Ayer, en Los hombres de Paco, me sucedió algo así. En la escena, Mariano (Pepón Nieto que, por cierto, está fantástico en esta serie) se viste de mujer (en una recreación de Tony Curtis en el clásico "Con faldas y a lo loco") para una cita con su superior (Juan Diego). El objetivo es poder meter un somnifero en la bebida para, mientras éste está dormido, poder robar una cinta de vídeo que guarda en su caja fuerte. ¿Adivináis lo que pasó? Pues sí, como era de esperar, al final Mariano acaba bebiendo de la copa equivocada y tomándose él el somnífero.
Este recurso, tan manido y previsible, hizo que la escena perdiera gran parte de su atractivo. Cuando en una serie se abusa de este tipo de cosas (algo que, lamentablemente, es excesivamente habitual) su interés cae por los suelos. No es el caso de Los hombres de Paco que, pese a que sí tiran de "oficio" algunas veces, también aporta cosas originales y divertidas.
Por eso, cuando surgen otro tipo de series (como House y su humor ácido y - al menos en los primeros episodios - inesperado, o como Perdidos y sus giros constantes de argumento) suscitan tanto interés: porque sorprenden.