El domingo, TNT estrena en España la quinta y última temporada de The Wire, una de las mejores series de la televisión reciente y también una de las más ignoradas por los premios y de las que ha pasado más desapercibida para el gran público. En estos últimos 10 episodios, el interés se centra en la prensa, después de que las anteriores temporadas estuvieran centradas en los barrios pobres, la corrupción del poder o el sistema educativo.
Como es marca de la casa, la trama no es fácil de seguir desde el principio, los personajes no se nos presentan en blanco y negro ni en términos fáciles de juzgar o etiquetar y cada una de las piezas va encajando lentamente conforme se acerca el último capítulo. A cambio, se nos ofrece una serie de la que no se puede escapar una vez que caes en sus garras.
Algunos críticos han apuntado que ésta no es la mejor temporada de The Wire, pero no parece que eso sea demasiado importante. Formó con The Shield y Los Soprano la trinidad de series del cable que utilizaban géneros y conceptos que parecían ya gastados, como las series de policías y las de mafiosos, para darles una nueva dimensión, añadirles un comentario social, estudios de personajes y más capas que una cebolla. En el caso del programa de David Simon y Ed Burns, además, la ciudad de Baltimore es tanto, o más, protagonista que el detective McNulty, Avon Barksdale o el teniente Daniels.
Desde que finalizó la serie, sus actores y sus responsables han ido apareciendo poco a poco en otros lugares. Simon y Burns crearon Generation Kill y tienen en proyecto una serie sobre la Nueva Orleans post-Katrina. A Lance Reddick (Daniels) lo ha adoptado J.J. Abrams en Perdidos y en Fringe, y dos de sus jóvenes narcos, Jamie Hector y Tristan Wilds, pueden verse actualmente en Héroes y 90210, respectivamente.
Vía | El Mundo
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