Durante los últimos años se han multiplicado las discusiones sobre la posibilidad de que las ficciones televisivas hayan alcanzado tal nivel que no sólo nada tienen que envidiar al séptimo arte, sino que han logrado superarlo. No voy a entrar ahora en ese debate, ya que tanto cine como televisión tienen sus fortalezas y debilidades, pero lo que sí está llamando mi atención en las últimas semanas es el aluvión de proyectos que se están anunciando en el que se busca convertir una película de cierto éxito en su momento en una serie de televisión.
A lo largo de la historia hay varios ejemplos de series dando el salto a la gran pantalla y de largometrajes que buscan una segunda vida en la televisión. Justo es decir que los primeros son mucho más abundantes que los segundos y que tan fácilmente han dado pie a grandes películas como a cintas que ni tan siquiera merecen que dediquemos nuestro tiempo a recordar su existencia. ¿Qué hay de malo entonces en esta especie de moda a la inversa? Nada sobre el papel, pero estoy convencido de que la ¿pequeña? crisis que pasa la televisión norteamericana a la hora de lanzar joyas a la altura no va a resolverse por esa vía.
El relativo agotamiento de las series americanas
Puede que cueste aceptarlo o incluso que algunos consideren que estoy diciendo una completa barbaridad, pero el ritmo con el que la televisión americana crea grandes joyas está en claro retroceso. Únicamente la llegada de nuevos participantes como Netflix o Sundance Channel está evitando un colapso más pronunciado en lo referente a los nuevos lanzamientos. No me entendáis mal, hay producciones veteranas –pongamos el límite para considerarlas como tal que ya estén al menos en su tercera temporada- que nos siguen deleitando con maravillas en cada episodio –al último emitido de ‘Breaking Bad’ tendríamos que ponerle en un pedestal para rendirle pleitesía-, pero entre las novedades abunda lo repetitivo e incluso los mejores estrenos están lejos de encandilarme tanto como hace unos años.
Jamás hubiera esperado que ‘Gravity Falls’ fuese a convertirse en mi estreno favorito de la temporada 2012/2013, y por mucho que disfrute con sus brillantes eingeniosos guiones y sus carismáticos protagonistas, no deja de ser una cosa aislada y que, al menos por el momento, se queda lejos de poder tan siquiera competir por estar entre mis series favoritas. Soy perfectamente consciente de que me podríais mencionar otras novedades interesantes como ‘Hannibal’ o ‘Vikings’ y que es probable que se me haya quedado en el tintero algún estreno particularmente jugoso, pero la sensación que me quedó con la mayoría de los estrenos es que eran relleno que iba a tardar poco en ser cancelado o propuestas sin ningún aliciente especial, y entre medias alguna cosa interesante perdida.
Antes me fastidiaba no poder seguir tal o cual serie, e incluso mis veranos estaban repletos de episodios que había tenido que dejar para el verano por falta de tiempo. Algo más esperanzadoras son las nuevas propuestas de cara a la temporada 2013/2014 –recordad que estoy hablando exclusivamente de series de Estados Unidos-, pero a priori tampoco veo ninguna con suficiente potencial para ganarse mi corazón y que sufra por ver nuevas aventuras de sus protagonistas. Algo hay que hacer ahí, y mucho me temo que las adaptaciones de películas van camino de convertirse en la gran apuesta para solucionar un problema que precisamente ha surgido por la falta de valentía, en especial de las networks, para apostar por nuevas vías.
Demasiadas y con dudosas posibilidades
Si echamos un vistazo a las noticias televisivas de las últimas dos semanas encontraremos informaciones sobre como mínimo el posible salto a la televisión de ’12 Monos’ –una de mis películas favoritas y quien no la haya visto, ya tarda en solucionarlo-, ‘Abierto hasta el amanecer’, ‘Acorralado (Rambo)’, ‘El mariachi’, ‘El exorcista’ y ‘Reality Bites’. Sé que resulta curioso que sea precisamente yo, el que propuso hace prácticamente un año cinco películas cuyo posible salto a la pequeña pantalla veía con buenos ojos, el que se queje por ello, pero una cosa es algo excepcional y otra que se acumulen los proyectos de esta manera.
Soy consciente de que luego varios de esos proyectos van a acabar en la basura, convirtiéndose en un piloto que no irá a más –recordad el aún reciente caso de ‘Zombieland’- y si alguna acaba convirtiéndose en serie, no sería de extrañar que ni siquiera completase su primera temporada. El problema es la tendencia que marca, ya que en los últimos años lo raro era que se anunciasen un par de proyectos de este tipo durante el mismo mes y mucho me temo que ahora va a ser el pan nuestro de cada día. ¿Para qué arriesgarse con nuevas historias cuando te puedes limitar a expandir una que ya ha demostrado su valía en el medio audiovisual con más en común con la televisión?
Es ahí donde esta tendencia, más o menos importante según el valor que cada queramos darle, no sólo no se convierte en una solución para la falta de cojones de algunos ejecutivos, sino que va camino de perpetuar el problema. Y es que claro que alguna de ellas u otras que irán surgiendo en el futuro puede dar pie a una serie como mínimo estimable o incluso una genialidad si los astros se alinean, pero es una salida fácil y seguramente innecesaria en la mayoría de los casos. ¿Qué impedirá que lo siguiente sea coger otras modas horribles del séptimo arte como esa de querer convertir cualquier cosa en una película, ya sea el juego del Tragabolas o un dibujo encontrado en DevianArt?
Moderación y riesgo
Como en todo, la clave está en no abusar de las modas, primero para no desgastarlas antes de tiempo y segundo porque pueden basarse en un éxito más presunto que real –volviendo al cine, ¿qué éxito han tenido los saltos al cine de novelas que mezclan elementos fantásticos y románticos más allá de Crepúsculo y Los juegos del hambre?-. El problema es que el equilibrio se está rompiendo poco a poco y yo ya empiezo a tener dudas sobre si no sería conveniente decir que la última edad de oro de la televisión americana ha acabado o va camino de ello.
Ojo, buenas y muy buenas series sigue habiendo, pero también las había antes y el panorama general era mucho menos halagüeño. Algo tiene que cambiar si no quieren que las producciones de otros países acaben comiéndole la tostada entre las personas que busquen en una serie algo más que un mero pasatiempo, y ese algo no es empezar a adaptar películas a lo loco. Eso es pan para hoy y hambre para mañana. Hacen falta apuestas sobre seguro y otras más arriesgadas con las que saber lidiar y no estrenarlas de mala manera, condenándolas así al fracaso y a mayores dificultades a los que intenten hacer algo diferente en ocasiones venideras. Además, apostar sólo por lo primero es una condena a la mediocridad a largo plazo.
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