'Brooklyn 99' es una de esas sitcoms que, lejos de empeorar a partir de la tercera o cuarta temporada, fue mejorando con cada episodio. Cada año refinó aún más la fórmula… hasta que se terminó.
¿Fue algo de las audiencias, como cuando ‘Scrubs’ terminó en la basura después de muchas decisiones espantosas, entre las que se encontraban derruir el hospital y sustituir a casi todos los protagonistas por personajes sin fuste? Un poco, sí. ¿Por cansancio de sus estrellas, como esa ‘The Big Bang Theory’ que terminó cuando Jim Parsons dijo basta al Sheldon de carne y hueso para dedicarse a la voz en off de ‘El joven Sheldon’? No está claro.
Me temo que la decisión vino motivada, principalmente, por hechos más dramáticos, que tuvieron que ver con la vida real y no con decisiones creativas o corporativas. Explicaremos esto y analizaremos la temporada, pero cuidado, cadetes, que hay algunos destripes.
Volver a empezar
El 25 de mayo de 2020, George Floyd muere a manos de la policía de Mineápolis: un agente presiona su cuello durante más de 8 minutos con la rodilla. A raíz de este suceso, y a pesar de la pandemia, se producen numerosas protestas que retoman el lema Black Lives Matter, denunciando el racismo institucional y la brutalidad policial.
En Nueva York, estas protestas se saldan en mayo y junio de 2020 con varias actuaciones policiales violentas y desproporcionadas, hasta el punto de que la popularidad de las fuerzas del orden cae y cae. Incluso se les recorta el presupuesto, ya de por sí monstruoso: para que te hagas una idea, en 2022 su presupuesto ha sido de 10.000 millones de dólares (las medidas anticrisis del Gobierno de España para 2023 serán… de la misma cantidad y son para todo el país).
Sea como sea, desde mayo de 2020 no es una buena época para tener una comedia protagonizada por policías neoyorquinos… y la séptima temporada de ‘Brooklyn 99’ acaba en abril de ese mismo año. Vamos, que el guirigay les coge escribiendo los nuevos episodios.
Como explicó Terry Crews a un medio estadounidense, los hechos de aquel verano motivaron que cuatro episodios ya escritos de la nueva temporada fueran directos a la papelera, y que la producción se detuviera hasta tener claro cómo asimilar la realidad a su ficción.
Con varios meses de retraso, 'Brooklyn 99' estrena su última temporada en el verano de 2021 y, tras diez episodios, se despide para siempre con los peores datos de audiencia de su historia y una temporada accidentada. Y eso que fue cancelada por la Fox después de su quinta temporada y había aterrizado en la NBC...
Problemas reales, soluciones mágicas
En el primer capítulo de esta octava temporada, 'Brooklyn 99' coge el toro por los cuernos: Rosa (Stephanie Beatriz) deja la policía a raíz de lo sucedido con George Floyd. Y Jake (Andy Samberg) intenta demostrar a su mejor amiga que aún hay polis buenos, como él. Sin embargo, acaban metidos en un caso de brutalidad policial.
Para expresar esa rabia contra parte del sistema policial y, también, para que tuviera un objetivo menos nebuloso que el cuerpo en sí, los guionistas se sacan de la manga a Frank O'Sullivan (John C. McGinley, pasándoselo bomba), el jefe del sindicato policial más poderoso de Nueva York. Un tipo experto en defender a toda costa a los oficiales, sean culpables o no de abusos: la personificación de la impunidad de la policía.
Con este marco, y hasta el último episodio, 'Brooklyn 99' decide despedirse y a la vez aportar su granito de arena: Amy Santiago (Melissa Fumero) y el Capitán Holt (Andre Braugher) diseñan, a lo largo de la temporada, una reforma de la policía para intentar mejorar sus actuaciones y su reputación, mientras que sus compañeros hacen malabares en la línea entre profesionalidad y bufonería.
La 99 en un ascensor detenido
Después de tantos años, de haber mejorado las relaciones entre personajes y haber sacado oro de su reparto, cuesta creer que la temporada de despedida sepa tan amarga. Sigue habiendo química entre el reparto, pero al mismo tiempo se les nota incómodos, como si estuvieran todos atrapados y, por mucho que se quieran, con ganas de marcharse.
Las tramas ya no les hacen confluir tanto salvo en la traca final, un episodio doble con el golpe de Halloween de rigor, y a veces parecen venir de dos series muy distintas. En especial el personaje de Rosa, recordatorio perenne de lo que va mal con la policía, y a la vez obligada a aparecer en todos los capítulos con excusas peregrinas porque es parte del reparto principal.
Por un lado, Jake, Boyle (Joe Lo Truglio) o Terry (Terry Crews) tienen los casos de la semana junto a Rosa. Al mismo tiempo, Amy empieza equilibrando la maternidad con la vida laboral, como Jake, para luego concentrarse en la reforma de la policía. Inexplicablemente, Hitchcock (Dirk Blocker) está supuestamente fuera del país, desdibujando a Scully (Joel McKinnon) y limitando sus interacciones a videollamadas estrambóticas.
Y en el colmo de lo desubicado, el Capitán Holt, con una subtrama que parte de su separación con Kevin (Mark Evan Jackson), aunque todos sabemos que la segunda mejor pareja de la serie acabará bien, porque están hechos el uno para el otro.
Ni un episodio malo, pero solo un par muy buenos
Uno de los mejores, y a la vez peores episodios, es 'La caza de Boyles', una parodia de 'Puñales por la espalda' ('Knives Outque tira del peor tropo de una sitcom: aquel por el que un personaje es excéntrico porque toda su familia lo es. La manía de convertir en rutinario algo especial, de convertir un personaje raro en un molde para toda su familia y, por tanto, de diluir su rareza y a la vez atragantar al espectador con ella.
Sé que a lo mejor estoy solo en ello, pero ha sido un alivio que ya no vayan a existir más episodios con Doug Judy (Craig Robinson), la broma más estirada de la historia de la serie. Quizá al principio podía ser gracioso ver a un timador tomando el pelo a Jake, pero sus bandazos ya aburren y su último capítulo, 'PB y J' es un día de la marmota constante.
El resto de episodios se mantienen en la línea, con las asperezas antes mencionadas, y destaca, cómo no, la traca final, las dos partes de 'El último día'. Un asalto lleno de sorpresas y reencuentros, muy divertido, aunque la tesis sobre la que gire el episodio parezca un poco fuera de personaje para Jake (y eso que ya vimos, en la temporada pasada, cómo quería distanciarse del legado de su padre). Sabemos que quiere ser un buen padre, pero también que ser policía lo es todo para él y que intentaría todo lo que está en su mano antes que dejarlo (¿para ser qué? Está tan definido como policía que es imposible imaginarle en otro oficio).
Por cierto, de su subtrama sobre los deméritos de la policía de Nueva York, hay que reconocerles el valor de ponerlo sobre la mesa, pero también la tibieza de apuntar a un final demasiado feliz, quizá para no salir a malas con las fuerzas del orden. Amy y Holt consiguen reformar el cuerpo, como si fuera tan sencillo como repintar un local y cambiar los servilleteros.
No merece la pena hacer sangre sobre ello, ya que el lavado de cara viene implícito en un creador, Michael Schur, empeñado en hallar y explotar la cara más amable del trabajo rutinario de oficina (trabajó en 'The Office' en su versión americana), la maquinaria gubernamental ('Parks and recreation'), la policía y hasta la otra vida ('The Good Place', en la que literalmente un diablo se convierte en una fuerza del bien, solo para empezar).
El arte de decir adiós
El problema de la octava temporada de 'Brooklyn 99', el verdadero problema... es que ya llevaban ocho temporadas. Cumplieron de sobra con el ciclo de una sitcom y han sabido esquivar algunos de los escollos, como la flanderización (cuando las peculiaridades de un personaje devoran su personalidad).
Por ejemplo, Boyle empezó con más peso en la serie, pero fue relegado en cuanto se hizo más excéntrico y, menos mal, se le borró de toda subtrama romántica. O cuando borraron a Gina (Chelsea Perretti), una de esos arquetipos que tanto gustan en Estados Unidos, el del secundario permanentemente molesto y hostil, que era imposible exagerar más.
También han manejado la habitual sequía de tramas, puesto que siempre han recurrido a casos policiales para que no todo fueran barrabasadas en la comisaría y ha habido variedad, de secuestros a asesinos, de reyertas a trapicheo. Lo que no quita que, en este punto, las vidas personales de todos estuvieran más que amortizadas y no se pudiera rascar más por ahí.
Al final, los atroces hechos de la vida real no hicieron más que reafirmar a 'Brooklyn 99' de que su ciclo había terminado por mucho que hubieran hecho oro cómico en base a la policía, como el gag de ahí arriba, y que era el momento de colocar las sillas sobre las mesas, apagar la música y las luces y cerrar la puerta al salir, parafraseando a cierta Eterna y hermana de Sandman.
Tampoco hubiera estado mal que marearan la perdiz una temporada más, pero han podido darle un cierre y hasta hacer un brindis sin que su espíritu decayera. Con pena, pero a la vez alegría, solo nos queda gritar una última vez: ¡¡99!!
*'Brooklyn 99' está disponible en Netflix
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