La referencialidad nostálgica se ha convertido en una constante gracias a la inmensa popularidad de títulos como ‘Stranger Things’. Lo geek está de moda, y ser friki o nerd ya no es sinónimo de marginación, como nos muestra ‘The Big Bang Theory’.
Sin entrar en su profundidad o calidad, que es otro debate, hay que asumir la normalización del estereotipo del friki en el audiovisual. Y, sobre todo, lo mucho y bien que vende, y consigue audiencia, el homenaje a tipos concretos de cine, como el género de aventura, terror adolescente o ciencia-ficción, casi siempre centrado en los años ochenta.
Este tipo de productos, mucho más soft, se prestan más a la desconexión del espectador que a urdidas y complejas tramas, casi siempre oscuras y muy habituales en la ficción televisiva contemporánea. La intrascendencia de éstas se enfrenta de lleno a la universalidad temática de las “grandes series” -insisto en las comillas-. Y, en muchos casos, prejuzgamos la calidad de un producto en tanto a su aspecto externo.
Tengo que reconocer desde el principio que cuando vi los cinco primeros minutos de ‘Future Man’, quité el capítulo enfadado y muy decepcionado. La serie, a pesar de que Josh Hutcherson estaba entre el reparto, donde aparecía también Haley Joel Osment, me parecía estúpida, burda e inconsistente. Pero me dije que, si quería criticarla con argumentos, tenían que terminar, como mínimo, el piloto, y así lo hice.
La sensación se mantenía, pero algunas de las situaciones me hacían presuponer que quizá habría tramas de interés. Al final, me tragué los trece capítulos de la primera temporada, y tuve que reconocer el error: la serie se deja ver bien. Eso sí, bajo ciertas condiciones.
Me parece importante recalcar que una serie de este tipo, más ligera, siempre gana en visionados maratonianos. Es así como menos se perciben sus fallos, viéndolos de seguido y de forma casi obsesiva. En general, muchas ficciones similares a ‘Future Man’, con intencionalidad más cercana al entretenimiento, ganan enteros al consumirse así.
De la gamberrada a la autoparodia
También resulta clave otro aspecto: el tono que se marca. Desde el principio de la serie, ésta se declara burda y escatológica, algo lógico teniendo en cuenta que la dupla Evan Goldberg-Seth Rogen es la responsable de la serie. En la creación de este humor resulta fundamental lo reiterativo de su tono, que se vuelve pesado para el espectador que no se siente cómplice del caca-culo-pedo-pis.
La serie necesita de varios capítulos -a mi juicio, los peores- para acostumbrar al espectador al ritmo y el estilo que veremos. Y, una vez conformada una imagen propia, ‘Future Man’ la toma y la destroza.
La idea inicial, de parodia ultrarreferencial directa de la ciencia-ficción nostálgico-ochentera, pasa a una suerte de meta-parodia, con una referencialidad implícita y formal, mucho más sutil. Probablemente, esta sea la mayor virtud de la serie: su capacidad de reinventarse tras un comienzo flojo, gamberro e incluso básico.
La inconsistencia narrativa de ‘Future Man’ sí que es una constante. El mero hecho de hablar de viajes en el tiempo complica bastante la premisa. Establecer una idea narrativa en torno a los viajes temporales hace mucho más difícil la escritura de un guión coherente y cohesionado.
Movidas espacio-temporales
Películas como ‘Regreso al futuro’ y sus continuaciones, fundamentales para muchos gags y homenajes de la serie, ‘Los cronocrímenes’ o ‘Doce monos’ son ejemplos de historias que utilizan en su argumento viajes temporales. A pesar de la compleja maraña de tramas temporales, las resoluciones de sus historias son satisfactorias, redondas en muchos casos.
Sin embargo, ‘Future Man’ ignora las consecuencias de los viajes temporales con mayor frecuencia de la debida. Descuidando las conexiones pasado-presente-futuro, la serie muestra su desinterés en los entramados temporales de su construcción narrativa, que debería ser el centro de su atención argumental.
Lo curioso es que los mejores momentos de la serie son los que más se alejan del hilo argumental de la misma. Los episodios que sirven para desarrollar personajes o simplemente para crear situaciones humorísticas bastante absurdas son de lo más entretenido de los trece capítulos de la temporada. La mayoría los monopoliza el personaje más carismático: Wolf, al que da vida Derek Wilson (Eliza Coupe da vida a la otra protagonista, Tiger).
Pero tampoco nos vamos a engañar: ‘Future Man’ no me ha cambiado la vida. Es una serie digerible que no aspira a nada más allá del entretenimiento, sin que esto signifique nada negativo. Porque, y yo el primero, son muchos los que se equivocan prejuzgando historias por su aspecto externo y su sencillez.
La serie es una magnífica propuesta para maratonear y desconectar, apoyándose sobre todo en su autoconciencia de producto ligero, sencillo y honesto. Si en Navidad os apetece algo entretenido y que va in crecendo conforme avanza, 'Future Man' (producida por Hulu y disponible en HBO España), es la opción a tener en cuenta.
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