La hoja de ruta de Bruce Miller para la temporada 4 de 'El cuento de la criada' tenía como culmen un tramo arriesgado. Arriesgado no en el sentido de ser un salto mortal, sino porque, aun siendo una etapa previsible, su transición iba a ser difícil. Muy difícil. La serie de Hulu que emite HBO España afrontaba un proceso de reajustes cuya víctima ha sido el interés.
Y da rabia, porque al igual que Bart Simpson paraba el vídeo en el momento exacto en el que el corazón de Ralph se hace trizas, podemos apuntar de forma precisa el punto en el que esta última tanda tropieza y empieza a dar aspavientos intentando no caerse. Por cierto, a partir de aquí: SPOILERS.
Oh, Canadá
Mira que la temporada comenzó bastante bien, con June (Elisabeth Moss) y sus aliadas criadas intentando no caer de nuevo en las garras de sus amos gileadinos. Un nuevo capítulo en la vida de la ahora proscrita mujer que nos ha regalado momentos realmente memorables e imágenes poderosas en lo que la protagonista era recapturada, escapaba junto a Janine (Madeline Brewer) y, finalmente, lograba cruzar la frontera a Canadá en el ecuador de la temporada.
Ya en la tanda inicial de la temporada 4 de 'El cuento de la criada' nos mostraban algunas migas de pan de lo que nos esperaba en este acto final de la serie. Al igual que los niños estaban descolocados al encontrarse de repente alejados de las únicas familias que han conocido, June está desorientada surfeando por el trauma y el estrés postraumático.
Bruce Miller tenía un desafío por delante: mostrar esta nueva realidad para June y para los espectadores. Y aquí es donde se nota lo que pasa cuando la construcción de un mundo es pobre desde el principio y no se ha desarrollado en ningún momento. Aunque ya habíamos visto el escenario de Canadá, el propio subdesarrollo de este subuniverso de la serie juega mucho en contra del ritmo de la serie.
Breaking Gilead
Esto se traduce también en cierto mareo de perdiz con tramas como la de los Waterford, con Serena embarazada y Fred viendo en ello una oportunidad no solo para la reconciliación sino para "negociar" su libertad. Una trama que se hace pesada y que ni siquiera la irrupción como un torbellino de su antigua criada le da más fuerza.
June está notoriamente trastocada (como es de esperar, no la culpo) tiene sed de venganza y la perspectiva de que su violador logre inmunidad es la gasolina que usa Bruce Miller para el personaje de Elisabeth Moss más salvaje. Fuera sutilezas, pero también fuera matices. La rabia contenida ya no lo está tanto pero es en el diseño de su descenso a los infiernos como ángel justiciera donde el guion se nota tosco, falto de fluidez.
Hay que hacer notar que el último acto de la temporada 4 cae en el tedio a pesar de que tiene todos los ingredientes necesarios para dejarnos pegados a la pantalla. Tenemos a June desatada y con ánimo de ir a por todas con todo, tejemanejes políticos para intentar desestructurar Gilead, y ciertas peleas de poder en la dictadura... y llega a dar igual.
No es tanto problema del qué se está contando. De todo el viaje (muy rape & revenge) de June y compañía cuyas decisiones nos pueden parecer más o menos acertadas. En el fondo creo que hay ahí buen material para la reflexión. El tema es lo que se hace con ello y, lamentablemente, no funciona de lo anodino que resulta a ojos del espectador.
A pesar del efectista, sangriento, violento y salvaje final de temporada con la ejecución visceral de Fred, esta temporada ha ido de más a menos. Una secuencia (porque en el fondo es solo una secuencia) no arregla un viaje que comenzaba prometedor pero ha terminado transcurriendo por un trayecto monótono. Lo peor es que esta serie es como una droga, y la temporada 5 la consumiremos con gusto.
Ver 19 comentarios