Ante una nueva serie de la que no sabemos nada, no basta con el ejercicio del piloto; no siempre se hace alarde en él de todos los recursos disponibles. Salvo los casos en que la mediocridad se hace evidente desde el minuto cero (como 'Dads', por ejemplo), yo necesito llegar al tercer capítulo de una nueva serie para tomar la decisión de adoptarla, con todas sus consecuencias, en lo bueno y en lo malo, o abandonarla para siempre. Puede que a 'Halt and Catch Fire' tenga que darle más de tres.
Y es que la cosa trae cola. ¿Un drama de AMC ('Breaking Bad', 'The Walking Dead', 'Mad Men') sobre ordenadores? Sheldon Cooper debe haber declarado ya 'Halt and Catch Fire'su serie favorita. A mi, en cambio, me provoca sentimientos encontrados. Me gusta, pero me aburre en ciertos momentos. Me conquista con todo ese look ochentero, pero me pierdo entre sistemas hexadecimales y códigos en lenguaje ensamblador. Reconozco que tiene calidad, la trama es interesante y los personajes aún más, pero no sé hasta qué punto podrán mantener mi interés; ni si objetivamente los entresijos del desarrollo del PC y de la carrera informática entre las grandes empresas en la era pre-Internet pueden enganchar a cualquiera que no tenga -como mínimo- curiosidad sobre el tema.
¿Un drama sobre ordenadores?
"Podemos cambiar el modo en que la gente trabaja, el modo en que la gente vive y cómo interactúan con los otros. Podemos darle un bocado al Universo."
Steve Jobs y Joe MacMillan
Estamos en 1983. IBM ha revolucionado el mercado de la informática doméstica con el primer PC sólo dos años antes. Pero gracias a la "arquitectura abierta" (todos sus componentes son fabricados por terceros) cualquiera puede construir un clon y competir con 'The Big Blue', que sólo es dueña de la información que contiene la ROM BIOS (el chip con los códigos de arranque). Así ocurrió y a IBM le surgieron competidores por doquier que practicando la ingeniería inversa sacaron sus clones de PC al mercado.
Pero, ¿se le había ocurrido a alguien convertirlo en una máquina no sólo transportable sino verdaderamente portátil? Sí, a Compaq. Que en la ficción viene a ser Electric Cardiff, la empresa a la que Joe MacMillan (Lee Pace, 'Pushing Daisies'), un visionario, lleva prácticamente a la quiebra con una jugada digna del mejor bufete de abogados, antes de intentar convertirla en la verdadera Marco Polo de la informática.
Para ello se rodea de un equipo con ciertas disfunción emocional: Gordon Clarke (Scoot McNairy) un ingeniero de software brillante, que desaprovecha su potencial en el equipo de ventas obligado por la responsabilidad de llevar un sueldo a casa en lugar de soñar con proyectos como el Symphonic, un ordenador que construyó junto a su mujer, también ingeniera. MacMillan reconoce este potencial y quiere explotarlo. Como el de Cameron (Mackenzie Davis), una joven geek que parece que no tiene dónde caerse muerta y que tendrá que escribir la BIOS.
Con el aliento del ejército de abogados de IBM en la nuca después de acusarles de plagio y con una cartera de clientes en plena fuga, tendrán que demostrar que pueden materializar su idea sin infringir ninguna ley de copyright. Y establecer una nueva base de clientes: la gente. Se trata de hacer llegar la revolución informática a nuestras casas, a nuestras mesas de trabajo con una idea osada: una máquina dos veces más rápida por la mitad de precio.
Los puntos fuertes
El elenco de 'Halt and Catch Fire' es su principal atractivo. Y nos lo han demostrado, poniendo a los tres protagonistas al borde del precipicio casi desde el primer minuto, exhibiendo así todo su potencial dramático. Joe MacMillan es un tiburón, un Patrick Bateman de las ventas sin límites ni principios. Sus métodos son arriesgados e incluso pasan por pisotear los códigos éticos sin ningún miramiento. O el primero o nada. O la gloria o nada. Tras desaparecer misteriosamente de IBM llega a Electric Cardiff para ponerla patas arriba con su labia de vendedor y sus discursos plagiados de Steve Jobs. Cameron es prácticamente un enigma, pero lo que está claro es que no es una chica como las demás. Gordon ha de lidiar continuamente con sus fantasmas internos para darse a sí mismo una oportunidad de demostrar su genialidad.
Son tres personajes sin -aparentemente- nada en común que se complementan y transmiten una gran química entre ellos. Son tres personajes sometidos una enorme presión -encontrar la forma de legalizar su proyecto y sacar un PC competitivo al mercado sin que IBM les meta en la cárcel-; una situación límite que hará aflorar todo tipo de sentimientos y reacciones mientras los tres se ponen a sí mismos contra las cuerdas.
Las referencias a los 80 son una gozada para todos los que nos quedamos "enganchados" a esta época. Es imposible no pensar en películas como Juegos de Guerra, a la que parecen homenajear incluso en la escena en la que MacMillan encuentra a Cameron jugando a Space Invaders en los recreativos. La música, la ropa y sobre todo la tecnología, obsoleta ante nuestros ojos pero el aladid de la modernidad entonces: todo está pasado por el filtro de la estética ochentera.
El talón de Aquiles
Reconozcámoslo. Más de una vez nos hemos quedado igual que antes ante un diagnóstico de House o las explicaciones de Sheldon Cooper sobre la Teoría de Cuerdas. Pero ambos cuentan con un gran recurso para mantenernos enganchados y satisfechos, pese a que no entendamos prácticamente nada de lo que nos están contando: la comedia. Afrontar un tema arduo y tan específico como la ciencia puede ser divertido si se ilustra con metáforas como "la Geología es las Kardashian de las Ciencias" o "los ingenieros son los Oompa Loompa de la Ciencia." O si el doctor sentencia su galimatías médico con perlas como "hacerle una endoscopia por donde el sol no brilla" o "ecografiadle el útero, a ver si ahí dentro está creciendo algo que no tome biberón”, por muy críptico que nos parezca el resto del diálogo, nos seduce con otros recursos.
Sin embargo en 'Halt and Catch Fire' no hay concesiones en su guión cuando se trata de afrontar la ingeniería informática desde su faceta más ininteligible. Es lenguaje informático puro y duro. Y es la base de la trama. No es el único ingrediente, pero pesa mucho. Narrativamente es excelente, maneja todos los recursos clásicos que pueden llegar a convertir a una serie en adictiva. Sólo han de conseguir que el fondo eclipse a la forma y la trama y las historias personales sean lo suficientemente potentes para pasar por alto estos momentos incómodos y aburridos para los que tenemos una percepción de la informática mucho más "doméstica". En definitiva: una serie que necesita una o varias oportunidades. Yo, de momento, le concedo un capítulo más.
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