Mira que es raro que se me quede a mí el nombre de un actor leyendo los créditos de las series, pero con Robert Culp me ocurrió en cuanto vi el primer episodio de ‘El gran héroe americano’. Era aquel tipo que exhibiendo una cartera abierta decía lo de “agente Bill Maxwell, FBI” cada vez que alguien le entreabría una puerta, y ayer mismo aquel hombre pasó a mejor vida después de un golpe en la cabeza que se dio mientras paseaba, por lo que desde aquí escribo mi más sentido pésame.
Lo recuerdo como el duro agente Bill Maxwell aunque luego, retrocediendo en el tiempo y consultando aquí y allá, para qué nos vamos a engañar, me doy cuenta de que Robert Culp es uno de esos eternos actores (además de reputado guionista y director ocasional) que siempre ha estado ahí y que habíamos visto en numerosísimas ocasiones interpretando papeles de todo tipo, tanto secundarios como de protagonista en una serie de éxito allá por los años 60, ‘Yo, espía’, que fue al parecer el máximo exponente de su carrera hasta que se metió a adyuvante positivo de Ralph Hinkley, aquel atolondrado superhéroe que no sabía volar porque perdió el libro de instrucciones de su traje.
Y tras conocer su muerte y repasar su currículum me ha dado por pensar en la lógica del esquema reductor que aplicamos en muchas ocasiones a la vida de los demás, actores, directores, guionistas o cualesquiera que sean sus profesiones, cuando nos da por elaborar un obituario, y es que solemos destacar a lo sumo tres o cuatro características de sus carreras o de sus personalidades obviando que la vida de un profesional se compone de todos y cada uno de los detalles que van modelando su forma de hacer.
En el caso de Culp, ¿qué quedará para la posteridad? ¿Un espía y un agente del FBI? Pongo un ejemplo: leo que Robert Culp había aparecido en ‘La hora de Alfred Hitchcock’, serie de la que yo fui seguidor en mis tiempos mozos, y ni tan siquiera recuerdo haberlo visto actuar allí.
Está claro que esa serie en concreto se componía de episodios absolutamente independientes el uno del otro, y que por tanto recordar uno a uno todos los protagonistas de todas las historias requeriría tener una memoria sólo comparable a la de mis compañeros de blog, pero la idea que manejo entre neurona y neurona es que seguramente Robert Culp me hizo sentir una cierta inquietud en su papel de ‘La hora de Alfred Hitchcock’, cualquiera que aquel fuera, quizás me dejó media noche sin dormir… y ahora ni siquiera soy consciente de ello.
De la misma manera, quizás esa aparición puntual en aquella serie aportó a la carrera de Robert Culp algo más que una línea en su ficha de Imdb, no sé, ¿una mirada diferente para intrigar al espectador, una nueva forma de gesticular, una manera de pronunciar algo en concreto? Quizás. Si aceptamos que cada una de nuestras vivencias nos hace crecer como personas, ¿por qué relegamos al olvido las intervenciones que consideramos menores de los protagonistas de la tele?
Vía | En memoria