Una de las series que puede presumir de haber tenido uno de los mejores finales de temporada de este año es, sin duda, ‘Fringe’. En él pasan tantas cosas, y se nos abren de golpe tantas posibilidades, que en parte por eso hemos tardado un poco más de lo previsto en analizarlo y en echar un vistazo a cómo ha sido la segunda temporada en su conjunto. Desde que se emitió en Estados Unidos, además, los seguidores de la serie parecen haberse dividido entre los que prefieren los capítulos más serializados y mitológicos y los que se muestran contentos también con los “monstruos de la semana”, algo que a veces tiñe los puntos de vista desde los que se hacen las críticas a la serie.
Así que, para saber todos dónde estamos, desde mi punto de vista, ‘Fringe’ es un procedimental de ciencia ficción con toques serializados, dados por una trama continuada que recorre toda la serie. En eso, no se diferencia tanto de ‘Expediente X’, de la que muchas veces se ha presentado como su heredera y alumna más aventajada (muchos casos sueltos desprendían un buen aroma a los viejos tiempos de Mulder y Scully). Optar por un esquema más procedimental no es ningún deshonor ni descalifica automáticamente a una serie, porque todo depende de cómo se lleve a cabo. ‘Fringe’ a veces no ha construido esos casos autoconclusivos todo lo bien que podría, pero en general han sido muy entretenidos.
No se puede negar, eso es cierto, que cuando ‘Fringe’ se centra en la mitología de la guerra entre los dos universos es cuando suele dar de sí casi todo lo mejor, y por lo visto en el final de temporada doble, esa trama no va a hacer más que mejorar en la próxima temporada. El vistazo que hemos tenido de Tierra 2 (como lo llama un crítico estadounidense) nos ha permitido descubrir a las versiones alternativas de nuestros personajes, empezando por un Walter mucho más seguro de sí mismo e implacable (y probablemente no demasiado diferente del Walter de nuestro universo antes de su internamiento en el psiquiátrico) y una Olivia pelirroja y más relajada que la agente Dunham que conocemos, sin tantos traumas a cuestas, con una sonrisa mucho más fácil de ver y dispuesta a seguir las órdenes de Walternate para destruir nuestro universo y así, o eso piensa él, mantener el alternativo a salvo.
La infiltración de Olivia 2 en nuestro universo, y el hecho de que la otra Olivia sea hecha prisionera de Walternate, es el principal cliffhanger con el que ‘Fringe’ tendrá que lidiar en la tercera temporada. El intercambio de las dos Olivias nos permitirá pasar más tiempo en el universo alternativo, lleno de detalles y pequeñas diferencias con el nuestro que convierten su exploración en algo realmente divertido. Por supuesto, tienen que seguir aprovechando a Walternate, que es un villano realmente a la altura de lo que se esperaba, y tengo curiosidad por ver si William Bell de verdad no sobrevivió al paso de Walter y compañía al otro universo.
No vamos a recapitular todo lo que pasa en este final de temporada porque es probable que necesitáramos varias entradas para hacerlo. Lo más destacado es cómo vemos más en detalle el nivel de destrucción que el primer cruce de Walter de un mundo a otro provocó en Tierra 2, o que Olivia reconozca finalmente lo que siente por Peter, o el lío que tiene Peter para saber quién es en realidad, o ver de primera mano la relación entre Walter y Belly, de la que yo me quedé con ganas de ver más. El principal salto cualitativo de ‘Fringe’ se nota en el modo en el que se ha profundizado en los personajes, muchas veces a través de los “monstruos de la semana”: el sentimiento de culpa de Walter por lo que hizo por Peter, la creciente confusión de éste al saber que pertenece al universo alternativo, la gradual asunción de Olivia de que tiene un papel importante que jugar en todo esto (y que debe desarrollar sus poderes y, en la medida de lo posible, intentar perdonar a Walter por lo que le hizo), la cada vez más entrañable relación entre Walter y Astrid, la vaca Gene…
‘Fringe’ ha ampliado su mundo y se ha mostrado mucho más confiada en sus posibilidades en la segunda temporada, por lo que se ha podido permitir digresiones tan simpáticas como el capítulo musical, un pequeño cuento que demuestra que la serie tiene la capacidad de no tomarse a sí misma tan en serio, aunque la exploten poco. Los actores están todos mucho más cómodos, destacando un John Noble que sigue siendo sensacional y una Anna Torv que le ha sacado el jugo a la evolución de su personaje, y toda la serie ha superado con creces esa sensación de frialdad y excesiva seriedad que tenía al principio. La tercera temporada promete mucha diversión.
En ¡Vaya Tele! | Canal+ estrena el lunes la segunda temporada de ‘Fringe’