Parece que ‘Breaking Bad‘ quiere seguir en su cuarta temporada la misma senda que abrió hace un año, es decir, una primera mitad de temporada suave poniendo lentamente las cartas sobre la mesa, y una segunda mitad de infarto donde los acontecimientos se precipitarán hasta límites insospechados. Lo segundo no lo podemos afirmar todavía porque no lo hemos visto, pero lo primero sí; los ocho capítulos que llevamos podrían considerarse lentos y, en la mente de algunos, hasta aburridos (ojo, que no lo digo yo), pero los dos últimos episodios ya nos empiezan a orientar el resto de la temporada.
Lo que sí está claro es que ahora estamos viendo una serie completamente diferente a la que vimos cuando empezó, mucho más oscura, intensa y dramática, dejando de lado ese humor negro que tanto la caracterizaba en sus primeros episodios. Habrá quien disfrute más con la forma de narrar de ahora, pero yo siempre echaré de menos esas dosis de humor con las que nos deleitaba, y malos malosos como Tucco, que nunca sabías por dónde te iba a salir. En cualquier caso, ‘Breaking Bad’ sigue estando en la liga de las estrellas, y su cuarta temporada confirma que sabe muy bien cómo crear una situación de tensión.
Decía al comienzo de la temporada que la serie ponía a Walter y Jesse contra las cuerdas, y cada vez me da más esa sensación. Ya no sólo porque en cualquier momento pueden recibir la ira de Gus, sino porque además ahora también tienen a Hank pisándoles los talones. En cualquier caso, parece que al dúo protagonista le está afectando demasiado la situación, y tanto uno como otro están enloqueciendo ante la incertidumbre, ante una muerte que les puede llegar más pronto que tarde y atormentados por una situación que no hace más que complicarse a cada paso que dan.
Walter está muy afectado, no sólo tiene que pensar en cómo blanquear el dinero que recibe sino que además ahora también tiene a su mujer metida hasta el ajo en toda la trama. Pero del que más nos han enseñado, y probablemente el que más nos preocupa, es Jesse. Ponerse hasta arriba de cristal y pegarle una paliza al que toque es una cosa, pero matar a sangre fría a una persona es algo completamente diferente. Y disparar a Gale sólo para poder seguir con vida ha afectado demasiado al joven Pinkman. Su situación tiene muy mala pinta, y va a acabar muy mal.
Alguien tiene que proteger a esta familia del hombre que protege a esta familia.
La evolución de Skyler me está pareciendo sublime esta temporada, y sus escenas son de lo mejorcito. Su papel de zorra implacable en la compra del lavadero de coches o sus conversaciones con Walter son una delicia, y en una serie con tanta testosterona se agradece un mínimo toque femenino, aunque venga con la misma mala leche que la del resto de sus protagonistas. Algo menos de protagonismo está teniendo Marie, pero el capítulo dedicado a su cleptomanía nos devolvió una parte del personaje que echábamos de menos.
Lo bueno de todo esto es que lo mejor del año está por venir, y si de momento hemos disfrutado con los silencios, la narración lenta y la acción sin escrúpulos, ahora vamos a tener acción por todas partes. Ya no sólo Walter quiere acabar con Gus, ahora Hank le tiene en el punto de mira como sospechoso de ser el propietario del laboratorio de metanfetaminas; y para colmo, un grupo rival le está haciendo la puñeta y se va a convertir en un problema para el macronegocio que tiene montado. Por hache o por be, parece que Gus va a terminar a dos metros bajo tierra. Pero en el camino se va a llevar a unos cuantos.
En ¡Vaya Tele! | ‘Breaking Bad’ pone a Walter y Jesse contra las cuerdas