‘Gossip Girl‘ se ha estancado. De esas veces que una serie empieza a dar vueltas una y otra vez alrededor de lo mismo, que los mismos personajes aparecen y desaparecen sin evolucionar en su carácter y sin que la cosa avance ni un poquito. Pues así. Y la cosa es que la serie de The CW se quiere mucho a sí misma de esa forma; seguimos teniendo trajes de noche, vestidos, chicas guapas, chicos monos, fiestas a tutiplén y un montón de rollo adolescente con mucho drama entre medias, y hasta delitos ocultos que siempre vuelven.
Y oye, a quien no le guste, ya sabe lo que tiene que hacer. Después de una tercera temporada casi para olvidar, ‘Gossip Girl‘ ha recuperado un poco el tono este año; no tiene nada que ver con los dos primeros años de la serie, evidentemente ya no estamos hablando de adolescentes luchando por el reinado del instituto (aunque un poco de eso sí hemos tenido), y poco a poco tienen que ir planteándose sus opciones de futuro. Francia, la llegada de Katie Cassidy y un Chuck renovado tras el disparo prometían nuevos aires. Y los hubo, sí, pero no duraron mucho tiempo.
France, l’amour y el contacto con la realeza
El hecho de que la temporada comenzara con las chicas en París dio mucho juego; al fin y al cabo son ricas, y si ‘Gossip Girl’ quiere reflejarlo, no hay mejor forma que mostrar los viajes de Blair y Serena. Entre la “Tour Eiffel”, los “croissants” y los “garçons”, tuvieron tiempo de ligar y hasta emparentarse con la realeza. El tal Louis, que no podría ser más adorable aunque se lo propusiera, se presentaba como uno de los grandes candidatos a sustituir a Chuck en el corazón de Blair, pero como siempre… el amor-odio de estos dos lo impidió.
Los responsables de la serie decidieron que iban a seguir con el mismo juego entre Blair y Chuck para la cuarta temporada, el de putearse el uno al otro pase lo que pase. Así, ella trató por todos los medios de cargarse su relación con la francesita con la que Chuck regresó de Francia, y él hizo todo lo que pudo para separar a Blair y Louis una vez que éste decidió, como quien no quiere la cosa, viajar a Nueva York para convertir a Blair en princesa. Ah, y entre medias un par de polvos, claro está. Eso sí, preciosa la escena en que Chuck renuncia a su amor por el bien de su amada; eso sí que es de cuento de hadas.
‘Gossip Girl’ ha aprovechado muy bien la coyuntura de bodas reales que se produjo con el matrimonio entre William y Kate, y no dudaron en volver a traer a Louis para crear una historia similar. Parece que ese acercamiento que vimos con Dan fue una falsa alarma, y menos mal. Ya dije el año pasado que era la única combinación que faltaba por hacer, y aunque parece que está irremediablemente destinado a ocurrir, se agradece que no precipiten mucho las cosas y que cuando ocurra sea porque la trama lo pida.
El pasado de Serena siempre vuelve
Y cómo no, ‘Gossip Girl’ no podía dejar pasar una temporada sin escarbar en el oscuro pasado de Serena, aunque esta vez la cosa ha ido más allá que en años anteriores. La aparición de Juliet en el primer capítulo de la temporada nos orientaba a la posible identidad de “gossip girl”, la “reina cotilla” o como la queráis llamar, pero resultó que no, que todo se debía a un maquiavélico plan de la chica y, sobre todo, de su hermano encarcelado para vengarse tanto de la rubia como de su madre.
Y fueron unos capítulos bastante interesantes; se mezcló toda la trama de la lucha entre Juliet, Blair y Serena por entrar en el sitio ese molón de la Universidad (no me interesa lo que es el sitio ése, me interesa las putadas que se hacen unas a otras) con la resolución del misterio que afectaba a Serena y, por extensión, al resto de su familia y amigos. Lo que nunca pensamos fue que al final fuese Lily la responsable de todo el marrón, y mucho menos que tras resolverse todo, Serena iba a volver a liarse con su antiguo profesor recién salido de la cárcel.
Fue ahí cuando la cosa empezó a decaer un poco, hay que saber cuándo finiquitar algo que ya no da más de sí, y aunque nos quisieron meter al profe durante unos capítulos más después del parón de navidad, suerte que no duró mucho más en la serie.
Y también el de Chuck
Para la segunda mitad, además, nos tenían reservada toda la trama de los Thorpe y la causa por la que Russell estaba tan interesado en hacer caer Industrias Bass. A mí esta trama ni fu ni fa, salvo en el último par de capítulos cuando la cosa empezó a ponerse intensa. El secuestro de Blair (que vaya secuestro más chapucero y poco creíble), la aparición del sempiterno Jack Bass y el plan para desenmascarar las verdaderas intenciones de Russell a la hora de querer hacerse con los vídeos de la noche en que ardió el hotel estuvieron muy bien. Pero vamos, un capítulo y ya, tampoco hacía falta marear tanto la perdiz.
El problema de ‘Gossip Girl’ es que adolece una y otra vez de los mismos fallos; sigue repitiendo, sí, pero tanto lo bueno como lo malo, sigue machacando tramas que ya estaban cerradas y trayendo personajes que ni pinchan ni cortan. Jenny y Vanessa, por poner un ejemplo, han terminado su ciclo; mejor aceptarlo pronto y mandarlas a ambas a tomar por culo. La primera ha aparecido apenas unos capítulos (y gracias), pero a la segunda la hemos tenido en la sopa durante mucho tiempo, y parece que la cosa va para largo. También Damien debería dejar de aparecer; y por favor, que no intenten darle trama a Eric, de toda la vida ha sido un elemento más del atrezzo, y calladito está más mono. Para la quinta tenemos una boda real, una nueva oportunidad laboral para Serena, un embarazo (increíble la cantidad de series que este año han terminado con este recurso) y un sinfin de fiestas, modelazos y putadas entre unos y otros. Yo la quinta la veré.
En ¡Vaya Tele! | ‘Gossip Girl’: plan B, plan Blair