Un millón setecientos mil espectadores, o lo que es lo mismo un 11,3% de la audiencia decidió despedirse para siempre de ‘Doctor Mateo’ el domingo pasado. Unos datos pobres si tenemos en cuenta que hubo un tiempo en que la ficción superaba sin problemas los tres millones de seguidores cada semana. La serie de Notro TV dijo adiós y los seguidores pudimos descansar tranquilos. No veríamos más atropellos contra ‘Doctor Mateo‘ como comenzamos a presenciar a partir de la cuarta temporada. La ficción se marchaba con la cabeza alta pese al daño que le habían hecho algunos cambios que le introdujeron en el pasado.
Pese a pedir en más de una ocasión el final definitivo de ‘Doctor Mateo’, reconozco que he sentido algo de pena al ser consciente de que no volvería a saber más de los vecinos de San Martín del Sella. Siempre cuesta decir adiós a una serie, sobre todo si esta ha conseguido aportar una buena dosis de humor y sus personajes se han dejado querer desde el primer instante. Aún así, esta marcha era necesaria. ‘Doctor Mateo’ se estaba conviertiendo en una serie más, del montón, pese a que durante sus primeras temporadas conseguía aportar una calidez que habíamos visto muy poco en anteriores ocasiones.
Mateo San Cristóbal, un personaje sobresaliente
Si algo hemos descubierto con ‘Doctor Mateo’ es la fuerza de su personaje protagonista. Mateo se ha convertido en uno de los personajes de referencia de nuestra ficción nacional, toda una suerte para un actor como Gonzalo de Castro, que ya puede contar que ha interpretado a dos grandes personajes (el otro, por si alguien tiene alguna duda, es Gonzalo, ese camarero torpón e inocente de ’7 vidas’). La única diferencia que este personaje guarda con el resto se encuentra en que es quien es gracias, en parte, a su entorno. Mateo no nos hubiera provocado tan grandes momentos si no estuviera expuesto a las particularidades de los vecinos de San Martín del Sella.
Así, si cogiéramos a Mateo y lo colocáramos en otra serie, sólo obtendríamos a un personaje corriente, uno más de otros tantos. Pero ha sido esa mezcla de costumbres, ese choque de mentalidades, el que ha hecho que el doctor San Cristóbal se convierta en un personaje al que siempre recordaremos con una sonrisa, pasen las temporadas televisivas que pasen. Aún así, esta ha sido la temporada en la que más ha perdido el personaje. Me refiero a los momentos (demasiados en esta temporada) en los que hemos visto a Mateo improvisando o siendo un hombre inseguro, situaciones en las que casualmente más se parecía al personaje interpretado por Gonzalo de Castro en ’7 vidas’.
Tampoco Mateo hubiera sido el mismo sin la presencia de Adriana. El personaje interpretado por Natalia Verbeke también nos deja muy buenos momentos (lo cierto es que la mayoría de los vecinos lo ha conseguido), aunque esta temporada haya estado cambiándose de amor como si fuera la pelota en un partido de tenis, lo que ha dejado al espectador, como no podía ser de otra manera, con algo más que un dolor de cuello. Si el error principal en el que cayó la serie la temporada pasada fue la creación de un triángulo amoroso entre Mateo, Adriana y Nico, esta temporada se ha explotado este elemento a más no poder.
Si en un capítulo Adriana estaba enamorado del doctor, al siguiente la podíamos ver con el cocinero, sin transición alguna que nos diera un poco de margen. El anuncio de boda, una vez más para terminar una temporada, no nos despertaba ya ningún interés, pese a que esta vez Adriana se decidiera por el cocinero. Quizá por todas esas idas y venidas, el final fue el más coherente posible: Mateo y Adriana se fugaban juntos pero sin pasar por el altar (y con la intención de no hacerlo nunca). Sus personajes le habían quitado la importancia a casarse, por lo que ya no tenía ningún sentido que lo hicieran. Al menos, con ese gesto, fueron honestos con todos los seguidores de la serie.
Un pueblo en peligro
No se si es cosa mía pero esta temporada hemos visto en varias ocasiones como el nexo de unión de una serie se ponía en peligro justo cuando esta se disponía a decir adiós para siempre. Pasó con el instituto Zurbarán en ‘Física o química’, con el Central en el último capítulo de la temporada de ‘Hospital Central’ (hay que recordar que se grabó como despedida de la serie) y también podríamos unir a esta cadena de infortunios el incendio que arrasó la Laguna Negra en la despedida de ‘El internado’ la temporada pasada. En ‘Doctor Mateo’, también en su despedida, se puso en peligro el futuro de lo que más nos ha enamorado estas cinco temporadas.
San Martín del Sella corría peligro de ser destruído por culpa de los intereses urbanísticos de Don Alejandro, por lo que los espectadores asistimos a un emotivo capítulo final en el que los vecinos tuvieron que unirse para evitar que esto ocurriera. Así fue como, liderados por Mateo y por una Adriana vestida de blanco, todos los protagonistas de la ficción se enfrentaron a Don Alejandro para tranquilizar nuestras conciencias: San Martín del Sella permanecerá como ese lugar tranquilo y acogedor al que siempre podremos visitar cuando más lo necesitemos.
Y después de la tormenta llegó la calma. Mateo y Adriana no fueron los únicos que acabaron juntos, ya que en el vídeo de despedida pudimos ver como ningún habitante de San Martín se quedó sin pareja. Hasta Antonio disfrutó de la presencia de El Miguel, aunque sin duda con lo que nos quedamos a cuadros fue con ese beso inesperado entro Moruba y Trini, que nos demostró que se apostó por un final feliz de los de “y fueron felices y comieron perdices”, quizá algo innecesario teniendo en cuenta que el pueblo ya había sido salvado y que todos tenían un motivo para disfrutar de esa felicidad.
Una temporada floja
Quienes pedían el final de la serie lo hacían porque veían que las tramas estaban tomando un camino que no se correspondía con el espíritu de la serie. El triángulo amoroso al que nos hemos referido antes sólo es una muestra, pero podríamos señalar algunos elementos más. La conversión del bar de Tom en el moderno restaurante de Nico, el mismo Nico en sí o el misticismo que ha rodeado a Mateo esta temporada son algunos ejemplos. La llegada de nuevos personajes, como el cura interpretado por Rafael Amaya, tampoco han ayudado a mejorar la calidad de la ficción. En concreto este personaje no ha conseguido encajar entre los vecinos de San Martín y sólo la trama en la que un antiguo amor aparecía en el pueblo le ha ayudado a coger algo de color.
Tampoco ha ayudado la desaparición continuada de algunos personajes episodio tras episodio. Estamos ya más que acostumbrados a que un personaje no aparezca en todo un capítulo, pero esta temporada eran constantes las ausencias que se daban sin explicación alguna y en momentos en los que la presencia de algún que otro personaje era necesaria para hacer más creíble la trama. Y no podemos olvidar el elemento que más daño ha hecho a la ficción. Pese a que en la actualidad vemos publicidad por todas partes en cualquiera de nuestras series, ‘Doctor Mateo’ ha explotado al máximo la fórmula de product placement de la que ya reflexionamos aquí hace un tiempo. Esta temporada hemos llegado a presenciar auténticos anuncios en mitad de la serie, en los que podíamos ver a los personajes haciendo alusión a la calidad de un producto sin ningún tipo de reparos.
Pese a la pérdida de calidad de esta temporada, nos toca decir adiós a una serie que nos ha maravillado. No sólo por los paisajes que nos ha brindado Lastres (al que todos los seguidores de la serie deseamos visitar algún día), sino por la creación de unos personajes que no pasarán al olvido tan fácilmente. Hay ocasiones en las que nos gusta seguir disfrutando de una serie sin pensar en su final. No era este el caso de ‘Doctor Mateo’, al que preferíamos despedir aquí por su propio bien y recordarla como la buena ficción que ha sido.
En ¡Vaya tele! | ‘Doctor Mateo’ comienza a flaquear