Carcajadas. Eso es lo primero que me sale cuando alguien me pregunta por 'The Office' o cuando pienso en la adaptación americana de la creación que Ricky Gervais y Stephen Merchant se sacaron de la manga hace prácticamente veinte años.
Este mes se cumplen diez años de la quinta temporada de su versión para NBC, probablemente el mejor momento de su extraordinaria y desternillante trayectoria.
El mejor ambiente de trabajo
Cuando finalizó la segunda parte del especial de navidad de la serie británica en enero de 2005, el mundo aún no estaba preparado para la irrupción de la oficina más incompetente de la historia en el mundo "globalizado". Saltar el charco, pasar de la flema británica al cartoon por obra y gracia de la magia de Steve Carell y el talento de Greg Daniels suponía un ejercicio, ante todo, arriesgado.
La magia no se perdió. Es más: se multiplicó. De los 14 episodios de la serie original a los 187 de su remake hay toneladas de risas, emoción, humillaciones y subtramas delirantes que nos hicieron la vida mucho más fácil.
Una vez superado el lastre de la primera temporada "de prueba", prácticamente un simulacro de remake y adaptación que peleó como gato panza arriba por lograr adquirir una personalidad propia, todo fue sobre ruedas. Eso se logró con el episodio más americano posible, el que apartaba de un plumazo cualquier atisbo de recuerdo del original. Se logró con baloncesto.
A partir de ahí, con un Michael Scott insuperable rodeado de un casting absolutamente perfecto y con un ambiente mucho más amigable y menos agresivo que lo que apuntaba esa temporada, empezó el festival. Y es que no es nada sencillo elegir una única escena que resuma la esencia de una serie inolvidable en la que todo funcionaba con absoluta precisión.
Cada temporada venía cargada de candidatas, y cada episodio bien estaba bien surtido de ellas. Cómo olvidar el arranque del noveno episodio de la segunda temporada, uno de esos que describía tan bien al bueno de Michael.
Para el año 2009 la serie ya se encontraba en su mejor momento. En 'The Office' había vida propia, todo un universo concentrado en la oficina de una modesta compañía de papel de Scranton, Pensilvania.
Tras aquellas paredes se escondía una fauna que no perdía el tiempo a la hora de descubrir el parkour, crear ambientes de trabajo especiales y team-buildings de lo más incómodo. Uno de los más memorables y que define perfectamente el espíritu incómodamente festivo de la serie estaba en el ecuador de la quinta temporada. 'Liberación de tensiones', décimo cuarto episodio de la quinta temporada, cumple ahora diez años. Si nunca has visto 'The Office' no sabes la suerte que tienes.
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