Pocas series –si es que hay alguna- actualmente en emisión que den tanto de sí como ‘Juego de Tronos’, ya sea por el tremendo impacto de momentos muy puntuales o por la simple grandeza de la historia que nos están contando. Sin embargo, hay ocasiones en las que importantes avances en la trama quedan disfrazados ante lo que a ojos de algunos podría parecer un simple episodio de transición para ir clarificando poco a poco las cosas. Eso es lo que ha sucedido con ‘Besado por el fuego’, quinto episodio de la tercera temporada en el que han sucedido muchas más cosas de las que podría parecer a simple vista.
'Juegos de Tronos' (3x05) Besado por el fuego
Tras el espectacular desenlace de 'Y ahora su guardia ha terminado', cuarto episodio de esta tercera temporada de 'Juego de Tronos', puede que algunos se hayan sentido decepcionados con lo que se nos ha contado en ‘Besado por el fuego’, ya que incluso la gran revelación final es de algo que está por venir. Sin embargo, el tono dramático del episodio, donde no ha habido espacio alguno para esos alivios cómico que tanto dominan en la serie, es la primera pista sobre la trascendencia de mucho de lo sucedido.
Es evidente que el anuncio final de las bodas de Sansa con Tyrion, totalmente superado por las circunstancias en este episodio –estupenda la escena en la que Lady Olenna lo controla a su antojo, y es que la capacidad manipuladora de Margaery le viene de familia-,y Cersei con Ser Loras nos ha regalado un gran momento, en especial por las reacciones de Cersei, pasando de la exultante victoria a la dolorosa derrota en apenas unos segundos, siendo su desenlace la sublimación del carácter intimista del episodio. Es habitual decir que los personajes son lo primero, pero en ‘Besado por el fuego’ ha quedado claro que se puede confiar totalmente en ellos para que simples palabras puedan tener un alcance mayor que la más grande de las batallas.
Los progresos de la guerra
No es casualidad que el tablero con el que Robb Stark recuerde a una partida de ajedrez, ya que en ‘Besado por el fuego’ ha quedado claro que son las victorias aparentemente menores las que pueden ser decisivas para ganar la guerra. El propio Robb es consciente de que ha sufrido dos graves heridas en el plano personal con la pérdida de Winterfell y el abandono de los Karstark –me da la sensación de que la ejecución de Lord Karstark y todo lo previo a ésta desequilibra un poco dramáticamente el episodio- tras tener que ejecutar a su Lord para evitar perder todo credibilidad como líder. La decisión de atacar Casterly Rock es una forma ejemplar de querer trasladar al enemigo sus propias debilidades, aunque, obviamente, Tywin ya va dejando todo atado con su decisión final. La estrategia sobre el combate cuerpo a cuerpo.
Diferentes son las cosas si echamos un vistazo a las dos wild cards que tanto Robb como Tywin han pasado completamente por alto, ya que tanto los salvajes liderados por Mance Rayder como el ejército de Daenerys avanza impasible para poner todo patas arriba. Sin embargo, en este episodio los primeros han tenido un protagonismo prácticamente nulo, quedando todo limitado al inicio de la intimidad física –imbatible el uso de la ya mítica frase ‘No sabes nada, Jon Nieve’- entre Jon Snow e Ygritte. Daenerys también ha perdido peso respecto a los últimos episodios, pero su objetivo en este episodio es reafirmar la confianza de su recién adquirido ejército, algo que consigue a través de un simple diálogo con el soldado que quiere mantener su nombre de esclavo.
La revelación de Jaime y otros acontecimientos
Entiendo a aquellos que echen de menos la presencia de grandes batallas, pero una escena como la revelación de lo sucedido cuando Jaime Lannister acabó con la vida de Aerys Targaryen tiene tanto o más potencial dramático que todo lo mostrado en ‘Blackwater’. No sólo ayuda a redefinir un personaje al que todos empezamos odiando en la serie tras tirar al vacío a Bran Stark y al que muchos ahora miramos de otra manera, sino que sirve para terminar de crear ese lazo de unión con Brienne que parecía inconcebible hace no tanto. Como apunte meramente trivial, me ha sorprendido la planificación de los planos en los que Nicolaj Coster-Waldau y Gwendoline Christie aparecen sin ropa alguno, ya que hasta daba la sensación de que podían haber tirado de dobles de cuerpo, algo muy desconcertante dada la escasa mojigatería mostrada por la serie hasta ahora.
Sí que he echado de menos que se avanzara un poco más en las pequeñas conspiraciones como la de Meñique –su aparición aquí es bastante intrascendente- o que al menos se nos ofreciera alguna escena tan potente como aquella en el último episodio en la que Varys nos contaba cómo acabó siendo un eunuco y la necesidad de la paciencia para conseguir la ansiada venganza, pero ya habrá tiempo para ello. Ese espacio se ha reservado para avanzar en las tramas de Arya, Stannis y Davos. El stand by de la primera parece que al fin va a llegar su final, ya que su periplo con los mercenarios nunca ha sido especialmente estimulante por mucha debilidad personal que tenga por los combates a espada. En el otro frente, la introducción de la hija de Stannis ha sido especialmente pausada incluso dentro de la tónica del episodio, pero me parece necesario para ir creando más interés sobre ella.
Apuntes finales
‘Besado por el fuego’ ha estado marcado casi en su integridad por la calma chicha, siendo los diálogos y las reacciones de los personajes a revelaciones más o menos destacables las que han servido de punto de apoyo para que el episodio brillara más de lo usual en estos casos. Se ha echado de menos a algunos personajes, pero ya habrá tiempo para que sus historias también avancen. Nadie, ni siquiera yo, seguramente se acuerde nunca de ‘Besado por el fuego’ a la hora de hablar de sus episodios favoritos de ‘Juego de Tronos’, pero es un episodio clave para que algunos frentes evolucionen e ir dejando todo a punto para la segunda mitad de esta tercera temporada.
En ¡Vaya tele! | 'Juego de Tronos' 3x04: avanzando hacia el fuego
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