Los guiones de la primera temporada eran mucho mejores que los de esta. Al menos hasta la mitad de la serie. Entonces entraron en una espiral de sinsentidos que han continuado hasta ahora. La única diferencia es que aquí el espectador sabe cosas que el protagonista aún desconoce. Aunque en la teoría esto prometía hacer más interesantes los capítulos, en la práctica sólo nos ha traído interpretaciones dignas de varios Razzies.
Lo decía el pasado lunes Fernando de Felipe en su columna de crítica en el diario La Vanguardia: para seguir esta serie necesitas un mapa. El desenlace parece imposible de los giros inesperados que a cada capítulo retuercen la trama.
Pero parece que el fin va a llegar, en dos semanas sabremos... ¿qué es lo que no sabemos? Ah, sí claro, quién es el asesino de Arturo Acosta. ¡Cómo he podido olvidarlo!