En la época del remake, reboot, reimaginación o lo que queráis llamarlo no hay mes que no tengamos que hablar de la recuperación de un clásico, o no tan clásico. En esta ocasión ha llegado a The CW (y en Netflix España) la nueva 'Dinastía' que trae de nuevo los dramas e intrigas de la familia Carrington, magnates del petróleo, a los que conocimos por primera vez en los años 80.
Al comienzo del primer episodio nos encontramos con Fallon Carrington (Elizabeth Gillies) que llega a casa viéndose casi con la oportunidad de hacerse con el control definitivo de la empresa familiar. Sin embargo se quedará con la miel en los labios cuando ve que Blake (Grant Show), su padre, les presenta a Cristal (Nathalie Kelley), su prometida. En el piloto veremos cómo esta nueva presencia será como todo un terremoto en los planes tanto de la "heredera" como de su hermano Steven (James Mackay).
Una de las cosas que destacan con este reinicio de 'Dinastía', que surgió en su día como respuesta a la también resucitada recientemente 'Dallas', son esas ganas de interpelar a la generación millennial. Más concretamente a los que han disfrutado con 'Gossip Girl' y similares. No en vano sus responsables (Sallie Patrick, Josh Schwartz y Stephanie Savage) son versados en este tipo de ficciones, pudiéndoles encontrar en los créditos de dicha serie adolescente y de 'Revenge'.
Si a los créditos de los que desarrollan 'Dinastía' le sumamos que nos encontramos en la cadena que ha hecho del género culebronesco un arte en el que sus series son plenamente conscientes de lo que son y de lo que su público espera de ellos, está claro que lo que se busca es estar en el espectro de "la mamarrachada". Sin embargo, tras tres episodios emitidos, se queda en un quiero y no puedo.
Una muestra se ve en cómo están perfilados los personajes. Por un lado parece que están todos cortados por el mismo patrón: movidos por sexo y dinero y con poca distinción real entre ellos. Falta personalidad y, casi más grave, carisma. La excepción a esto la tiene, precisamente, el patriarca. El personaje interpretado por Grant Show desprende de cierto carisma, siendo prácticamente su única virtud. Una mención aparte merece Anders, el mordaz mayordomo encarnado por Alan Dale.
Son prácticamente los únicos que brillan en un reparto no demasiado inspirado, con actuaciones acartonadas, faltas de encanto y que dan la sensación de que ni atinan en las sobreactuaciones. Este tipo de series necesitan algo más de implicación por parte de sus protagonistas.
Es en el guion donde más fallos se encuentra uno. Una cosa es ser consciente de la naturaleza de 'Dinastía' y jugar con ese grado de "mamarrachería", y otra cosa es descuidar precisamente los ingredientes de un culebrón. Las intrigas dentro de la mansión Carrington son poco ambiciosas, por no decir absurdamente banales, hecho que se extiende a la parte "corporativa".
La sensación que me han dejado los tres primeros episodios de 'Dinastía' es que han ido a lo cómodo y barato (¿dónde se ve el lujo en el que se supone que bucean? hay más glamour en cualquier fiesta del Marbella de 'Jane the Virgin'). Quiere ser la 'Dinastía' de una nueva generación (ahí lo consiguen con un reparto clásico de CW: multicultural y con diversidad sexual) pero fallan en la entrega. Tiene muy buenas intenciones pero se queda corta.
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