Cuando los creadores de las series empiezan a prometer que el final de temporada va a ser un game changer (horrible cliché) y que van a sacudir un poco los cimientos de la historia, hay que ponerse en guardia. Generalmente, no son más que palabras vacías, una añagaza para excitar a los fans de cara a ese último episodio, pero luego los cambios prometidos se quedan en nada. Andrew W. Marlowe, el responsable de ‘Castle‘, repitió está táctica en sus declaraciones previas a la emisión del capítulo final de la cuarta temporada, pero en su caso sí que han dado un golpe de timón a la serie. Marlowe ha afirmado en varias entrevistas que creían que Castle y Beckett, tal y como estaban mostrándolos hasta ahora, ya no daban más de sí, y que era necesario dar un paso adelante o, como él mismo reconocía, separarlos para siempre o que consumaran por fin su relación.
El camino que ‘Caskett’, como los llaman los shippers, sigue llega al final de una entrega que ha estado dominada, en general, por un tono algo más serio y dramático. La sombra del cierre de la tercera temporada, con el disparo que sufre Beckett en el funeral del capitán Montgomery y la amenaza de los misteriosos cabecillas de la conspiración alrededor del asesinato de la madre de la detective, ha continuado sintiéndose durante buena parte de estos 23 capítulos, y eso no ha sido especialmente beneficioso para ‘Castle’. Su punto fuerte es la diversión, los homenajes tontuelos y simpáticos, ya sean a ‘Firefly‘ o a las películas de zombies, y el tira y afloja de colegueo entre sus dos protagonistas principales, y cuando decide ponerse más oscura, se pasa con el dramatismo. Sin embargo, parece que todo ese drama era lo que necesitaban para ese paso adelante que comentábamos antes.
Un nuevo comienzo
Porque las últimas evoluciones alrededor de la conspiración han permitido que, finalmente, Castle y Beckett acaben juntos. La confesión de que la quería que el escritor le hizo a Kate, justo después de que recibiera el disparo, ha sido otro de los hilos conductores de la temporada, jugando con el conocimiento de la audiencia y con sus asunciones sobre lo que los personajes sabían o no. Tiraron del viejo truco del “lo sé, pero prefiero hacerme la sueca” para alargar la situación hasta el final de temporada, cuando Castle vuelve a declarar su amor por Beckett esta vez ya a cara descubierta, y como último recurso para intentar apartarla del caso de su madre y mantenerla a salvo. Amagaron con separarlos por completo con la furiosa reacción de ella al saber que el escritor le había ocultado información importante, pero terminaron por dar a los fans que querían; el reconocimiento de Beckett de que también quiere a Castle y un apasionado encuentro en casa de él para llevar la serie por un nuevo camino en la quinta temporada.
Eso sí, que hayan decidido resolver la tensión sexual entre ambos personajes, y que podamos felicitarlos por ello, no quita para que el rumbo elegido para llegar ahí no haya pecado de exceso de melodrama y de una intensidad bastante forzada. Paradójicamente, la subtrama que da continuidad horizontal a la serie, y que ha motivado los cambios que se adivinan para la quinta entrega, puede muy bien ser uno de los peores momentos de una serie que puede dar gran entretenimiento cuando no se toma tan en serio a sí misma.
¿Y ahora qué?
Además de Castle y Beckett dando sus primeros pasos como pareja (lo que puede devolverles a esos divertidos piques en los que su relación sí está bien lograda), la quinta temporada va a tener un panorama algo diferente de lo visto hasta ahora. Beckett ha dimitido de su puesto como detective de Homicidios, Esposito y Ryan están alejados por su diferente modo de ver cómo había que manejar la investigación de la conspiración y, en un orden de cosas un poco más familiar, Alexis termina el instituto y está a punto de irse a la universidad, lo que también va a alterar el mundo de Castle. Marlowe ha asegurado que estas nuevas circunstancias les permitirán volver a la diversión y el entretenimiento ligero de sus primeras temporadas, aunque el asesinato de la madre de Beckett aún colea.
Por lo que se ha podido leer en Twitter y en algunos blogs en los últimos días, parece que los fans de ‘Castle’ han quedado bastante contentos con la deriva que toman las cosas de cara a la nueva temporada (oficialmente, ABC no ha renovado aún la serie, pero esto se da por casi seguro). Está claro que va a presentar nuevos retos, aunque yo dudo mucho de que Beckett vaya a pasar más de cinco capítulos alejada de la policía, y da a las tramas otro enfoque para introducir algo de aire fresco sin revolucionar por completo su estructura básica. Existe esa leyenda urbana de que, cuando una pareja con tensión sexual no resuelta la resuelve, la serie pierde interés, así que veremos qué decide hacer ‘Castle’ para mantener a los espectadores delante de la televisión.
El procedimental es uno de los títulos que mejor le funciona a ABC y ha logrado que muchos blogs estadounidenses no paren de hablar de él. Compartir noche de emisión con ‘Dancing with the stars‘ ha contribuido bastante a su consolidación en la parrilla, y haber logrado una dinámica simpática entre sus personajes es una de las razones para dejarse caer de vez en cuando por sus capítulos. La deriva más dramática de la cuarta temporada no ha sido uno de sus mejores momentos, pero yo debo reconocer que ese emparejamiento final de Castle y Beckett igual consigue, paradójicamente, que uno de mis principales problemas con la serie (que su atracción no correspondida siempre me ha parecido muy forzada), se solucione. Es cosa mía, sé que al resto de fans, como mi compañero Manuls, esto no les pasa.
En ¡Vaya Tele! | ‘Castle’ regresa poniendo a Beckett en problemas