Estamos de acuerdo en que, por ahora, llevamos pocos capítulos de Fringe como para ponernos a analizar sesudamente los derroteros que puede tomar la serie más adelante. Pero una cosa está clara, por ahora: Fringe es la más clara "hija" de Expediente X que ha habido hasta ahora en la televisión estadounidense.
Bones, Sobrenatural y Torchwood (aunque sea de la BBC) tienen todas algunos aspectos de la serie de Chris Carter, ya sea la relación entre sus protagonistas, las historias o su sentido del humor. Pero es Fringe la que recoge de manera más decidida su testigo, por mucho que sus responsables se empeñen en negarlo. La serie de J.J. Abrams no tiene extraterrestres y afirma que va a moverse en las fronteras posibles de la ciencia (bueno, esto no hay que tomárselo muy en serio), a la vez que sus productores dicen que el tono será también distinto. Efectivamente, de momento Fringe se toma a sí misma más en serio, lo que no siempre es una virtud.
Sin embargo, ya han utilizado ese clásico de Expediente X del asesino en serie que mata para sobrevivir, y Peter Bishop y Olivia Dunham están empezando a posicionarse en los papeles del escéptico y el creyente (más o menos) en los que empezaron Mulder y Scully. Estos dos agentes del FBI, además, no sólo se las vieron con marcianitos y fantasmas, sino que también se enfrentaron a experimentos secretos del gobierno estadounidense que lidiaban con trastornos del sueño, control mental, clonación, mutaciones y terapias genéticas, aspectos todos que entran dentro del terreno que nos han dicho que cubrirá Fringe, y al principio de la serie era muy habitual ver autopsias, procesamientos de pruebas al estilo CSI y un evidente esfuerzo por que las teorías que explicaban los casos entraran dentro de lo científicamente posible, incluso aunque fuera muy pillado por los pelos.
Dunham, además, empieza la serie buscando la verdad sobre su compañero, y amante, el agente Scott, y parece dispuesta a que perseguirla a cualquier precio, una actitud muy propia de Mulder en la investigación de la abducción de su hermana. Y Broyles parece el Walter Skinner de las primeras temporadas de Expediente X. Fringe emplea a una multinacional poderosa como "entidad malvada" en lugar del gobierno federal (de momento), pero los experimentos que llevaron a Walter Bishop al internamiento en el psiquiátrico podrían haber sido, perfectamente, investigados por Mulder y Scully. Los escenarios industriales abandonados, la fotografía tenebrista, los cielos nublados... Todo contribuye a crear una atmósfera no muy distinta de la que tenía Expediente X. Además, Fringe tiene como productor asociado a Darin Morgan, uno de los mejores guionistas que tuvo nunca la serie de Chris Carter, y si escribe para Abrams capítulos como El descanso final de Clyde Bruckman, Fringe dará un salto cualitativo importante.
Dicho esto, una cosa quiero puntualizar. Estoy encontrando Fringe muy entretenida. Hay cosas que tiene que pulir pero, entre sus hallazgos, hay que apuntar que Walter Bishop puede terminar siendo uno de los mejores personajes de la temporada. Apenas se han emitido tres episodios y, si seguimos con la comparación, Expediente X tardó casi dos temporadas en dar de sí todo lo que prometía, así que hay que tener paciencia.
En ¡Vaya Tele! | Especial Fringe: La herencia de Perdidos y Expediente X