Y así, niños, es como conocí a vuestra madre. ¿Eso es todo? Eso es todo.
Ted y Penny Mosby
Tachar un nombre de tu lista de series no es fácil, sobre todo después de nueve años. Las historias van madurando con el tiempo e implicándose en nuestras vidas en mayor o en menor medida. No sólo nos enseñan sobre narrativa audiovisual; a veces, hay pequeñas "lecciones de vida" implícitas o incluso grandes dilemas éticos. No sólo se trata de contar una historia, se trata de conseguir (y a eso sólo llegan las grandes) que, tras el cierre final, ese relato nos haya cambiado algo por dentro, aunque sólo sea una pizca. Con el final de 'Como conocí a vuestra madre' he aprendido que el destino puede ser caprichoso y lo que cuenta es cómo te sobrepongas a sus designios.
El agridulce final: ambas respuestas son correctas
Ahí estaba la explosión de verdad final, esperando para reventar en nuestra cara y hacernos llorar. De los posibles finales con los que nos podía sorprender 'Cómo conocí a vuestra madre', han optado por el lacrimógeno y a la vez más desconcertante. Craig Thomas y Carter Bays nos tenían preparada una de cal y otra de arena. Después de tantos años de búsqueda, después de haber pasado por toda clase de experiencias y relaciones para llegar a estar preparado para conocerla; después de años de idílica felicidad y dos hijos, la madre se fue. El romántico discurso final se va ensombreciendo cuando nos damos cuenta de que sí, nos han hecho esto. Han matado a la madre. Y no damos crédito.
Pero conscientes de que Ted (y nosotros) nos merecíamos algo más, la serie se ha valido de Robin para intentar endulzar este amargo final. Robin, que iba y venía (como ha seguido haciendo a lo largo de los años). Robin y Ted, que, durante mucho tiempo, formaron una pareja que bien podía responder a una de esas "verdades absolutas": el cielo es azul, Robin y Ted se quieren. Como Rachel y Ross.
¿Era eso lo que el destino había reservado para él? ¿Pese a todas las coincidencias con la madre, pese a ese paraguas amarillo que acaban compartiendo, pese a que, por una vez, Ted no lo había estropeado todo porque todo había sido fácil? Porque son las cosas que fluyen las que funcionan; si es difícil vivirlas o conseguir que funcionen, esa historia no es real. Entonces ¿la madre sólo era un macguffin en la vida de Ted, además de en la serie? Si pasó "un infierno" para llegar hasta ella, como podía ser Robin parte y a la vez solución de ese "infierno".
Nos has hecho sentarnos para contarnos la historia de cómo conociste a mamá... y ella casi no aparece. No, esta es la historia de cómo estás totalmente enamorado de la Tía Robin.
Puede que Penny crea que esa era la excusa de por qué su padre les contaba aquella historia, pero, como espectadora, no puedo aceptar que Robin fuera su destino ni el leitmotiv de toda la serie. No creo en esa forma de " vendérnosla" como la última pieza a encajar, después de hacernos creer que todo estaba resuelto para ella. Puede que el fracaso de su matrimonio con Barney fuera más previsible; pero, de la misma forma que no me parecían convincentes sus dudas poco antes de casarse con él, no creo en Robin y Ted como el gran misterio que se desvela para darle la vuelta a todo. Ted y Robin vivirán juntos (o no) otra etapa, pero siendo personas diferentes. Ted ya se ha había liberado de esos sentimientos, los había, literalmente, dejado ir. Y es cuando cierra este ciclo ("Ya no te quiero así, ya no soy ese Ted Mosby") cuando al fin está preparado para conocer a la madre. Por tanto, no puede cerrar de nuevo el ciclo con Robin.
Reflexionemos: ¿habría sido Ted capaz de llevar bien esa vida nómada sin hijos que le esperaba a Robin? Siempre buscaron cosas distintas; siempre fueron, en el fondo, muy distintos. En este aspecto, Barney ganaba en compatibilidad, y aún con todo, no resultó. Con este final es como si la serie se esforzara en reafirmar lo que ya sabíamos (todo era una excusa, lo importante es el camino, no la meta) a base de bofetadas. Que aún tenía que vivir esta bonita y trágica historia con la madre de sus hijos para volver al punto del que partió y ser de nuevo ese tonto romántico que roba una tuba trompa azul del primer capítulo.
Visto así, ahora me parece cruel que nos regalaran esta bella, perfecta y mágica historia de Ted y Tracy que casi te hace creer ciegamente en el amor verdadero para después hacernos digerir este inesperado y confuso desenlace. ¿Era Robin su amor verdadero? ¿O sólo una segunda oportunidad en la vida después de perder a su alma gemela?
Un relato a base de retazos
Pese la elección del final que, seguro, dará que hablar (¿eso era lo que pretendían?), esta novena temporada ha conseguido remontar el hastío con el que nos dejó la anterior, recuperando su frescura. La manera de jugar con la línea temporal ha sido magistral. Conscientes de la expectación, macguffins aparte, que generaba el momento de introducir a la madre (incluso el nombre ha sido un misterio casi hasta el último minuto), la serie ha ido viajando en el tiempo ofreciéndonos constantes flashforward en los que aparecen como una pareja con mucha química y completamente enamorados, resolviendo así la cuestión de su aparición con naturalidad. De esta forma han conseguido desviar la atención del supuesto "gran momento" bajo aquel paraguas que escondía la clave de todo y consiguiendo que, para entonces, ya estuviéramos convencidos de que estaban hechos el uno para el otro y disfrutáramos tanto de esa escena.
La historia de Ted y Tracy se ha ido hilando hacia adelante y hacia atrás; el nacimiento de su primera hija antes de su primera cita; un viaje de reencuentro con Farhampton antes del primer beso. Incluso ya se atrevieron a insinuar el trágico final en sólo unas semanas atrás con Sunrise, aunque no queríamos acabar de creerlo. Llegado el momento de conocerse, ya lo sabíamos casi todo sobre ella (excepto su nombre), su vida en pareja y lo que les esperaba. Pero, más allá de las situaciones que quedaban por cerrar, la serie se ha homenajeado a si misma en este último capítulo.
La aparición de la tuba trompa y ese plano final que nos devuelve exactamente al punto de origen, la alusión a gags recurrentes y a toda su cosmogonía (Canadá, la calabaza putilla, la última vez que chocarán los cinco, la cucarata, "Hola, ¿conoces a Ted?") o las imágenes finales de unos jovencísimos Ted, Robin, Lily, Marshall y Barney han puesto la nota emotiva, recordándonos todo lo que fue esta serie y todo el camino que recorrimos con ella, que ha sido legen... wait for it... dary!
La ruptura de la continuidad en el relato ha llegado a su cota máxima en este último capítulo. Last Forever comienza con el grupo formándose como tal en 2005 en una mesa del MacLaren's y sellando un pacto sobre Robin: la única forma de acostarse con ella es casándose con ella. Barney lo hizo. ¿Eso significa que Ted también acabará haciéndolo en un futuro aún más lejano al que el relato no llegará? Después de, al parecer, soltarnos la clave del final sin que nos demos cuenta, la narración continúa dando saltos en el tiempo, mostrándonos todas esas ocasiones en las que el grupo ha vuelto a reunirse: los grandes momentos en los que, prometieron, permanecerían unidos.
Así, hemos visto como Marshall y Lily se convertirán en familia numerosa y su carrera de juez continuará evolucionando, tras el período de Roma mientras que el matrimonio de Robin y Barney no ha funcionado. Después de todo, parece que las dudas de ambos estaban justificadas. Pero Barney, el inventor del "Día del No Padre" acaba por fin consiguiendo lo que nunca tendría con Robin ni con ninguna otra mujer. Ellie, su hija, es el único amor verdadero que podría tener. Pero a pesar de abrazar la paternidad en su vida y madurar hasta este nivel, no parece que esté dispuesto a sentar la cabeza con las mujeres (prueba de ello es el Playbook II). No hay catarsis en este sentido para Barney: ese barco zarpó con Robin.
Grandes momentos de la recta final
En ¡Vaya Tele! | Cinco posibles finales para 'Cómo conocí a vuestra madre'
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