarda en darse cuenta de que Quarles está actuando por libre y que sus jefes en Detroit quieren eliminarlo y en la confrontación final entre Quarles y Limehouse (que deja un impagable momento gore), él no es más que un mero espectador. Que Winona lo abandone, otra vez, lo deja un poco tocado, y el hecho de saber que su propio padre habría sido capaz de matarlo para salvar la vida de Boyd también le afecta, aunque parece mostrarse más resignado que otra cosa. Arlo ya había intentado traicionarlo otras veces y, en su estado de confusión mental, no es nada extraño que no se parara a pensar quién era aquel policía con sombrero al que estaba disparando.
Esa revelación final del último capítulo es el último giro en una sucesión de ellos que ha llevado la temporada en un ritmo sin descanso. Las maquinaciones de Boyd se han visto un poco menos que otras veces, sobre todo porque se ha pasado gran parte del tiempo buscando modos de defenderse de Quarles, y demostrándole que las cosas funcionan de modo diferente en Harlan. Al menos, hemos visto cómo Ava es una igual con Boyd (y sigue siendo muy peligrosa
con una escopeta en las manos) y que no puedes fiarte de los buenos modales y la tranquilidad que siempre muestra Boyd. La dinámica de los tres con un Arlo cada vez más errático ha sido también una muestra de ese humor tan del género noir que se gasta la serie, muy en la línea de Elmore Leonard.
Por desgracia, a Rachel, Tim y Art (los compañeros de Raylan en la oficina de los marshalls) los hemos visto demasiado poco, porque sus interacciones con Givens siempre son muy entretenidas, pero había tantos personajes en esta temporada, que es normal que algunos quedaran más en los márgenes. ‘Justified’ ha sentido el vacío dejado por Mags, pero no tanto y ha mantenido el nivel en caracterización de sus personajes y en la construcción de unas tramas que no suelen ser lo que parecen que lograron en la segunda temporada. Es una serie realmente entretenida, con un estupendo reparto y una sensacional construcción de la atmósfera de ese deprimido condado minero de Kentucky, y esperemos que vuelvan a tener la misma suerte en los Emmy de este año que la que tuvieron el pasado mes de septiembre.
En ¡Vaya Tele! | ‘Justified’ y el legado de Mags Bennett
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