La competencia feroz entre cadenas para vender sus eventos ante la audiencia ha inventado la estrategia de la fiesta, puesta de largo o como se quiera llamar a los especiales de despedida de temporada. El Internado o Sin tetas no hay paraíso dijeron adiós a lo grande con fiestas más propias del cine y los resultados fueron tan buenos que parece que el ejemplo ha cundido.
Los de Yo soy Bea han montado para el próximo miércoles una despedida de solteros de los más apropiada para darle el pasaporte a los protagonistas tradicionales y El hormiguero prepara para el lunes lo que ellos llaman un fiestón de final de temporada con invitados especiales y colaboraciones de lujo. Propuestas diferentes pero que tienen en común el hecho de destacar que terminar una temporada o una etapa ya es todo un logro. Hasta la despedida del Tomate fue por todo lo alto, por no hablar de las palabras grandilocuentes que cerraron Angelino.
Menos efusivos estuvieron anoche los de Noche Hache, que se despidieron sin demasiado aspaviento aunque, eso sí, Cuatro les ha dedicado una nota de prensa de lo más elogiosa, no vaya a parecer que la cosa termina mal. Porque en el fondo todo se resume en lo mismo, en que los espectadores nos llevemos la impresión de que todo lo que pasa está calculado, de que todo en televisión es un camino de rosas.
A mí, en cambio, tanto derroche de optimismo me hace pensar en qué habrá detrás de tanta alegría forzada. No acabo de entender por qué emplean tantos esfuerzos y medios en unos eventos que apenas durarán en nuestra memoria unas semanas (en la tele la información se renueva muy deprisa). ¿De verdad es necesario acabar así, por todo lo alto? Si cuando vuelvan a programar los espacios tendrán que empezar de cero de todas maneras porque supongo que serán conscientes de que, por una ley extraña, algo que ha funcionado una temporada puede fracasar en la siguiente.
En ¡Vaya Tele! | Promoción a la americana de Sin tetas no hay paraíso