Recibí con mucha alegría la noticia de que Steven Moffat era el nuevo showrunner de 'Doctor Who' y durante un tiempo disfruté muchísimo con sus grandes ideas y la forma en la que iba jugando con el espectador hasta llegar a resoluciones que normalmente no estaban a la altura de la genialidad que había llegado a demostrar. Sin embargo, ya en la séptima temporada comencé a aburrirme con lo que nos proponía, pero el magnífico especial con motivo del cincuenta aniversario de la serie me hizo recuperar la esperanza en que ese bajón de nivel podía ser algo temporal.
Decidí esperar a que se emitiera al menos el segundo episodio de esta octava temporada antes de pronunciarse al respecto -y aún así he tenido que darle muchas vueltas-, ya que el primero me dejó una sensación un tanto extraña que difícilmente iba a poder describir de una forma certera. Con el segundo la sensación de decepción y resignación ante lo que veía en pantalla fue alarmante -¡y lo dice alguien que se alegra ya solamente con ver a los Dalek!-, confirmándome la sensación de que la fórmula Moffat está en clara decadencia.
Buscando su sitio
Justo es señalar que la ambición sin fin de Moffat parece haberse calmado -ya tendrá tiempo para liarla- en beneficio de una apuesta por la introspección, tanto del propio Doctor como del resto de personajes. Esto ha alcanzado una fuerza notable en 'Into the Dalek', donde la inmersión en el interior de una de estas peculiares criaturas ha servido para sacar a relucir las dudosas motivaciones de nuestro protagonista, aunque el hecho de enfrentarse a ellas de frente a frente posiblemente haga que esto vaya perdiendo peso mientras el Doctor busca su sitio en el universo.
Clara es otro personaje que no termina de encontrar su sitio en la serie, y no es porque Jenna Coleman no ponga de su parte o porque Moffat haya mostrado desinterés en ella -su episodio de introducción fue muy bueno y la forma en que ha dejado claras las cosas son respecto a su relación con el Doctor es hasta estimulante-. Eso sí, tampoco tengo del todo claro el motivo, pero hasta ahora lo mejor que nos ha ofrecido acompañando al Doctor es la emotiva e inesperada última despedida de Matt Smith y ahí el principal culpable de ello fue él, no ella.
Por otro lado, tenía muchas esperanzas depositadas en la llegada de Peter Capaldi y aunque tenía claro que su particular locuacidad demostrada en otras obras iba a rebajarse, sí que esperaba algo más que a un Doctor algo errático y sin las ideas claras, algo que choca frontalmente con su imagen de héroe experimentado. Con todo, recuerdo que en el caso de Tennant también hubo una serie de dudas iniciales antes de que se adaptó al personaje, pero en este caso me temo que es más una cuestión de enfoque. ¿Un Doctor de transición? No lo descarto ahora que le quedan un montón de nuevas transformaciones.
Problemas de interés
Otra cosa que he venido notando según pasaba el tiempo de Moffat en la serie es que cada vez sentía un menor interés por lo que nos proponía como showrunner, alcanzando alarmantes niveles de indiferencia durante buena parte de la séptima temporada y también durante el excesivamente alargado episodio navideño de despedida de Matt Smith. Necesitaba un revulsivo y la conseguida ambientación victoriana de 'Deep Breath' o la curiosa premisa sobre los Daleks son insuficientes si sencillamente no me importa lo que me están contando.
Está claro que en esa indiferencia hay un marcado componente subjetivo, pero que nadie me venga con esa tontería de que hay que ser objetivo a la hora de opinar sobre algo. La sensación que me queda es que Moffat está jugando con conceptos menores, que bien podrían servir como base para curiosos minisodios o como parte de una historia más grande -pero dentro del episodio y no de la temporada-, pero que tal y como lo expone se agotan demasiado pronto y acaban haciendo que uno desconecte de lo que suceda. Habrá quien esté encantado -sobre el papel, indagar en el interior de los personajes suena muy bien- y piense que estoy diciendo una estupidez, pero yo me conformo con que la cosa empiece a cambiar ya... o que Moffat empiece a pensar seriamente en ceder 'Doctor Who' a otro showrunner.
Me queda la esperanza de que esto empiece a cambiar mañana con la emisión del tercer episodio, pero creo que la magia de Moffat que tanto llegó a maravillarme se está agotando y como mucho aparecerá con cuentagotas en episodios puntuales -escritos o no por él-. Dicho lo cual, cada vez añoro más a Russell T. Davies -algo que no hice ni una vez durante la quinta temporada-, y eso que ni mucho menos olvido de algunas atrocidades a las que dio luz verde...
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