Si bien parece que con Fringe van a realizar un acercamiento diferente a traernos series de estreno a España, en cuanto al tiempo pasado respecto a su estreno americano y su estreno español, estamos ante la excepción que confirma la regla. Lo normal es que el televidente y seguidor de series extranjeras le enseñe al canal de turno el camino de Internet como la forma que tiene de consumir las ficciones demandadas. ¿Por qué? Porque lo normal es encontrar casos como el de Telecinco con Life o el de Cuatro con The Company, donde es imposible, para la salud del televidente, seguir estas interesantes series (más de dos horas con pausas publicitarias no hay quien lo aguante).
Tengo un amigo en televisión que me repite por activa y por pasiva que cuanto peor y más deleznable es lo que se emite, más audiencia tiene y más interesa a aquellos que tienen los audímetros en sus casas, que a la postre son quienes deciden qué se ve y qué no se ve en España por televisión. Me comenta que es complicado dar con una serie de ficción internacional que enganche con el público, y que muchas veces una apuesta por una de ellas supone echar por tierra el prime time de un día de la semana, y los ejecutivos no se andan por las ramas: menos share, menos ingresos publicitarios y quejas de la dirección. Si queremos televisión gratis, habrá que pagar el peaje, y me pone el ejemplo de los deportes en España, aquí sólo interesa el fútbol y tratado como espectáculo, me dice. La televisión no admite el romanticismo, concluye. Pero yo me niego a aceptarlo.
No es culpa de la audiencia, que los canales de televisión les engañen adulterando el producto, de tal forma, que la emisión no corresponda con lo que de verdad realizaron sus creadores. Cuatro vendió The Company como una miniserie de dos capítulos, cuando en realidad se trataba de seis. En los canales de pago vemos la serie no adulterada, y en público se nos obliga a estar levantados hasta las dos de la mañana para saber cómo acaban. No se respetan las pausas, pero lo de los anuncios y la mala fe a partir de las doce de la noche, cortes cada veinte minutos, en las partes más interesantes de la película o cinco minutos antes de que termine la misma, como ocurrió recientemente con la tercera entrega de Star Wars, clama al cielo, y supone, en muchas ocasiones, que en las series nos veamos sorprendidos con alarmantes saltos en el tiempo, tan seguidos, que nos cuesta entender.
Cierto que no cuento nada nuevo, y que en el fondo nos encontramos ante la pescadilla que se muerde la cola, pero no conviene buscar justificación en los malos que somos escogiendo lo que ver en televisión, cuando el verdadero fan se escape a Internet y al consumo en las redes P2p para ver las series de la manera que deben ser vistas: sin adulterar. Revelarse contra lo realizado por Cuatro con The Company, es lo único que nos queda. Si en la opción de pago sí tenemos lo que queremos, y en abierto no, conviene hacer muchas preguntas. Visto lo visto, los dos modelos fallan, pero los frikis de las descargas tienen una sonrisa en sus caras y hablan a conciencia de las series que consumen. Al menos, no se tragan porque sí los malos productos que comentaba mi amigo. Han sabido escoger la escapatoria adecuada para no pagar ese peaje.
Vía | Espoiler Más información | Sonia Blanco
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