Marcar árboles es mucho mejor que cazar monstruos
La temporada televisiva veraniega en Estados Unidos va llegando poco a poco a su final para así poder dar paso a la llegada de los estrenos y los nuevos capítulos de series ya conocidas dentro del inicio de la campaña 2012/2013. No ha sido un verano marcado por la abundancia, algo habitual por otro lado, pero la mera presencia de ‘Breaking Bad‘ ya ha sido más que suficiente para que haya merecido la pena.
Sin embargo, la primera tanda de las dos de ocho episodios que conforman la quinta y última temporada de ‘Breaking Bad‘ ya ha llegado a su fin, siendo una ocasión ideal para reflexionar un poco (con un montón de spoilers, eso sí) sobre lo que nos ha ofrecido en general, y en particular en el caso de ‘Gliding Over All‘, último episodio que veremos de la serie hasta verano de 2013. Vamos allá.
‘Breaking Bad’ acelera el ritmo
Una crítica recurrente hacia estos primeros episodios, en especial tras la emisión de ‘Dead Fright‘, ha sido la posibilidad de que ‘Breaking Bad’ esté dejando de lado la verosimilitud que había definido hasta ahora la serie. Personalmente me parece una crítica un tanto absurda, ya que partimos de una base en la que un inofensivo profesor de instituto que encima padece un cáncer terminal (ya sé que luego la enfermedad remitió) consigue meterse en el mundo del tráfico de estupefacientes y eliminar a todas las personas que suponen un gran peligro para su persona. Cierto que en el caso de Gustavo Fring, la muerte más espectacular hasta la fecha, ya estaba más experimentado, pero no conviene olvidar otros casos como el de Tuco Salamanca.
Sí es cierto que se ha producido una clara aceleración a la hora de mostrarnos lo que sucede, ya que ‘Breaking Bad’ ha optado por un extraño híbrido entre conservar momentos tensos y pausados (quizá el mejor sea la extraordinaria secuencia de la cena entre Skyler, Jesse y Walter) con otros en los que todo se desarrolla con una rapidez hasta ahora bastante impropia en la serie, o al menos inhabituales sin ser final de temporada. El problema es que este segundo punto pudo resultar algo brusco en ocasiones (el asalto al tren), pero en la mid-season finale han conseguido suavizarlo a través de dos elegantes montajes musicales para explicar con rapidez dos puntos clave en la trama (la eliminación de los testigos y el rápido progreso del nuevo negocio de Walter y Lydia) de la trama.
La transformación de Walter White
Uno de los puntos clave del comienzo de la quinta temporada fue recalcarnos mediante el cumpleaños de Walter (memorable Bryan Cranston) que todo lo visto hasta ahora había sucedido en únicamente un año. Eso casa perfectamente con la propia naturaleza de la serie de crear tensión con un ritmo parsimonioso, pero también funciona como recordatorio de la tremenda evolución de su protagonista, la auténtica razón de ser de la serie. Y es que es cierto que aún hoy los hay que se atreven a justificar cualquier cosa reprobable que haga Walter White, pero el punto álgido de esta quinta temporada ha sido ver cómo se completaba la transformación de un personaje con el que el público podía empatizar completamente al principio, pero que ahora, tras ordenar varios asesinatos a sangre fría, es el monstruo al que alude Hank en la frase inicial.
Este hecho ha provocado que Jesse haya perdido mucho protagonismo del que consiguió en la cuarta temporada, donde hasta podía decirse que era el personaje principal incluso por encima de Walter. Personalmente, le he echado de menos por ser mi personaje favorito de la serie, pero además creo que no se ha hecho un buen uso de él (aunque Aaron Paul lo ha vuelto a bordar interpretativamente hablando). Sé que habrá quien eche mano de su evolución como personaje para justificarlo, pero en ningún momento es creíble como mente maestra de dos arriesgados planes (la inutilización del portátil en ‘Live Free or Die‘ y el asalto al tren de ‘Dead Fright’). El primero aún podía colar por estar Walter demasiado ocupado discutiendo con Mike y ser relativamente simple de idear, pero es insuficiente para conseguir dar la credibilidad necesaria al segundo.
Hay otros detalles espinosos a lo largo de estos ocho episodios como el hecho de que Walter confíe en Todd (buena adición la de Jesse Plemons) casi a ciegas, pero la aportación del personaje en oposición a Jesse y su inevitable función como penúltimo catalizador en la transformación de Walter (demasiada sencillez hay en su racionalización sobre el asesino del chaval) lo compensan con creces. Por su parte, Mike (inmejorable la secuencia de su muerte en ‘Say My Name‘) parece traicionarse a sí mismo al hacer varias concesiones para con Walter, pero no deja de ser un animal acorralado que no tiene otra opción posible, dejando la sensación de abrazar completamente su muerte como la única opción posible a su propio misticismo.
Hacia un desenlace a la altura de la serie
Es bastante obvio que la relación entre Skyler y Walter ha tocado fondo en la quinta temporada, siendo tan errática como comprensible la actitud de la primera hacia ello. ¿Qué es lo que puede hacer? Nada sin perder a sus hijos por el camino, y eso es algo a lo que no está dispuesta. Hasta la, en apariencia algo forzada, reconciliación final es perfectamente comprensible, ya que su plan de alejar a Walter Jr.y Holly no daba más de sí y era el precio a pagar. Sí que ha resultado extraño que Walter reniegue con tanta facilidad de ser una especie de nuevo Tony Montana, pero él mismo explicó a Jesse capítulos atrás que era lo único que tenía. Al cambiar eso y tener dinero para vivir diez vidas muy holgadamente, Walter puede intentar una redención que no se merece.
Es cierto que la muerte de Mike a manos de Walter era más impactante que el descubrimiento de la verdad por parte de Hank, sobre todo porque lo segundo era un cliffhanger que todos nos olíamos. Podía no pasar ahora, pero era imprescindible que en algún momento Hank tuviera la oportunidad de enfrentarse a Heisenberg, y esa es la promesa con la que nos deja la serie para el verano de 2013. Comprensible serían las quejas sobre que Walter deje tan a la vista algo que podría incriminarlo, pero para ello no hay más que recordar las dos escenas en la comisaría centradas en los micrófonos que había en el despacho de Hank.
Y es que Walter ya no considera un peligro a Hank, al cual sabe derrotado (la charla entre ambos en este último episodio), viendo innecesario esforzarse realmente por tenerlo a raya. ¿Acaso no hay una diferencia abismal entre su actitud entre cuando pone los micrófonos y cuando los retira? Walter cree haberse salido con la suya, pero la serie no tiene dudas incluso en echar mano de un recurso poco explotado como el de un flashback para mostrarnos algo que ya habíamos visto a lo largo e la serie para ilustrar el renacer de Hank. La paz no es posible en ‘Breaking Bad’.
¿Conseguirá acabar con Walter, volverá éste a caer en la tentación del mundo de la droga, se enterará Jesse de quién era la persona que realmente envenenó a su hijo, volverá a liarla Todd, reaparecerá el cáncer de Walter y, sobre todo, cómo acabará esta maravilla conocida por el nombre de ‘Breaking Bad’? Sólo nos queda armarnos de paciencia y esperar que no tarde mucho en llegar el verano del año que viene.
En ¡Vaya Tele! | ¿Está abandonando ‘Breaking Bad’ su verosimilitud?
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