'Homeland' es esa serie imprescindible que nos habla de la realidad de un mundo bastante feo y de las implicaciones e intereses creados por parte de unos pocos para gestionar las pasiones y miedos de otros muchos millones. En esta sexta temporada que acaba de terminar, la serie ha seguido por unos derroteros más conspiranoicos que nunca, mostrándonos que, a veces, el enemigo al que más debemos temer es el que se encuentra a nuestro lado.
Cambiando el foco
Una de las herramientas que mayormente utiliza la serie para centrar nuestra atención es cambiar el foco de un asunto de manera sorprendente y apabullante. Si nos esperábamos una temporada centrada en Sekou Bah y los límites de la libertad de expresión, estábamos muy equivocados.
Sekou es inocente, ¿y qué? ¿Veremos a Carrie luchar por defender su inocencia? ¿O iremos un paso más allá para desentrañar quién está interesado en culpar al chico de terrorismo islámico? La respuesta es clara, iremos más allá, como siempre nos plantea esta serie, aunque tengamos que lidiar con respuestas de las que dan terror.
Hemos accedido a una trama que pone el foco en los mecanismos que usa el propio sistema. Y que pueden ser abiertamente mentirosos y culpables. La conspiración en torno a la opacidad de los procesos, esas marionetas digitales de nicks tan graciosos y actitudes tan peligrosas, que hablan y retuitean según los intereses de una agencia a la que sentimos muy lejos de la bondad prometida, ha sido un gran elemento.
Quinn y Carrie
Mira que estamos acostumbrados a ver zozobrar a Carrie, prisionera de unos procesos mentales que no siempre son tan claros como quisiera. Pero, en esta temporada, si hay alguien que nos ha hecho sufrir, ése es Quinn. El soldado tóxico no podía volver a ser el mismo después de lo que le sucedió en la temporada anterior. 'Homeland' no es de ese tipo de series en la que el personaje que está a punto de morir se recupera dos secuencias después, más a tono que nunca.
La caida de Quinn nos ha servido para entender mejor a Carrie y ver una faceta humana que no le queda mal para empatizar con la audiencia. Quinn solo y perdido, Quinn perturbado... Pero también Quinn como un profesional, capaz de seguir las pistas que nadie más había contado y de salvar, una vez más, la vida de los que le necesitan. Una pena perderle para siempre pero, como decimos, la propia trama que protagonizó le había pasado una factura que, simplemente, no se podía obviar. Ha resultado doloroso pero bello verle construir su atípica historia de amor con Carrie, ésa que no se va por los derroteros de lo clásico, precisamente.
Más malo que Dar Adal
Ahora que está tan de moda ese antihéroe que es protagonista, que es un egoísta, un chungo y un ser adorable al mismo tiempo, es fácil que echemos de menos a esos malos megahorribles que siempre han poblado nuestros ensueños de ficción. Dar Adal es más malo que arrancao. Y no es menor que otra de sus características sea amasar un montón de poder entre sus manos mientras se mueve, supuestamente, en el lado del bien.
Su sonrisa sibilina, esa cabeza que no se despeina. Lo mismo le sirve para poner en jaque a la Presidenta Electa, chantajeándola y mintiendo sobre su hijo, que para pactar a las espaldas de Saul con los confidentes que guardan la escurridiza verdad en su cartera.
Dar Adal no tiene límites. Hasta el punto de que realmente parece disfrutar meneando todo ese cotarro manipulador. Más allá de entender el servicio a un bien mayor, parece un hombre adicto al poder. Su actitud le lleva a jugársela a Carrie, precisamente con lo más importante para ella. Con Frannie. Este hecho ha de servir al espectador para darse cuenta de que ciertas acciones van más allá de todo lo controlable, legal y moral y que cualquier persona que haga chirriar la cadena es, simplemente, eliminada.
Protagonismo coral
La temporada ha tenido a muchos personajes que nos han permitido disfrutar desde diferentes ángulos. Con Quinn robándole escenas a Carrie hemos bajado a los infiernos. Pero también con un Saul al que sus mayores apoyos fallan (por cierto, qué alivio volver a ver a Saul y Carrie como aliados). Max también ha tenido mucho peso y ha sido un elemento con el que hemos descubierto a esas marionetas digitales.
La Presidente Electa es otro de esos personajes que quieren hacer el bien hasta que se chocan con un muro obstinado en el que la legalidad no es la mayor de las preocupaciones. Tenemos a ese agente del FBI que muere al tratar de encontrar la verdad. Y a la fiel amiga de Quinn que trata de protegerlo. Ambos aniquilados a manos de sus propios colaboradores, de gente que esta "a su lado", pero que se ocupan de asuntos más turbios y perturbadores, a los que 'Homeland' sólo nos deja echar un vistazo.
En ¡Vaya Tele! | 'Homeland', historias con dos caras
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