Superado el hype de su fulgurante inicio en audiencias (en EEUU y también aquí, al menos para los parámetros de laSexta), el paso del tiempo ha convertido a ‘El Mentalista’ en una serie de poca vida propia y demasiada rutina. Y la tercera temporada, pese a su final, ha confirmado justo eso: no digo que se haya convertido en un mal procedimental, pero su dinámica interna, sus casos sin chispa y sus personajes planos han impedido que superase sus mejores momentos y que la brillantez escasease cada vez más.
Por todo ello, la tercera campaña de ‘El Mentalista‘ ha sido toda una medianía y, desde el punto de vista de entretenimiento (ya no hablamos de nada más allá, de ambiciones más altas), se hace difícil justificar una renovación de una serie que, tan pronto, navega a buen ritmo, pero sin dirección clara de lo que quiere. No obstante, ‘El Mentalista’ se guardaba para su final de temporada una baza que ha postergado demasiado tiempo.
La historia de John El Rojo, tantas veces olvidada y a la que tan poco jugo han querido sacar sus guionistas, regresaba en sus dos últimos episodios, ‘Strawberries & Cream’. Y, sorprendentemente, los guionistas se soltaban la melena y daban rienda suelta a sus instintos más bajos: en busca de un “game-changer”, han encontrado recursos de guionista de serie b. Y no, esta vez eso no es peyorativo.
Supongo que nadie que haya seguido la serie puede realmente sorprenderse de que Jane acabara con John El Rojo a sangre fría, en medio de un centro comercial. En una serie que no se caracteriza precisamente por el uso del subtexto, los guionistas habían puesto varias veces en la boca de Patrick Jane que éste mataría a su nemesis en cuanto tuviera oportunidad. Y ése ha sido el truco bajo la manga de los creadores de la serie para el final de su tercera temporada: ojo por ojo, diente por diente.
El Mentalista: Magia gastada y un giro con poco que aportar
En una reciente entrevista, defiende Simon Baker, actor principal de la serie, que esto supone un vuelco a todo, que a partir de ahora tendremos a una serie protagonizada por un asesino de sangre muy fría. Obviando que para eso ya está ‘Dexter’, uno como espectador puede preguntarse qué añade esto a ‘El Mentalista’. Sí, en sus dos últimos episodios ha sido un buen truco, pero la magia ha de ser algo más que humo y espejos.
¿Qué aportará ver a ese Patrick Jane sanguinario en el día a día de la serie? ¿Servirá para aportar por fin chispa a los cosas, a la estructura procedimental? Permitidme dudarlo: como demuestra ‘The Good Wife’, la capacidad para ir tejiendo una trama fuerte a la vez que unos casos brillantes se tiene o no se tiene. Y ‘El Mentalista’ lo primero nunca lo ha tenido y lo segundo sólo ha aparecido en ocasiones cada vez más espaciadas en el tiempo.
Hablaba de guión de serie B y decía que no era peyorativo. El último capítulo de ‘El Mentalista’ se ha apoyado en trucos viejísimos, que todos conocemos, pero que siguen funcionando y, lo que es más importante, divirtiendo: el topo que siempre estuvo ahí, las pistas que no vimos (porque en realidad no nos las enseñaron), el asesino al que nadie habría reconocido porque es una cara agradable, simpática… No hace falta ver que esta historia ya la hemos leído, visto u oído mil veces, y que, de hecho, hay unos cuantos, muchos, thrillers de presupuesto barato que se basan justo en esto.
Fortaleza de los actores y chispas de brillo en un buen final
Lo importante es que esos trucos salgan bien y quizás en el último capítulo de la tercera temporada de ‘El Mentalista’ todo funciona por ellos. Desde el explosivo comienzo hasta esos momentos finales, de gran altura, con un muy bien medido enfrentamiento y con dos actores muy por encima de lo que su papel (y el guión) les exigía: Simon Baker siempre ha sido un creíble Patrick Jane; de hecho, sigo pensando en que es el gran hallazgo de la serie, pero tenía que medir sus gestos más que nunca. Y Bradley Whitford debía ser, a la hora de revelarse, la única cara posible de John El Rojo. Ambos han superado el reto.
En general, todo en el último episodio ha estado más medido que nunca: también en la dirección del capítulo y hasta los pequeños detalles. Ese gesto final de pagar la cuenta dice mucho más del personaje que todo lo que se le ha puesto en boca durante tantos capítulos de la temporada. También pasó cuando, en anteriores temporadas, vimos bajo qué dormía Patrick Jane. Es una lástima que se haya esperado tanto para aprovechar los puntos fuertes de la serie y que se hayan conformado con ser un procedimental más.
Por primera vez en tres temporadas, ‘El Mentalista’ ha optado por cerrar lo que empezó. Si sólo ves el piloto y este doble episodio final, te valdrá, será suficiente y, sinceramente, te habrás ahorrado mucha rutina. Y lo que es más: te parecerá estar ante una serie muy inteligente sobre sus límites y cómo usarlos para parecer mejor. En realidad, es un espejismo y será complicado que se repita en una cuarta temporada que, a priori, parece bastante innecesaria. Como cantarían Astrud, esto debería acabarse aquí y así.
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