Ayer La 1 cerró la trama de Desaparecida, una serie que se ha ganado buenas críticas de público y crítica y que se ha destapado como una de las revelaciones de la temporada. El caso de Patricia Marcos, que se planteó como una temporada única, ya no daba para más y había que finiquitarlo. Suerte han tenido del éxito de personajes como el Teniente Sierra y la Sargento Andrún, que seguirán con su periplo televisivo si la audiencia les acompaña.
He sido fiel seguidora de la serie y me parece que tiene unos valores más que destacables como la excelente producción, los guiones sólidos y las interpretaciones. Que una serie de ficción nacional se decida por un drama convencional, sin pasar por el género del culebrón y sin caer en la comedia ya me parece una apuesta digna de mención. Eso sí, el final de Desaparecida me dejó un sabor agridulce y cierta sensación de enfado.
¡Peligro Spoiler!: el resto de la entrada contiene spoilers (revelaciones de la trama) del final de Desaparecida. Léela bajo tu propio riesgo.
Comprendo que haya que cerrar la historia de los personajes, pero ¿de todos? Desaparecida tuvo más finales que El señor de los anillos, y eso ya es decir. Hasta Rubén aparece llorando en el parque, mirando la foto. Y el final de Cristina, los pendientes, su intento de suicidio, que si se muere que si no, la aparición del fantasma de su madre..., excesivo a todas luces.
Precisamente uno de los valores de Desaparecida, desde mi punto de vista, fue la cotidianeidad en el tratamiento del crimen, pero desde el capítulo que emitieron antes del parón de Navidad, cuando se encarceló a Gerardo, el tío de la víctima, las tramas entraron en un espiral de sorpresas y giros. Tantos giros como personajes, podría decirse. Y no es que los giros sean malos, pero no encajan en una serie como esta, que presumía de tratar un crimen basado en la realidad de la mayoría de los crímenes que se cometen en este país.
La investigación y la familia, ejes de la serie, dejaron de protagonizar las tramas, y pasaron a destacar el crimen en sí y al criminal en cuestión. El cambio de enfoque resultó perjudicial para la credibilidad de la serie porque las consecuencias de un crimen así en una familia estaba muy bien tratadas, pero la psicología de la mente del asesino se les ha escapado de las manos y el personaje de Cristina, para mí, no ha estado a la altura del asesino que yo esperaba.
Por último, la imprescindible transición al spinoff. Perdemos a Carlos Hipólito, que nunca ha sido uno de mis actores favoritos pero que en Desaparecida hace un papelón. Ha conseguido mantener la integridad del personaje pese a los retruécanos argumentales a los que le han sometido. Y de repente, la hija del Teniente Sierra, un personaje anecdótico y nada interesante, pasa a tener minutos. Qué injusta puede llegar a ser la televisión.
En ¡Vaya Tele! | UCO, el spinoff de Desaparecida
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