El abandono de Hugh Laurie del rodaje de House la semana pasada disparó las alarmas. Internet se hizo rápido eco de la fuga y la productora tardó demasiado en dar una explicación, con lo que el actor ha tenido que hacer declaraciones que justifiquen su marcha, ahora que ya se ha reincorporado al rodaje.
Las declaraciones del actor no dejan lugar a dudas: el psicólogo le ha diagnosticado depresión. El éxito y 300.000 dólares por episodio no sirven de nada para él, que en repetidas ocasiones se ha definido como una persona neurótica, perfeccionista y obsesiva.
Hugh Laurie ha estado esta semana en Londres, con su mujer y sus tres hijos, de los que vive separado durante el rodaje de la serie. El rodaje de House le absorbe durante catorce horas al día, de lunes a viernes. La industria americana de televisión es muy exigente para todo el gremio y los actores no se libran de la presión. Si a eso se le suma una personalidad compleja y el vivir alejado de la familia, la combinación puede ser explosiva.
Pese a que desde la productora se intenta transmitir normalidad, una sombra de duda planea sobre la serie porque la depresión no es una enfermedad cualquiera y si se agrava puede dar al traste con los planes estipulados. Hugh Laurie ha mostrado su responsabilidad volviendo al trabajo, pero a mí me da la sensación de que este culebrón no ha hecho más que empezar. Temo que si las cosas se ponen difíciles para Hugh Laurie, la productora va a dejar de ser comprensiva y empezará a ejercer su autoridad. Difícil equilibrio porque sin Hugh Laurie, House se va al traste.
Vía | El País