Había muchas formas de adaptar bien ‘Juego de Tronos‘ a la televisión y no todas implicaban ser fieles al material escrito por George R.R. Martin. Llamadme sacrílego si queréis aquellos que hayáis leído (devorado) los libros, pero lo mejor de las novelas es, precisamente, la cantidad de elipsis con las que juega y las perspectivas que maneja, que sostendrían cuatro o cinco libros más, narrados de manera diferente.
‘Juego de Tronos‘ habría sido una excelente serie de acción o una magnífica exhibición de épica. También un culebrón medieval absorbente. O incluso una potentísima reflexión filosófica sobre el poder, los fines, los medios, Maquiavelo y todos los engranajes que mueven el juego que nunca termina, el de los reyes y los aspirantes.
Pero, a diferencia de tantas adaptaciones, ‘Juego de Tronos’ ha decidido ser lo mismo que el libro del que nace: una mezcla de géneros y técnicas que prefiere centrarse en las motivaciones de los personajes a mostrarlos en acción, que prefiere los pequeños movimientos de tablero frente la gran épica de las batallas. Que contrarresta la omnipresencia de los diálogos con un importante gusto por el cliffhanger y la sorpresa continua que te deja con la boca abierta (el WTF!, que le decimos ahora).
‘Juego de Tronos’ contra el tópico y los prejuicios
Hay dos tipos de telespectadores ante ‘Juego de Tronos’: los que ya han leído los libros y saben cuál va a ser la siguiente pirueta y cuándo el capítulo correspondiente va a ralentizarse; y los que llegan vírgenes.
Es muy significativo, y dice mucho bueno de la adaptación, que estos últimos espectadores hayan aguantado más allá de los cuatro primeros episodios y se hayan quedado a la montaña rusa en la que la trama se sube después. Es también un buen síntoma para ‘Juego de Tronos’ que sean ellos, y no sólo los que ya éramos seguidores de la saga, los que hagan proselitismo, los que estén diciendo que la nueva apuesta de HBO merece la pena.
Esta vez no era tan obvio que la apuesta saliese bien. La fantasía está considerado un género menor, uno de los pocos pulp que aún tienen éxito y sobreviven. Frente a la Ciencia Ficción, a la fantasía no se le ha dado aún esa pátina intelectual que sirve para separar el grano de la paja.
Si no sois aficionados y pensáis en un libro o una película de ciencia ficción de prestigio, no tendréis problemas en encontrarlo. Pero hacer eso con el género fantástico yendo más allá de ‘El señor de los anillos’ es complicado. Y no, el ciclo artúrico no cuenta aquí. ‘Juego de Tronos’, en su versión televisiva, se ha saltado esas barreras y puede servir para borrar prejuicios. Prejuicios que, por qué no decirlo, han sido posibles gracias a tantos tópicos y tanta mala literatura de un género pensado para creación y consumo rápidos.
El alambicado mundo de George R.R. Martin puede ser visual
A la adaptación le costó echar a andar. No sólo en ritmo, sino también visualmente. De hecho, el piloto no acababa de dar en el clavo a la hora de reproducir el universo de Westeros. Hasta su cliffhanger, que en el libro era el primer mazazo, parecía frío. Pero pronto empezó a mostrar detalles: no sólo la trama se aceleraba, sino que la contemplación de “El Muro” o de las celdas de Roca Casterly Nido de Águilas certificaba que de cartón piedra, nada.
Más allá de las sorpresas, lo mejor de la serie es cómo evita que el televidente se pierda en el exceso. El libro asume que uno puede pararse a pensar y desborda una torrentera de personajes, líneas dinásticas, sucesos pasados, injurias, afrentas y olvidos por conveniencia…
En la televisión hacer algo así es imposible, sin llevarte por delante la atención del espectador, pero la serie resuelve bien el problema creando un ritmo mixto. Por un lado, hay tiempo para la disertación, para que los personajes pongan sobre la mesa esa mitología inabarcable de reyes, reinos, taifas y conjuras en conversaciones que amenazan con hacerse eternas. Pero no lo son, porque, por otro lado y a base de arreones y piruetas, te evita preguntarte qué era eso que comentaban y quién era aquel del que hablaban: ‘Juego de Tronos’ enseña al espectador que, si es importante, volverá. Lo que no le dice es si lo hará vivo o muerto.
Tras la satisfacción del juego, el inicio del choque y la tormenta
Nunca te encariñes con nadie, ni tampoco odies demasiado a ningún personaje. Así es (y será) ‘Juego de Tronos’ en HBO, como así lo era en los libros. Y ahora, con uno de los protagonistas principales descabezados, la sangre antigua de los Reyes unida de nuevo al poder del fuego, dragones naciendo en Poniente, reyezuelos jóvenes librando guerras que nunca pueden acabar y prisioneros de alto valor, ‘Juego de Tronos’ ya está en su salsa.
Sí, había muchas formas de adaptar bien ‘Juego de Tronos’, pero también unas cuantas de hacerlo mal y evitar que la obra saliese del gueto. La HBO, en la primera temporada, lo ha hecho con firmeza y sabiduría, agarraos fuerte para lo que viene después, que los que ya sabemos lo que pasa tenemos tantas ganas o más de verlo que los que no. Algo querrá decir eso.
En ¡Vaya Tele! | Cinco razones para ver ‘Juego de Tronos’
En Zona Fandom | Guía de Juego de Tronos