Que en una serie española apareciese un personaje homosexual de catorce años era algo inaudito hasta hace poco. Por suerte, el tabú se ha roto de la mejor de las maneras y el personaje de Fidel en Aída se ha convertido en uno de los ejes vertebradores de la serie, actuando como catalizador en las historias entre los adolescentes y participando activamente en las historias de los adultos, gracias a un perfil maduro que permite que el personaje pueda adaptarse a las todas dinámicas.
Seguramente este tipo de personaje no tendría cabida en un drama, pero una comedia permite explorar y explotar los conflictos del personaje con ligereza (aunque con rotundidad), y con seriedad (aunque sin tener que llegar a ponerse demasiado trascendentes en el asunto).
Evidentemente, el personaje de Fidel es un estereotipo, pero no más que el resto de personajes que pueblan Aída y que responden a las características de los personajes de ficción. En todas las series, sobre todo las comedias, los personajes están estereotipados, pero nunca se habían atrevido en España con el estereotipo del niño homosexual.
La audiencia millonaria de la serie y la ausencia de polémicas al respecto ponen en evidencia que el personaje de Fidel ha sido bien acogido, y su importante papel en el desarrollo de las tramas manifiesta la aceptación del personaje. Un signo de madurez en una televisión a la que suele recriminársele el estar aún en pañales y en una audiencia a la que a menudo se le recrimina la mojigatería.
El ¡Vaya Tele! | Aída regresa arrasando Imagen | Telecinco