Hace unos años veía un montón de series españolas. Ninguna de ellas me emocionaba demasiado (si hasta vi todos los capítulos de ‘Los Serrano‘...), pero era lo que tenía no querer ver series americanas dobladas y, por imposición de mi madre, carecía hasta hace poco más de cinco años de una conexión de ADSL. Una de las que veía era ‘Aquí no hay quien viva‘, un entretenimiento bastante aceptable que acabó resultando un tanto cansina, en especial por el uso y abuso del personaje de Fernando Tejero y sus ‘un poquito de por favor’. Es por ello que debí ser de los pocos que recibió con alegría la finalización de la serie y el inicio de ‘La que se avecina‘, visto por muchos como un mero clon, en especial para aquellos que nunca estuvieron interesados en ninguna de las dos.
De hecho, si he querido hacer un post para comentar cinco razones para ver ‘La que se avecina’ es porque no sería la primera ni la décima vez que alguien me pregunta que cómo es posible que vea una serie en la que todos los personajes gritan y con un humor de calidad dudosa. Os invito a descubrirlas.
Capacidad de reinvención
El primero reto al que se enfrentó la serie era la necesidad de distanciarse de ‘Aquí no hay quien viva’, algo bastante difícil porque casi todo parecía concebido para intentar seguir como si nada. Es cierto que los personajes eran diferentes, pero había demasiados rostros en común, con el problema añadido de que unos cuantos no sólo no funcionaban, sino que suponían un lastre para que ‘La que se avecina’ desarrollara una identidad propia. Por suerte, también se contrató a actores nuevos, siendo ahí por donde la serie consiguió un delicado equilibrio durante sus dos primeras temporadas, el cual la permitía diferenciarse de ‘Aquí no hay quien viva’ y tener las suficientes virtudes para ser mejor que la última etapa de la serie de Antena 3.
Sin embargo, el propio equipo de la serie fue consciente de que tenían que introducir cambios drásticos si querían que ‘La que se avecina’ brillase con luz propia, y eso es lo que hicieron para la tercera temporada. No se renovó el contrato a varios actores por un motivo u otro, lo cual permitió la inclusión de nuevos personajes como Judith o Estela Reynolds, algo que provocó un renacer de la serie. Los guiones mejoraron (y mucho), se potenció más la creación de frases míticas y se demostró que se podía hacer un uso equilibrado de todos los vecinos de Mirador de Montepinar. Es obvio que seguía habiendo puntos débiles (jamás he soportado al personaje de Coque), pero la serie demostró ser capaz de reinventarse, lo cual vuelve a ser necesario de cara a la sexta temporada que hoy se estrena.
Antonio Recio y Amador, dos iconos
Mi compañero José nos habló ayer de cuáles eran en su opinión los cinco personajes imprescindibles de la serie, pero yo tengo muy claro que ‘La que se avecina’ se iría al garete sin Antonio Recio y Amador, los cuales se han convertido en auténticos iconos, llegando a ser destacados incluso por frases que nunca tuvieron demasiada gracia o que fuera de contexto pueden llegar a ser un sinsentido de mucho cuidado. Eso sí, me refería especialmente a ellos dos cuando hablaba de los nuevos actores que sostuvieron a la serie durante sus difíciles comienzos.
Podría limitar mis argumentos a que actualmente hay que estar lo más informado posible sobre todas las memes que surgen por Internet y eso ya sería suficiente para, al menos, echar un vistazo de vez en cuando a la serie, pero lo cierto es que son dos personajes bien construidos dentro del componente paródico más extremo de ‘La que se avecina’, contando con el beneficio añadido de que Jordi Sánchez y Pablo Chiapella lo bordan. Además, ambos muestran realidades distintas (el primero es un triunfador que muchas ocasiones parece el mayor perdedor de todos y el segundo es un fracasado en la vida empeñado en parecer el amo de la barraca) dentro del patetismo vital que caracteriza a los protagonistas de la serie, algo básico para que aún ninguno de los dos acabe resultando cansino.
Es un gran entretenimiento
Es obvio que es prácticamente imposible crear una serie con la duración estándar de las producciones españoles sin que esto acabe resultando cansino en un momento u otro. Muchas series intentan solucionarlo con una preocupante sobreacumulación de personajes para que así haya al menos alguna trama que enganche a los diferentes tipos de público a los que quiere llegar. En ‘La que se avecina’, guste o no, tienen muy claro el tono que quieren dar, lo cual les ha permitido alcanzar un punto de encuentro por el que uno ya no nota grandes altibajos y, al menos en mi caso, su excesiva duración pasa a un segundo plano si es que en algún momento llega a ser algo molesto.
Sí he de reconocer que yo nunca he sido de los que se haya reído a carcajadas con la serie. De hecho, raro será el capítulo que me haya provocado más que simples sonrisas, pero sí que es un entretenimiento compacto si sabes verlo como la parodia absurda que aspira a ser y no quedarte en que los personajes hablan demasiado alto (que tampoco lo hacen todos) y que su humor puede llegar a rozar peligrosamente lo chabacano, pero con un filtro español y no foráneo, algo que suele ser mejor recibido por algunos de los más críticos con ‘La que se avecina’.
Políticamente incorrecta
Una de las cosas que más agradezco de ‘La que se avecina’ es que sea un oasis de humor políticamente incorrecto dentro de las series cómicas españolas, donde el componente familiar de la mayoría de las propuestas acaba siendo la tumba de casi todas ellas. Aquí no importa si es necesario recurrir a vocabulario soez o soltar tales burradas que aún no entiendo cómo no ha acumulado multitud de quejas de esas asociaciones que no tardan en atacar cualquier spot publicitario que se salga un poco de la norma. En ‘La que se avecina’ todo vale, algo que no pasaba en ‘aquí no hay quien viva’, siendo por aquí por donde la primera ha acabado convirtiéndose en mejor serie que la segunda.
13 Rue del Percebe
Habrá quien me va a querer matar por decirlo, pero creo que ‘La que se avecina’ es lo más parecido que vamos a ver nunca a una adaptación de la mítica historieta de Ibáñez, siempre y cuando no tengamos en cuenta su breve aparición en ‘La gran aventura de Mortadelo y Filemón’ (Javier Fesser, 2003). Esto se notaba más al principio con la aparición de varios negocios dentro el edificio, contando incluso con su propio vecino moroso. Sí que cambiaban las profesiones, pero teníamos al pescadero (aunque él quiera ser llamado mayorista), la peluquería, el bar o la inmobiliaria.
Varios desaparecieron con la llegada de la tercera temporada, pero entonces se introdujo un consultorio psicológico, una bocanada de aire fresco para la serie. Hay multitud de diferencias, no lo niego, pero me da que la adaptación literal sería imposible (¿Usar al inventor o al sastre?), y viendo el nivel de intentos televisivos con otras obras de Ibáñez como ‘El Botones Sacarino‘, casi mejor que lo dejen estar.
En ¡Vaya Tele! | Cinco personajes imprescindibles de ‘La que se avecina’