Hollywood está dispuesto a entregar la cabeza de Kevin Spacey y en esto Netflix parece decidido a seguir la corriente. Tras varias idas y venidas entre rumores de spin-offs y comunicados de cancelaciones, la plataforma parece ahora resuelta a acabar con el imperio de los Underwood en una sexta y última temporada. Y así lo anunciaba esta misma semana: la serie acabará el año que viene con 8 nuevos capítulos. Pero aquí viene el giro: Frank Underwood se queda fuera..
Reescribir guiones para adaptarlos a las circunstancias más allá de la pantalla nunca pareció una buena idea, pero, ¿es ésa la verdadera razón por la que Netflix concluye el mandato de los Underwood en la Casa Blanca? El adiós de 'House of Cards' parecía inevitable tras una quinta temporada algo premonitoria que iniciaba la caída de una serie que tuvo momentos de gloria pero que desde hace algún tiempo sabe que va tocando a su fin.
(Y hasta aquí puedes leer sin spoilers...)
Ver de nuevo la quinta temporada de 'House of Cards' a la luz de los últimos acontecimientos fuera de la pantalla es algo así como tener una iluminación. Esa gran serie que dio en la diana de muchos de los temas candentes de las cloacas de la política contemporánea, cruzando muy finamente la línea entre fantasía y realidad, se revela ahora más que nunca en esa encrucijada entre ficción y verdad ante las acusaciones y confesiones del propio Kevin Spacey y sus compañeros de rodaje.
Como por extensión de esa tierra de nadie que sitúa al espectador frente a la pantalla entre las sospechas y las dudas ante la perspectiva de la manipulación de la verdad, la realidad sobre la serie en sí misma y los rumores que la rodean vuelven más confusos los límites de la narrativa e impactan el visionado, de por sí dividido entre la realidad de la ficción y las similitudes con la realidad política global y añade ahora una tercera línea de realidad: la que afecta a actores y demás involucrados en la producción.
En ese triple nivel de interpretación, la serie demuestra su agotamiento ante la perspectiva del cambio. Tras cinco temporadas de estratagemas y corrupción parecemos conocer todas las técnicas de Frank Underwood que, si bien sigue sacando ases de la manga, éstos continúan dentro de una misma línea de estilo. Lo que, tras una cuarta temporada de confrontación y una quinta de empoderamiento, pone ahora a Claire en el disparadero.
Claire Underwood: ¿cambio o continuidad?
Efectivamente, Claire Underwood (Robin Wright) parece de nuevo para los 3 niveles de realidad de 'House of Cards' el soplo de aire fresco que la serie necesita: por una parte, Frank Underwood parece desgastado tanto para el electorado americano, como para la audiencia; por otra, Kevin Spacey parece tener los días contados. Pero lejos de ser personaje antitético y un giro para la trama, esa expectativa de cambio parece un callejón sin salida en manos de Claire y mucho nos tememos que, de nuevo real como la vida misma, la esperanza de una nueva cara no puede ser otra cosa que más de lo mismo.
Una mirada a cámara hacia final de temporada -que apela directamente al espectador y le dispara directo al corazón como principal cómplice de su corruptela-, junto con el envenenamiento de Tom Yates –el único atisbo del lado humano aún con vida en Claire- constatan su transformación y el definitivo renacer de su personaje como la reencarnación en el poder del mismísimo Frank, confirmando así el presentimiento con el que arrancaba el segundo capítulo de la temporada en un plano premonitorio que fundía siniestramente los dos rostros en uno.
Dos personajes fortísimos y con un carácter muy marcado –que hoy más que nunca confunden persona y personaje- que, sin embargo, no han evolucionado en sus motivaciones, basadas en el poder como fin último. A pesar de los inagotables virajes de las tramas, que se retuercen sobre sí mismas del mismo modo que el alma negra de sus protagonistas, la evolución de éstos se vincula más al qué que al porqué, lo que dificulta su avance y bloquea la capacidad de sorprendernos.
A pesar de que la quinta temporada retoma en su segunda mitad el ritmo trepidante de sus inicios, con giros constantes e inesperados y diálogos vibrantemente astutos e incisivos, no consigue sorprender a un espectador aletargado donde su capacidad de escándalo, ya acostumbrada a la corrupción, dormita anestesiada e impasible frente a la pantalla. Condena y a la vez genialidad de la serie que mejor representa la política de la sobreinformación y las apariencias propia del siglo XXI.
Relevos imposibles en 'House of Cards'
A estas alturas, quizá sólo una derrota podría sorprender al espectador y eso requeriría nuevos personajes enérgicos y suficientemente despiadados para hacer sombra a los Underwood. En parte, una de las debilidades de la primera mitad de la temporada, centrada en la competición contra los republicanos, flojamente representados en un candidato poco capaz de hacer frente a las estrategias políticas de la Casa Blanca.
Con Tom (Paul Sparks) y LeAnn (Neve Campbell) fuera de juego, Seth (Derek Cecil) y Cathy (Jayne Atkinson) apartados, Doug Stamper (Michael Kelly) y Tom Hammerschmidt (Boris McGiver) ya exprimidos al máximo, parece difícil encontrar oposición a la altura de la enorme fuerza de los personajes centrales, portadores necesarios de todo el peso de las tramas. Desaprovechadas las posibilidades de enfrentamiento con los republicanos, la esperanza de un enemigo interno, ambicioso y trepa como los mismísimos Underwood, se perfila como la única opción posible. ¿Miss Davis (Patricia Clarkson)?
Otro de los retos de la sexta temporada será mantener el equilibrio de todo un aparato hasta ahora apoyado sobre dos patas. Si bien es cierto que su curso natural pasa por pivotar hacia Claire -y así lo anticipa una quinta temporada ya enfocada a la maniobra-, con Kevin Spacey fuera de juego, Claire va a necesitar un apoyo poderoso que reemplace a su socio en la partida de cartas. Buena suerte a Netflix con la jugada.
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