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'Doctor Who' se embrolla al final de su sexta temporada


La espera hasta el próximo otoño para ver la séptima temporada de ‘Doctor Who‘ se va a hacer otra vez larga, incluso a pesar de tener el especial de Navidad para que sea un poco más llevadera. Cada vez que una entrega de esta serie se acaba, el panorama televisivo se queda un poco más triste, necesitado de que la aventura, la energía y la sensación de que todo es posible que transmite la TARDIS regresen lo antes posible. Y eso que esta sexta temporada ha puesto de manifiesto las debilidades que subyacen en el modo de organizar las tramas serializadas de Steven Moffat. Además de idear monstruos originales y muy inquietantes, Moffat tiene mucha querencia por los puzzles y los misterios que se desarrollan a lo largo de muchos capítulos. De hecho, uno de los principales de esta entrega, la identidad de River Song, se estaba cocinando desde la mitad de la cuarta temporada.

La presentación de esos misterios y de las preguntas que plantean siempre suele ser muy interesante y atraparte con rapidez; el doble episodio inicial de esta sexta entrega ha sido el punto más alto en cuanto al arco mitológico, y era sólo de presentación. Las resoluciones, tanto a mitad de temporada como al final, han querido superarse en cuanto a amplitud de miras y a ambición narrativa, acumulando una respuesta detrás de otra y, al mismo tiempo, planteando alguna que otra cuestión nueva, y el resultado ha sido un poco atropellado. Las ideas peleaban por hacerse hueco y sobresalir, y al final no terminaba de sobresalir ninguna. Excepto que River Song es uno de los mejores personajes salidos de la imaginación de Moffat.

Un vistazo a…
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El misterio de River

Desde ‘Silence in the Library’, la identidad de River había sido una de las incógnitas favoritas de los fans, que ya entonces acertaron parte de sus secretos, como que se había casado con el Doctor. Pero el recurso de utilizar el Teselecta para suplir al Doctor en su “muerte” (aunque hay que reconocer que ese robot cambia-formas tripulado como si fuera el Enterprise es estupendo) le resta un poquito de emoción a la boda. Paradójicamente, porque Alex Kingston está, como de costumbre, sensacional mostrándonos los sentimientos de River hacia el Doctor. Y también acertaron los fans al suponer que estaba en la cárcel por asesinar al Doctor, aunque que luego él aparezca tan campante por ahí (la segunda vez que se enfrentan a los Ángeles Llorones ella ya ha sido condenada, pero él no esconde quién es y está vivo y coleando) y nadie se pregunte sobre si el crimen fue real o no es uno de esos daños colaterales de las historias de viajes en el tiempo.

De todos modos, el asesinato predestinado del Doctor le permite adoptar esa tristeza y esa resignación a estar solo que terminó impregnando los últimos momentos de David Tennant como Doctor. Tanto Moffat como Russell T. Davies han puesto siempre especial cuidado en apuntar que la serie es más sobre sus acompañantes humanos que sobre él, y ver sufrir a Amy y Rory termina recordándole que viajar con él puede ser peligroso y mucho menos divertido de lo que parece cuando se pisa la TARDIS por primera vez. Al fin y al cabo, por su culpa River es secuestrada cuando es un bebé y Amy y Rory nunca consiguen verla crecer. Por lo menos, al final Amy vuelve a demostrar esa fortaleza que la había hecho tan atractiva al principio.

El Silencio y otros monstruos

Los grandes villanos de la temporada han sido el Silencio y sus secuaces, que han dejado algunos momentos aterradores y muy imaginativos. Sí, son un poco del estilo de los Ángeles Llorones, pero no por eso dejan de ser efectivos. Por su culpa, han surgido este año algunas voces que se preguntaban si ‘Doctor Who’ no se había vuelto demasiado oscura para que la vieran los niños (algo que no comparto). De todos modos, además del Silencio, ha habido episodios autoconclusivos estupendos con monstruos igualmente originales, como los muñecos de madera de ‘Night terrors’, o el laberinto del minotauro disfrazado del hotel de ‘El resplandor’ en ‘The God complex’. Algunos de esos capítulos han compensado un tramo inicial de la temporada bastante irregular, en el que algunas historias estaban ahí sólo para justificar determinados desarrollos en el arco serializado (como los dobles de carne falsa, o Flesh).

Curiosamente, durante buena parte de esta mitad final se ha estado coqueteando con la noción de que el peor “monstruo” de todos es el propio Doctor. En el especial ‘The waters of Mars’ se veía que la tentación de creerse un semidiós estaba ahí latente, y el final de mitad de esta temporada recuperó la idea detrás de la construcción de la Pandorica; que los pueblos que han sido derrotados por el Doctor lo consideran casi un genocida y ven necesario unirse para eliminarlo por completo. Es lo que motiva al Silencio, y lo que lleva también al Doctor a replantearse algunas cosas, en especial en relación con sus acompañantes.

Con esta sexta temporada, ‘Doctor Who’ ha confirmado su éxito fuera del Reino Unido, y en Estados Unidos parece estar sobrepasando ya la etiqueta de “culto”. A pesar de las reticencias que se puedan tener con los puzzles de Moffat, lo cierto es que la serie siempre se las ingenia para hacernos sentir como niñosa punto de entrar en una gran aventura, y en ningún subestima nuestra inteligencia ni, muy especialmente, la de los niños. La difícil situación económica que atraviesa la BBC ha alcanzado también a la serie, acarreando la cancelación de ‘Doctor Who Confidential’, pero su repercusión ya a nivel internacional apuntala todo lo que se empezó a construir cuando se estrenó la recuperación del Doctor, en 2005. En sus capítulos se nota que la gente que hace la serie también se lo pasa muy bien en ella.

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